En México el mes de noviembre inicia con el Día de Muertos, el día 1 y 2, las calles de nuestro país se adornan de naranja, negro y morado, se colocan altares para conmemorar a los seres queridos que han fallecido y todos los difuntos son bienvenidos. El Día de Muertos, una de las festividades más importantes de México, tiene su origen hace más de 500 años, en la unión de tradiciones de la cultura prehispánica con la católica. Durante estos días se celebra el retorno transitorio a la tierra de los familiares y seres queridos fallecidos, quienes cruzan el Mictlán para estar con los mortales y compartir los alimentos que se les ofrece en los altares. Para facilitar el retorno de las almas a la tierra, las familias esparcen pétalos de flores de cempasúchil (Tagetes erecta), la flor tradicional de esta fiesta y colocan velas a lo largo del camino que va de entrada a su casa.
Es una celebración que combina elementos de las tradiciones indígenas mesoamericanas con prácticas y creencias católicas. Es una conmemoración que festeja la continuidad de la vida a través de rituales y ofrendas, en estas, se crean altares coloridos, adornados con fotos, flores, velas, y los alimentos apreciados por el difunto y los ubican alrededor del altar familiar y de la tumba. Las fechas coinciden con las fiestas católicas del Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos. Popularmente se asocia el 1 de noviembre a conmemorar a los niños difuntos y el 2 a los adultos, sin embargo, desde el 28 de octubre se tienen la creencia que las almas descienden a este mundo, por lo que, esta celebración puede durar hasta una semana, ejemplo de ello en la región Huasteca.
La riqueza cultural de esta tradición hizo que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la nombrara Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad en 2008. Es una de las tradiciones más famosas y visitadas del país y ha inspirado numerosas obras documentales y de ficción. De acuerdo a la UNESCO, “el encuentro anual entre los pueblos indígenas y sus ancestros cumple una función social considerable al afirmar el papel del individuo dentro de la sociedad y contribuir a reforzar el estatuto cultural y social de las comunidades indígenas de México”. Asimismo, el Día de Muertos se considera también una celebración a la memoria, un ritual que privilegia el recuerdo sobre el olvido.
Otra de las tradiciones que llega a los hogares mexicanos, así como a los panteones, son las calaveras inspiradas en La Catrina: una figura cargada de historia que se extiende en toda la cultura mexicana desde los dulces hasta los disfraces más populares. Las principales ciudades del país se llenan de gozo y algarabía por miles de personas que forman parte del desfile de las Catrinas. La denominación original de La Catrina fue “La Calavera Garbancera”, término que hacía referencia a las personas de ascendencia indígena que, en un intento por integrarse a una clase más acomodada, optaban por vender garbanzos en lugar del maíz, tal como lo hacían los europeos. Su creación se atribuye a José Guadalupe Posada, pintor e ilustrador de Aguascalientes, cuyo trabajo se distinguió por subrayar el carácter festivo de los mexicanos y por protestar en contra de las condiciones del país, además de retratar las diferencias sociales. Posada representó a la calavera en un grabado de 1912, que se popularizó posteriormente a su muerte.
En un inicio La Catrina se mostraba sin vestimenta, luciendo un sombrero, lo que se ha interpretado como una crítica a la pobreza en la que vivían los mexicanos. Esta figura se popularizó en 1947, cuando Diego Rivera renombró a este personaje como La Catrina y le añadió un atuendo completo que enriqueció su presentación cultural en su mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central. El término Catrina, proviene de la palabra catrín, que describe a un hombre bien vestido y elegante, frecuentemente acompañado por una mujer con características similares y era común en la aristocracia mexicana de finales del siglo XIX y principios del XX. La Catrina que nació como un recurso de protesta y crítica social, se convirtió en un símbolo del Día de Muertos.
La sociedad productora de mercancías que nos ha tocado vivir, ha transformado esta festividad de Día de Muertos en una obtención de grandes ganancias, que de acuerdo con datos de la Confederación Nacional de Cámaras de Comercio (Concanaco), este año ascenderán a 45 mil 318 millones de pesos, además de eso se distorsiona esta costumbre mexicana por la implementación de venta de máscaras de todo tipo, por lo que, es necesario explicar a niños y jóvenes el sentido que tiene la muerte dentro de la cultura mexicana, que no está relacionada con la propaganda en la que se habla de monstruos que salen fuera del contexto de nuestras tradiciones. De igual manera el conocimiento se ha trastocado también en mercancía, más no en un beneficio de los científicos creadores, quienes normalmente viven en condiciones muy modestas, sino de las grandes empresas que se apoderan de las innovaciones. Inconcebible para este enfoque mercantilista sería compartir el conocimiento, incorporarlo al patrimonio social, al servicio de la colectividad.
Educar con calidad es conquistar libertad, ello incluye educación política, que permite a la sociedad comprender las causas profundas de sus penalidades y visualizar el camino para resolverlas. Construir un mundo nuevo, exige distribuir equitativamente la riqueza nacional, más nada de esto puede hacerlo un individuo aislado, el mundo nuevo solo se conquistará con la acción organizada de todos los individuos conscientes.
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