El 12 de mayo se cumplieron 15 años de la represión que sufrieron campesinos de la comunidad de Temango, orquestada entre el Gobierno estatal y municipal, la cual dejó un saldo de 9 encarcelados y 20 personas heridas. La brutal agresión fue propiciada por la lucha y gestión del pueblo organizado en el Movimiento Antorchista para que se atendiera la falta de agua potable de las comunidades.
Los pobladores quieren agua en Temango, Pueblo Hidalgo, Santa Lucia y Pahuayo; la pavimentación de un tramo carretero de más de 12 kilómetros que conectara a Temango con San Felipe Orizatlán; además de otras obras para 10 comunidades del municipio de Tlanchinol.
Ante la insistencia de los antorchistas para que fueran atendidas sus demandas, el entonces alcalde Desiderio Bautista Isidro, convocó a una reunión, que se celebraría a las 10 de la mañana en la galera de la comunidad. Los antorchistas se presentaron en espera de ser atendidos, pero en lugar de una asamblea vecinal, cerca de las 12 del día, se produjo una agresión hacia los campesinos y familias presentes por parte de la policía municipal y trabajadores del ayuntamiento, dirigidos por el alcalde desde la delegación de la localidad.
En esa ocasión fueron detenidos a Gregorio Lucas Caraza y Aurelio Oliverio. A pesar de las agresiones, no dejamos solos a nuestros compañeros detenidos y no nos retiramos. Para nuestra sorpresa, alrededor de las 3 de la tarde, se realizó una segunda agresión. Arribaron 100 granaderos de la policía estatal, abordo de 10 unidades, quienes además de cerrar todos los accesos a la comunidad, procedieron de inmediato a golpear y a detener a quienes ellos consideraron las cabezas visibles del movimiento, entre ellos a Hilario de la Cruz Trinidad, Zeferino de la Cruz Hernández, Benjamín Romero, Gregorio Lucas, David Romero y su servidora, Evelia Bautista. Durante el atentado, hubo disparos y rociaron gases lacrimógenos sin importar que hubiera niños, mujeres y personas de la tercera edad a los cuales golpearon salvajemente.
Los hechos narrados aquí no se produjeron de manera aislada, días antes, a nivel nacional, el Movimiento Antorchista había denunciado ya una serie de amenazas y agresiones contra el antorchismo hidalguense que fue desde el desalojo violento del plantón de Tlanchinol; la quema del campamento; la tentativa de impedir que nuestro líder nacional, Aquiles Córdova Morán, entrara a la comunidad de Temango e inaugurara la obra del sistema de agua potable; la tortura y privación ilegal de la libertad de varios campesinos de la comunidad de Pueblo Hidalgo; hasta el asesinato del compañero Pablo Hernández Medina, cuando una caravana de antorchistas se dirigía a la Secretaria de Gobernación federal (Segob), en la CDMX, para solicitar su intervención ante la falta de solución a las demandas de la gente en Hidalgo.
Una tras otra se presentaron las agresiones y los encarcelamientos contra humildes colonos y campesinos que se negaban a seguir viviendo entre la pobreza y la marginación a la cual estaban sometidos por los gobiernos caciquiles que no les importaba mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, más bien se esforzaban en perpetuarla a modo de garantizar su control y poder sobre la vida de los campesinos, los cuales, una vez que decidieron organizarse, se mantuvieron firmes y decididos a cambiar esa realidad a pesar de todos los peligros que se les vinieron encima y que sortearon gracias al apoyo del antorchismo nacional que como un solo hombre cerró filas con sus hermanos.
La lucha y extensa campaña de denuncia nunca se detuvo a pesar de las brutales y constantes embestidas contra el pueblo organizado. Así, se logró la solución a varias demandas importantes y servicios básicos como: agua potable, electrificación, drenaje, pavimentación de calles, apertura de caminos, así como apoyos de mejoramiento de vivienda, alimentación, servicios médicos e infraestructura educativa en beneficio de miles de hidalguenses.
A pesar de todas esas agresiones, el antorchismo no solamente se mantuvo en Tlanchinol y en otros 48 municipios de Hidalgo; yo digo que también se fortaleció fraguando en el calor de la lucha a hombres y mujeres, que, hasta hoy en día, continúan en sus filas.
Las marchas, plantones y manifestaciones, son producto de la negativa de las autoridades para resolver los problemas que se viven en las colonias y comunidades y es en cada una de estas luchas donde gente valiente y decidida se ha sumado a nuestra organización, por lo tanto, ha quedado claro que no será la represión ni la negativa a resolver las demandas del pueblo lo que extinguirá esta Antorcha.
Hoy, como hace 15 años, se cuentan por miles las familias que viven en pobreza y que están buscando como resolver sus necesidades más elementales. Antorcha será partido y una vez que el poder se encuentre en manos del pueblo será la alternativa para resolver la falta de empleo, para mejorar los salarios de los trabajadores y que el gasto social se distribuya más equitativamente, entre los que menos tienen. Esto es lo que Antorcha quiere y estamos convencidos de que solo así se mejorará la vida de las familias más pobres que hoy viven en condiciones inhumanas.
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