Al pasar el tiempo, muchas teorías se han expuesto sobre el origen de la riqueza producida en cada una de las sociedades. De acuerdo con la época histórica en que se hayan encontrado, tratando así de dar una explicación sobre el origen de ésta, pero ciertamente, aunque desde la comunidad primitiva hasta el régimen capitalista en el que nos encontramos hoy, han variado por completo casi todos los mecanismos de producción o de generación riquezas, su origen sigue siendo el mismo. Martha Harnecker en su texto ¿Qué es la sociedad?, menciona con mucha puntualidad lo siguiente: “el hombre es el creador de toda la riqueza que pueda existir en una sociedad determinada, el hombre pues es el padre de la riqueza, así mismo la madre es la naturaleza. Por consiguiente, expone, a pesar de que puedan existir un sin número de riquezas naturales, estás mismas necesitan del trabajo del hombre para poder ser extraídas”.
Si habláramos de la riqueza que ahora tienen los capitalistas dedicados a la producción de mercancías, aunque se nos hace creer que se debe a que ellos “son muy inteligentes” “que arriesgan su capital para hacer grandes inversiones”, “que compran barato para vender caro”, “que producen valores de uso, etc. Podríamos demostrar que ésta tiene su origen en el trabajo del hombre. El economista Carlos Marx, dice que “el valor de la mercancía no radica en su forma corpórea, el valor de uso o utilidad de una mercancía, no es la que determina el verdadero valor, este valor se encuentra en el trabajo que el hombre le impregna a la mercancía durante su tiempo de producción”, a esto llama Marx “trabajo necesario”. Es pues el trabajo del hombre lo que siempre prevalece intacto en las mercancías y que finalmente genera las ganancias, es éste quien determina el verdadero valor de las mercancías, a pesar que los defensores del capitalismo no dejen ver este tan importante aspecto.
Ahora bien, si hablamos de la riqueza que proviene del ramo de la construcción sabremos también que es el hombre con su trabajo quien las genera, que son los obreros que con su fuerza lo logran. Podrá un empresario tener uno o muchos contratos de obras, podrá tener dinero y comprar mucho material para construir puentes, carreteras, hoteles o lo que él quiera, pero sin la fuerza de trabajo de los obreros, el empresario, nunca podrá tener una obra construida. Se requiere entonces del trabajo del hombre, de los obreros.
Sin embargo, cualquiera que sea el modo de producción nunca se ha querido reconocer la importancia y valorar el trabajo del hombre. La riqueza producida por los hombres en todo el mundo, siempre va a parar en unas cuantas manos, principalmente a la de los empresarios. Pero al trabajador lo han dejado en el olvido, le pagan apenas lo suficiente para subsistir y reponer su fuerza de trabajo. En México, no es la excepción. La clase obrera mexicana vive en condiciones lacerantes de pobreza y marginación, aun cuando la ley dice que el salario debe alcanzar para vivir dignamente, incluso que el salario debe alcanzar hasta para recrearse, esto no sucede así. Un obrero mexicano no alcanza con su salario a cubrir las necesidades básicas de alimentación de su familia. Hay muchos obreros anémicos, que no tienen ni el tiempo ni el apoyo siquiera para practicar deporte, para comprar y disfrutar de la mercancía que ellos mismos producen o de disfrutar de los espacios que ellos construyen.
Al contrario, vemos como juegan con la fuerza de los obreros, pues sabiendo que ellos son los que con su trabajo generan todas sus ganancias para el capitalista, este abusa de ellos y, no solo no le pagan lo que le corresponde, sino que no hay una verdadera aplicación de los derechos laborales. Las empresas se aprovechan, de la necesidad de sobrevivencia de la gente, mientras ellos se hacen de millones de pesos en obras, los obreros reciben migajas, tal es el caso de lo que ocurre en las empresas dedicadas a la construcción que se encuentran en la Riviera Maya de Quintana Roo. Las grandes empresas, contratan a otras empresas locales para que ejerzan el trabajo, lo que hacen las empresas locales, es buscar a obreros que se dedican, a la albañilería, plomería, pintura y otras cosas que ocupa la rama de la construcción, para llevarlos a trabajar a dichas obras. Juntan a todos los trabajadores para que trabajen la mayoría de las veces por temporadas, sin contrato, sin un salario fijo y sin las debidas prestaciones de ley.
Estas empresas se desentienden de sus trabajadores, no les dan las condiciones laborales, tanto así que con la actual situación de la pandemia los mismos trabajadores tienen que llevar todo su equipo, si quieren seguridad, el trabajador lo tiene que llevar, si no se quieren contagiar de covid-19, el trabajador lo tiene que comprar, y esto es obligatorio para todos, si no los despiden. Muchos trabajadores manifiestan que si quieren el empleo tienen que adaptarse a las condiciones y exigencias de la empresa, el trabajador es entonces un ente sometido al que solo le dicen: aquí te toca trabajar, estas son las condiciones, te sometes o busca en otro lado.
No hay pues una seguridad laboral para los trabajadores, no solo para el trabajador mexicano, sino que son condiciones que se repiten en muchas partes del mundo, como nombra Víctor Jara en su canción “Te recuerdo Amanda”, al hablar de dos obreros, que representan a los trabajadores del mundo, buscando mejores condiciones de vida. Muchos obreros dan su vida trabajando y las empresas comandadas por este modelo económico neoliberal, se desentienden de lo que pudiera ocurrir con sus empleados.
La ciudad de Cancún, Quintana Roo es conocida por sus bellas playas y grandes hoteles, más nadie dice de la gran pobreza que existe en el municipio, donde existen colonias irregulares que se encuentran en la periferia, que son bastiones de extrema pobreza. A pesar que Quintana Roo aporta al país el 70 por ciento de los ingresos por la vía del turismo, todos esos ingresos fueron posible gracias al trabajo de los hombres, y de esa gente pobre y marginada, nadie hace nada para ayudarlos a salir de la pobreza, no sé legisla para que a ellos se les pague un salario justo y que mejoren sus condiciones de vida.
A los trabajadores de México, a los oprimidos y marginados los invito a que sumen a Antorcha, para que juntos defendamos nuestros derechos, a no quedarnos callados ante la explotación laboral y ante el silencio de las autoridades gubernamentales porque hacerlo es aceptar un presente y un futuro incierto por ello los invito a luchar para que, en un tiempo no muy lejano, se pueda garantizar no solo una mejor condición laboral, sino condiciones dignas para vivir. Y esto solo lo puede lograr un pueblo educado, consiente de sus derechos y dispuesto a defenderlos al costo que sea. Antorcha dixit.
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