Es una disposición de las autoridades educativas del estado el regreso total a clases presenciales a partir del próximo 29 de noviembre. Tal disposición, según esto, se basa en que hasta ahora asisten a las escuelas el 75% de la población escolar y, por lo visto, las autoridades del sector ya no ven ningún problema para la incorporación completa de los centros escolares y de todos los estudiantes a sus aulas.
Además, por declaraciones del director del IEBEM, Eleacín Salgado, solamente el 2% de los profesores aún no están vacunados. Pero la verdadera situación en la que se llevará a cabo este regreso masivo cuando menos deja lugar a dudas en varios aspectos, por la falta de información oficial y de carencias reales de las escuelas para cumplir con los protocolos en tiempos de pandemia. Veamos algunas consideraciones.
Del reporte de contagios no se sabe nada, no se han actualizado los datos, por alguna razón no los dan a conocer pero seguramente que en lo que va del ciclo escolar, tanto estudiantes como profesores se han contagiado en los centros escolares, hay hermetismo de las autoridades; tampoco se sabe si ya todas las escuelas con problemas de mantenimiento y saqueadas han sido puestas en condiciones de usarlas, pues los funcionarios de educación señalaron a más de 600 escuelas que requerían atención pero no se sabe el estado actual de las mismas.
Por otro lado, en el presupuesto federal 2022 se dio un pequeño incremento al rubro educativo (8%) pero no fue para aumentar la infraestructura escolar (se redujo en un 49%) ni tampoco para resarcir el daño socioemocional de los alumnos, mucho menos se destinaron recursos para implementar programas que vayan encaminados a combatir el rezago en el aprendizaje en estos casi dos años de pandemia; por ejemplo, fue cancelado el programa de escuelas de tiempo completo. También se reduce el presupuesto para educación física y deporte en un 18%. Es cierto que habrá algún incremento de becas, lo cual está bien pero se deja fuera lo fundamental: elevar la calidad educativa y la reintegración social de todos los estudiantes.
En el tema de las vacunas, apenas se empezó a vacunar a los jóvenes entre 15 y 18 años, una vez que aumentaron los amparos y los padres demandaron al sector salud para que sus hijos fueran vacunados. Así han quedado fuera los menores de 15 años, cuando incluso la vacuna Pfizer ya está autorizada por la COFEPRIS, desde junio pasado, para mayores de 12 años; además en otros países los están vacunando y, por supuesto, ayudaría su vacunación para bajar la cadena de contagios si estuvieran contemplados. En tanto los profesores siguen expuestos, pues la vacuna Cansino que les fue aplicada en mayo pasado pierde efectividad a los seis meses (ya cumplidos) y requiere de un refuerzo adicional, mismo que no está considerado por la Secretaría de Salud.
Así las cosas, la falta de apoyo de las autoridades educativas para cumplir con los protocolos escolares, la insuficiente y deficiente infraestructura adecuada, la mayor exposición al contagio del covid-19 al no acelerar la vacunación de menores y una dosis de refuerzo para los profesores, etc., nos esperan semanas de mayor riesgo, máxime que las mismas autoridades de salud, las noticias que llegan allende el mar y la opinión de los expertos dan cuenta de una cuarta ola en los meses que vienen. En consecuencia, estemos todos atentos y no bajemos la guardia, no relajemos el uso del cubrebocas y otras medidas básicas sanitarias, no todo es economía, está de por medio también la vida. Vale.
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