Sin duda, la gente se hartó de los políticos de siempre; de promesas incumplidas, de medias verdades y mentiras descaradas; del crecimiento incesante de la pobreza, de la falta de oportunidades de estudio y de trabajo; de caras nuevas y bonitas pero misma política indiferente a las necesidades de los más empobrecidos. Y, un buen día, decidió favorecer con su voto a aquél que, con sus "críticas contra el sistema” "contra la corrupción” y "contra la mafia del poder” venía, desde tiempo atrás, promoviendo reformas a la ley para limitar al gobierno en sus excesos y ponerle un tapabocas en tiempos electorales, evitando se beneficie con la promoción de obras, al candidato preferido del presidente en turno. La gente decidió, pues, encumbrar al poder a López Obrador.
Pero dos años han sido suficientes para conocer al nuevo inquilino de Palacio Nacional. La corrupción no solo no ha disminuido, se ha vuelto abierta, cínica y descarada, como la asignación de 89 millones de pesos a la remodelación de un estadio de béisbol manejado por el hermano de AMLO, justo cuando México vive su peor crisis de salud. Se sigue manteniendo en el poder a personajes de negro o cuestionado historial como Barttlet en la CFE, Romero Deschamps en Pemex, Elba Esther Gordillo y otros. Igual que antaño, se sigue enriqueciendo con dinero del pueblo a "periodistas” como John Ackerman, Gibran Ramírez y Estefanía Veloz; se ha beneficiado sin ningún rubor a las "televisoras del sistema” como alguna vez apodó a Televisa y Tv Azteca, convirtiendo a Carlos Salinas Pliego, dueño de ésta última, en uno de los empresarios preferidos, al firmar millonarios contratos con Banco Azteca, que, gracias a ello, incrementó su riqueza en más del 56%. La asignación directa de las obras del gobierno, tan satanizada por Obrador y tachada de instrumento para beneficiar a empresarios cuates, ahora él mismo la ha convertido en su herramienta preferida para los mismos propósitos. El "huachicol” no solo no se ha detenido, sino que, desde el primer semestre del año pasado, ya se anunciaba un incremento superior al 80% en el robo de gas LP; mientras que las 600 pipas que iban a resolver el desabasto de gasolina nunca aparecieron por ningún lado.
Se ha rodeado de colaboradores a quienes les exige obediencia ciega, pues para él es suficiente un 1% de capacidad y un 99% de "honestidad&rdquo, léase lealtad, pues públicamente les ha exigido obediencia ciega; a tal grado que, quienes se han atrevido a cuestionar sus decisiones, han sido presionados para renunciar, como ha sido el caso del titular de la Secretaría de Hacienda, de la SCT, de la Secretaría de Salud y de la Oficina de la Presidencia; por mencionar algunos.
Fuera de todo esto, lo que más ha golpeado en el bolsillo de la gente es la pérdida de las fuentes de trabajo, ya que tan sólo en abril y mayo del año pasado se perdieron 12 millones de empleos, y se cerraron miles de pequeños negocios y medianas empresas. Aunado a esto, los incrementos salariales de los que tanta alharaca hace la 4T sólo han servido para desatar el aumento de los precios del gas, la luz y otros productos de primera necesidad. La inseguridad ha ido en aumento, igual que el precio de las gasolinas, que se dijo, bajaría a partir del 1° de diciembre de 2018.
Con la llegada de la pandemia, todo mundo esperaba una rápida instrumentación de medidas para detener los contagios y decretar el confinamiento, acompañado de apoyos a las familias mientras ésta durase; es más, hubo manifestaciones exigiendo apoyo alimentario y económico, pero nada de eso pudo penetrar los oídos refractarios del presidente. Lo que hizo en respuesta a la demanda social, fue aplicar el criterio de que, para personas y empresas "los que tengan que morir, que mueran” y montó un escenario en el que todo estaba bajo control y todo marchaba bien, y donde, en cuestión de dos o tres meses todo sería chiflar y reír. El tiempo se ha encargado de demostrar que lo que hicieron países como China, Rusia y Cuba y lo que dictaba el sentido común, costase lo que costase, era lo más correcto. Pero el Gobierno morenista prefirió hacerse el chistoso con sus "detentes&rdquo, sus moles de guajolote y su inexistente "fuerza moral” que se ha convertido ahora en víctima de su propia frivolidad. El resultado es, hasta el momento, más de 152 mil muertos y cerca de 1 millón 800 mil contagios, incluido el mismísimo presidente. La cura para la corrupción y el mal gobierno ha demostrado ser peor que la enfermedad.
Afortunadamente siempre hay quien, con criterio propio, lucha contra la corriente. No se deja domeñar por las circunstancias, ni sigue a los demás por instinto; sino que se cuestiona, investiga, formula sus ideas y las pone en práctica, valiéndose de su propia interpretación de la realidad y de su experiencia. Ese ha sido el caso de una organización que ha venido construyendo su estructura desde hace casi medio siglo en todo lo largo y lo ancho del territorio nacional, logrando transformar pueblos y municipios enteros, cuya fama de poblaciones desarrolladas, seguras, urbanizadas y limpias, ha sobrepasado las fronteras mexicanas, como el caso de Tecomatlán, en el estado de Puebla y Chimalhuacán en el Estado de México.
A pesar de que sus detractores la han tratado de silenciar mediante campañas mediáticas de desprestigio, nunca han podido demostrar sus acusaciones y menos superar su ejemplo; porque sin ser partido político, ha logrado demostrar en pequeño, lo que se quiere y se puede hacer a nivel nacional. Se trata del Movimiento Antorchista, cuya última acción ha sido la de respaldar a un grupo de ciudadanos tabasqueños, que después de las inundaciones provocadas por uno más de los errores gubernamentales y agravadas por las fuerzas de la naturaleza, decidieron unirse no sólo para apoyarse mutuamente en medio de la desgracia, sino para enarbolar una demanda de mayor trascendencia: que Tabasco no se inunde nunca más. Para ello se han dado a la tarea de recabar todas las firmas posibles e impulsar en municipios y ciudades del estado, la ejecución por parte del gobierno federal de una grandiosa obra de infraestructura que canalice el drenaje y el agua de las lluvias. Lo anterior es posible, porque ya existen proyectos de administraciones pasadas que han realizado estudios y mediciones y cuantificado la obra. Solo falta que se destinen los recursos necesarios y se ejecuten los proyectos por parte de las autoridades correspondientes.
Si desde sus modestas trincheras, la organización social ha obtenido resultados constantes y sonantes, y ha logrado erigirse en la antípoda del gobierno actual, no significa otra cosa que, para alcanzar un mejor país, esas opciones pueden y deben ser tomados en cuenta. Si los partidos y gobiernos, viejos y nuevos, están demostrando ser exactamente lo mismo, no hay más remedio que impulsar y apoyar a los representantes del pueblo organizado.
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