Nicolás Romero.- La primera medida de la gobernadora electa del Estado de México, Delfina Gómez Álvarez, fue avalar la decisión del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, de incorporar la infraestructura del Instituto de Salud del Estado de México (ISEM) al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), con la finalidad de que la entidad tenga una política de Estado en torno a la atención médica para personas sin seguridad social.
Sin embargo, esta medida, aunada a la desaparición del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) anunciada el pasado 25 de abril por la Cámara de Diputados, con la intención de que los Servicios de Salud sean proporcionados por el Instituto Mexicano del Seguro Social para el Bienestar (IMSS-Bienestar), ocasionará, a la larga, en la opinión de los mexiquenses, un colapso que dará paso a la privatización del sistema de salud.
Actualmente, el IMSS cuenta con mil 499 unidades de primer nivel, de las cuales 1,118 son Unidades de Medicina Familiar (UMF) y 381 son unidades auxiliares, con una antigüedad promedio de 34 y 27 años, respectivamente. Se espera que tras la absorción del ISEM se sumen, entre hospitales especializados, hospitales generales, hospitales comunitarios, casas de salud, Centros Avanzados de Atención Primaria (CAAPS), Centros de Salud rurales y urbanos de 01 a 10 núcleos, Unidades de Especialidades Médicas (Unemes) y Unidades Móviles, 1,287 clínicas que operaban con un presupuesto anual de 46 mil millones de pesos destinados a la atención médica, prevención, vacunas y medicamentos, programas y campañas.
Los habitantes del Estado de México, en especial aquellos que no tienen acceso a los servicios de salud y que anhelan contar con ellos, no se explican cómo el IMSS les proporcionará tales servicios, ya que su capacidad financiera solamente le permite atender al 51 por ciento de la población afiliada, es decir a 47.2 millones de personas, con un presupuesto de mil 160 millones de pesos, pero de los cuales destinará 750,271 millones de pesos al pago de pensiones. Lo que ocasiona una mala atención y que muchos de los derechohabientes prefieran acudir a consultorios o clínicas privadas.
Al invertir México solamente seis por ciento del PIB en salud, está muy lejos de lo que invierten en promedio los países latinoamericanos al destinar el 7.5 por ciento y aún más lejos del 11 por ciento que invierte Dinamarca, esta falta de oferta de servicios de salud ocasiona que proliferen los consultorios de farmacia, que para el 2022 se contabilizaban en 46 mil consultorios que atendían legalmente con una licencia expedida por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), de acuerdo a la Unión Nacional Interdisciplinaria de Farmacias, Clínicas y Consultorios (Unifacc).
Lo anterior da como resultado, de acuerdo con la Cofepris, que al menos cuatro de cada 10 pacientes que acuden a los consultorios externos a farmacias particulares, cuentan con seguro médico, ya sea del IMSS o el ISSSTE.
En este contexto, Isabel Rodríguez, de 76 años quien padece desde hace 34 años de diabetes y en los últimos cinco años de hipertensión, se pregunta cómo el IMSS-Bienestar la atenderá, si ella no pertenece a los 32,8 millones de personas registradas en el INSABI y se encuentra entre los 33 millones de personas en el país que no son derechohabientes o no están afiliados a servicios de salud públicos o privados, según el Inegi.
“Como siempre, si enfermo, se me sube el azúcar o la presión; acudo a los consultorios de farmacia, no es el mejor servicio de salud, pero es lo que hay para los pobres”, expuso.
Ella misma está consciente que si el gobierno no destina una mayor cantidad de recursos al IMSS-Bienestar, en su momento no podrá brindar atención a sus afiliados, a las personas adheridas al INSABI y mucho menos a los mexicanos que no cuentan con seguridad social, lo que causará que se derrumbe el sistema de salud por inoperante.
“La privatización es un hecho, somos 113 millones de mexicanos que atenderá el IMSS, eso es imposible, si de por si la atención es mala ¿cómo será con tanta gente? Dice el gobierno que hay tratamientos, no los hay; dice que hay medicinas, no las hay; dice que hay vacunas, no las hay; lo único que nos queda a los pobres es pagar los servicios de salud en las farmacias de similares y de genéricos, es donde la atención y los medicamentos son más baratos”.
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