En los días que corren y desde hace más o menos tres años todas las mañanas se imponen en la discusión pública temas de “interés nacional”. Con el paso del tiempo los temas se tornan cada día más rídiculos y del ámbito personal del personaje que los nombra. Así, hemos visto desfilar por la palestra pública airosos enojos del presidente contra payasos, periodistas, organizaciones civiles y otros más pasando por el ataque y descalificaciones contra todos aquellos que se atreven a exponer sus quejas como los niños con cáncer, las mujeres violentadas, maestros, pueblos indígenas y un largo etcétera.
Esta manera de manejar la investidura presidencial ha conjugado un juego entre la presidencia de la república y los medios de comunicación en dónde unos y otros se atacan y complementan un circo de banalidades en que unos critican la forma de actuar del presidente llevando la discusión al carácter individual de cada uno de los actores. Este perverso manejo de la comunicación ha hecho que se dejen por fuera los verdaderos e importantes problemas que aquejan al pueblo mexicano.
Hoy, tales problemas no parecen tener ni un abismo de solución y todo avisora a que seguirán agravándose. El desempleo sigue rampante y los salarios cada día pierden poder adquisitivo. La inseguridad reina por diestra y siniestra y hay lugares que están totalmente coptados por el crimen organizado. El sistema de salud sigue sin poder dar atención real no solo con los asuntos del covid sino con todo tipo de afecciones y enfermedades. Todo ello termina afectando a los mexicanos de siempre, quienes sufren las consecuencias de la falta de atención y seriedad antes tantos y urgentes problemas. Y así, la pobreza y la desigualdad siguen ensanchándose por todo el territorio nacional.
Es claro que los interesados en poner solución a esto no están en los que hoy detentan el poder público. Con palabras y acciones demuestran día con día que sus intereses son otros y que ignoran y no les importan las necesidades del pueblo mexicano. Por eso, los interesados en que esto cambie y mejore y los únicos que pueden lograrlo son los mismos afectados. Pero para poder hacerlo no basta con quererlo de manera individual, hace falta que todos se unan en una gran masa sólida que ponga en primacía sus propios intereses. En la coyuntura actual se presenta una oportunidad que debemos aprovechar razonada e inteligentemente. El próximo 6 de junio habrá elecciones para renovar entre muchos otros cargos la totalidad del Congreso de la Unión. Como mexicanos que queremos cambiar la dura realidad no debemos permitir que nuestro voto se disperse en la individualidad, nuestro voto tiene mayor peso y valor si lo encaminamos en una misma dirección. Por eso debe enfocarse en sacar del congreso a los personajes que no se interesan por los problemas de nosotros, quitarles la mayoría y poner un freno y contrapeso al ejecutivo. Éste es solo el primer paso para poner en discusión y consiguiente solución lo realmente importante: los ingentes problemas del pueblo mexicano y la urgente necesidad de acabar con la pobreza y desigualdad.
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