A pesar de que Quintana Roo cuenta con extensas zonas naturales, exuberantes playas y ricas zonas arqueológicas que son visitadas por millones de turistas nacionales y extranjeros, las autoridades no se han preocupado y mucho menos ocupado en legislar para crear leyes que protejan esas riquezas, si acaso el INAH protege las ruinas, pero y lo demás, hay pasividad y con ello complicidad en la destrucción esos recursos.
El tema ambiental es una problemática en todo el país, pero hablando del Caribe mexicano las cosas se ponen cada vez más complicadas. Es cierto que Quintana Roo cuenta con destinos naturales hermosos como sus playas de arena blanca, manglares, arrecifes de coral, entre muchas otras, y es que desde 1970 se empezó a invertir cantidades exuberante para hacer más atractiva la zona, lo que trajo consigo también que estropearan habitad completos.
También es cierto que esos lugares se van deteriorando cada vez más por el uso y la contaminación excesiva; Quintana Roo pasó de 90 mil habitantes a más de 1.8 millones en tan sólo 50 años, que puede ser poco, pero ha sido suficiente junto a los millones de turistas que año con año visitan estas tierras para destruir tan bellos ecosistemas, aun así, no podemos culpar solo a la ciudadanía en su totalidad pues aquí es donde las autoridades deberían jugar un papel decisivo para la conservación de las riquezas naturales.
Es evidente que desde que Quintana Roo se volvió uno de los principales lugares turístico a nivel mundial las autoridades federales y estatales hicieron grandes inversiones en este estado, ¿pero qué tipo de inversiones? En infraestructura y con la finalidad de generar ganancia y no está mal pues ahora se sabe que esta parte del país en su mejor momento llegó a genera un 1.6 por ciento del Producto Interno Bruto de México, un crecimiento nada despreciable y es que la zona norte de Quintana Roo ha crecido tan aceleradamente en los últimos años -casi al triple del promedio nacional- aun así, toda esta inversión, crecimiento y ganancia como en muchos otros casos se hacen sin priorizar los recursos que se pueden llegar a dañar en el medio ambiente.
Un suceso claro y conciso en Quintana Roo son sus corales que ocupaban más del 50% del sustrato en los arrecifes del mar Caribe y que actualmente se redujo al 15%, sumándole a esto la destrucción de los manglares y la contaminación diaria es inevitable.
Poco a poco las playas que eran consideradas las más bellas del mundo ahora están en un estado deplorable pues el hombre ha ido terminando con los filtros naturales que ayudan a mantener las aguas limpias y cristalinas, con esto se crea una gran contradicción que es que inevitablemente el turismo vaya perdiendo el interés por venir a México, pues quien quiere ver una playa llena de sargazo, provocado por la destrucción de sus reguladores naturales.
¿Y qué se hace al respecto? Poco o nada se podría decir, pues los sexenios llegan y se van y algunos son los que realmente le brinda una atención precisa a estas problemáticas, en este último periodo el gobierno del Estado encabezado por Carlos Joaquín González ha tratado de enfrentar esta situación, aunque ya un poco tarde, es cierto también que hay y siguen surgiendo innumerables asociaciones a favor de la protección del medio ambiente y todo lo que esto rodea, pero esto poco efecto tiene si no es impulsado y apoyado por a quien realmente le compete.
Por eso es necesario y obligatorio que todos los quintanarroenses se unan y que exijan que se reformulen las políticas de protección ambiental en el estado y que se reoriente mayor inversión a aquellas instituciones que verifique y mantengan en óptimas condiciones a todo el ecosistema costero y marino, al igual que solidarizar a la sociedad por medio de campañas para proteger y hacer a todos participes de la conservación de un patrimonio nacional único.
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