La decisión de Tesla Motors de localizar una planta armadora ha traído consigo una euforia sobre el efecto que la inversión de la multinacional -propiedad de Elon Musk, uno de los pocos milmillonarios del mundo- pueda tener en la economía de México. De acuerdo con el anuncio, la nueva planta armadora (Gigafactory) de los vehículos de próxima generación (Next Gen Vehicle) se ubicará en el municipio de Santa Catarina en la zona conurbada de Monterrey, Nuevo León; la inversión, según el anuncio, será de cinco mil millones de dólares y será la planta armadora más grande de autos eléctricos de las construidas hasta ahora. A partir de este anuncio, un aluvión de opiniones y números se han dicho y escrito sobre los efectos positivos de esta inversión. Por ejemplo, en torno a la creación de empleos, se habla de seis mil empleos directos y otro tanto de indirectos; si se hace aritmética con el efecto multiplicador sobre la economía, se estima que impactará hasta tres veces la inversión sobre el valor del producto nacional, etcétera. Tesla Motors es una industria que se dedica a la producción de baterías, placas y vehículos eléctricos. En junio de 2022 anunció que sus plantas armadoras de Texas y Alemania estaban perdiendo billones de dólares debido a los problemas y cortes en las cadenas de suministro mundiales; situación que habría influido en sus últimas decisiones de inversión. El fenómeno que se cree novísimo del "nearshoring".
El presidente López Obrador se unió al entusiasmo. Como la lechera del cuento, López Obrador comentó que Musk le manifestó su deseo de visitar México; dijo que le propondrá hacer un recorrido por México a fin de mostrarle las opciones que nuestro país tiene para su capital multinacional. Dijo el presidente que el recorrido comprenderá los estados de Hidalgo (en donde le planteará la instalación de una fábrica de baterías dadas las posibilidades de crecimiento, la existencia de agua y de infraestructura como el AIFA); Oaxaca, particularmente el Istmo de Tehuantepec, donde hay también recursos suficientes de agua, de energía eólica e hidroeléctrica, 10 parques industriales y del corredor que permite la salida a los dos océanos; y Sonora, en donde le expondrá el Plan Sonora y “toda la potencialidad que hay ahí” como las reservas de litio, la producción de cobre del país, la energía renovable. En su optimismo declaró que la nacionalización del litio no impide que se pueda llegar a acuerdos con el capital privado multinacional; ni que su combate a la corrupción impida dar “subsidios fiscales”. Finalmente destacó la calidad de los trabajadores mexicanos, dijo que estos tienen una “ética”, un nivel de responsabilidad de las más altas del mundo. Ofreció al país en bandeja de plata para que los capitales multinacionales, en este caso el de Musk, vengan a hacer sus inversiones en México.
No podemos decir si tendrá éxito. Lo que sí queda claro es que, en términos de desarrollo industrial, el modelo que abandera la 4T es exactamente el mismo que el de los gobiernos anteriores. No es ningún otro a pesar de la retórica antineoliberal con que salpican sus discursos. Como antes, fincan las posibilidades de desarrollo industrial en la Inversión Extranjera Directa (IED) a la que le ofrecen todas las condiciones para que pueda medrar con las fuentes de la riqueza mexicanas a saber, las riquezas naturales y la fuerza de trabajo.
México se halla entre los primeros exportadores de automóviles ligeros en el mundo (en 2020 fue el cuarto, detrás de Alemania, Japón y Estados Unidos). No obstante ese sitio, las ganancias de esa actividad económica se han quedado en los bolsillos de las grandes corporaciones automotrices, mientras que a los trabajadores mexicanos se les da a cambio de su vida (recordad que los trabajadores mexicanos son los que hacen las jornadas más largas entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) un salario incluso por debajo del de sus pares de los países ricos; y la amenaza constante del desempleo y el hambre cuando no se presten a las condiciones que las enormes industrias fijan o cuando no sean necesarios.
La necesidad de acumulación de los capitales se halla sistemáticamente con el obstáculo de la tendencia, intrínseca del sistema, de la tasa de ganancia a disminuir. Es decir, la tendencia a que el retorno por cada peso invertido sea cada vez menor, lo que provoca que, para obtener la misma ganancia que antes, haya que hacer una inversión más grande que antes. Como se hablaba de la globalización hace décadas, con la panacea del crecimiento económico para los países no desarrollados, se hace ahora con el "nearshoring". Se anuncian efectos casi mágicos para México con la avalancha de inversiones que detonarán el tan necesario crecimiento de nuestra economía. La globalización y su contraparte, el neoliberalismo, supusieron para el capital privado un respiro en la tendencia a la baja de la tasa de ganancia, permitió disminuir drásticamente los costos de la fuerza de trabajo y abrir nuevos espacios para la inversión privada. Pero, por otro lado, provocó el empobrecimiento de la población trabajadora, así como la bancarrota de los pequeños y medianos capitales; esto es de la gran mayoría. Pero, la inexorable tendencia a la baja de la tasa de ganancia los ha vuelto a alcanzar y habría que esperar una nueva embestida con el "nearshoring". Los pueblos del mundo solo podemos hacerle frente al capital, unidos y conscientes de que la causa de todos los sufrimientos de la humanidad es el dominio del capital y sus necesidades sobre los pueblos.
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