El grado de descaro con que el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, miente a los mexicanos se eleva de nivel y sorprende cada vez en mayor grado, lo hace cada que pretende reforzar sus decisiones, cuando informa de los asuntos relevantes para la población, cuando enjuicia a sus opositores, miente en el momento que habla de la actuación integra de los funcionarios que componen su gabinete, también lo hace cuando habla sobre el estado general que guarda el país, en fin, cada día que amanece y recita el racimo de disparates que marcan la agenda de las acciones de su gobierno.En estos días que corren, sin duda, la atención se centra en la orientación que el gobierno federal está dando a la pandemia provocada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, que en nuestro país ha contagiado a 165 mil mexicanos y provocado 20 mil víctimas mortales.Y es que desde que comenzó este mes, contra todas las recomendaciones que hacen los verdaderos expertos sobre la gravedad de la pandemia, el gobierno federal marcó el inicio de la práctica de una nueva normalidad, misma que el presidente refuerza con la realización de su segunda gira del mes por los estados del centro del país, argumentado que su llamado a recobrar la libertad se basa en conocimientos de eminencias y expertos del Instituto Nacional de Nutrición y del Centro Nacional de Enfermedades Respiratorias, que le aseguran que los ciudadanos pueden salir seguros de sus hogares con tan solo cuidarse y asearse frecuentemente.Los llamados del presidente de salir a recobrar la libertad, se han convertido en tenebrosos llamados a fenecer victimas del contagio, pues solo en 18 días de nueva normalidad, los 90 mil infectados acumulados en tres meses, saltan a 165 mil, y los fallecidos suben de 10 mil a 20 mil.La mentira de López Obrador de que ya se domó la pandemia o de que ya se superó lo más difícil, está duplicando los contagios y muertes entre los mexicanos.
El gobierno federal engaña al pueblo cuando afirma que no atiende las solicitudes que demandan solución a las necesidades de vivienda, de empleo y de alimentos para millones de mexicanos pobres en estos tiempos difíciles, porque quienes lo conminamos a resolver estas demandas, queremos moches, dinero para repartir, para según él, seguir viviendo de la corrupción.Estas calumnias las viene repitiendo durante casi dos años ya, y no ha podido probar absolutamente ni uno solo de sus insultos.El desdén a los gritos, sombrerazos y cacerolazos, son el verdadero rostro de un gobernante que ejerce el poder con autoritarismo y desprecio a los trabajadores, que viven una situación muy distinta y difícil de la que pasa por el reducido cerebro del presidente.Sus repetidas acusaciones a las organizaciones políticas, sociales y de la sociedad civil las sostiene porque aún le queda un candoroso público fanatizado e impregnado de odio al esfuerzo, a la experiencia y al conocimiento.Es cierto que existen actos de corrupción, pero no entre los que exigimos que se apoye al pueblo, sino en su gobierno y de esto dan cuenta con pelos y señales los medios informativos sobre adquisiciones de mercancías a sobreprecio que hacen funcionarios cercanos al presidente, adjudicaciones directas de contratos de obras de miles de millones de pesos a familiares y amigos de colaboradores de su confianza.Por estas fechas del año pasado, al inicio del periodo de siembra de maíz en Guerrero, la dirección de Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX) a cargo Ignacio Ovalle Fernández, con quien el presidente López Obrador tiene afinidades profundas, compró miles de sacos de semilla de maíz para distribuirlos entre los productores guerrerenses y en los que SEGALMEX invirtió 300 millones de pesos, pero que resultó ser semilla pintada, sin certificar, adquirida por encima de su valor, mucha de la cual quedó almacenada porque se comprobó que no serviría para sembrarse y que se llenó de plagas en corto tiempo, un gran fraude, un descarado acto de corrupción de los amigos del presidente de la república y del que no dice nada, ni se investiga y ni se castiga a los autores.Por eso cada vez que López Obrador presume su combate a la corrupción, lo que hace es mentir desvergonzadamente y hundirse cada vez más en el pantano de su impostura.
El uso de la calumnia para negar soluciones a necesidades básicas de la población que vive en condiciones de pobreza, ha sido utilizado cotidianamente por gobiernos anteriores al actual, y a pesar de esto, seguimos reclamando y protestando porque los problemas siguen existiendo y siguen haciendo sufrir a millones de mexicanos.La pandemia está incrementando los horrores que deja a su paso la acumulación absurda de la riqueza, y aunque el presidente de la república no le gusten los gritos y sombrerazos de los antorchistas, estos seguirán de fondo de los discursos que exprese en sus giras hasta que rectifique y resuelva las demandas de los mexicanos organizados o hasta que cumpla su mandato y se vaya a donde él ya sabe dónde.
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