A dos meses de las restricciones impuestas por la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2 que no está afectando a todos en el mismo grado, más de 80 millones de pobres en el país ya no tienen que comer y conforme avanza la cuarentena se hace más visible la enorme brecha entre pobres y ricos, revelando con crudeza las desigualdades sociales que pueden agravarse.
La clase económicamente vulnerable es la más expuesta al contagio por la necesidad de salir a la calle en busca del sustento, por sus bajas defensas provocadas por la deficiente alimentación, el estrés por temor al contagio, la angustia por la falta de trabajo y por consiguiente de dinero; en este sector están campesinos, amas de casa, albañiles, estudiantes humildes, vendedores ambulantes, carpinteros, cerrajeros, plomeros, entre otros que no tienen ingresos fijos ni certeza en obtener productos de la canasta básica.En el lado opuesto están los ricos, quienes tienen la solvencia económica para guardar la cuarentena sin salir por los artículos más esenciales ni exponerse al contagio, ya que tienen personas que se encargan de hacer ese trabajo.Este sector que puede adquirir medicamentos, productos sanitizantes, vacunas y alimentos para permanecer resguardados en su casa durante el tiempo que dure el aislamiento.
"Quédate en casa" y/o "home office" son disposiciones del Gobierno federal que en un primer momento tambalearon a muchas personas ante la incertidumbre que continúa creciendo por los datos oficiales que se difunden en menor cantidad a las fake news; en un lapso de dos meses, muchas personas se quedaron sin empleo y otras sufrieron reducción de sus salarios, los despidos continúan y la zozobra aumenta conforme avanza la cuarentena.Los pequeños comercios no esenciales siguen bajando sus cortinas, dejando en total indefensión a empleados y propietarios.No hay apoyo real del Gobierno de la 4T.
Las desigualdades también se manifiestan de forma dramática si se contrae el virus; para los ricos, tener coronavirus SARS-CoV-2 equivale a pedir una licencia por enfermedad, acceder a los servicios de salud y continuar percibiendo su salario, sin embargo, para el sector más desprotegido que no tienen acceso a servicios de salud, quedan expuestos al riesgo de morir o se ven en la necesidad de adquirir préstamos que seguirán mermando su ya precaria economía.
La misma situación de desigualdad se refleja en los pequeños y medianos comercios que fueron obligados a cerrar, en contraparte con las grandes cadenas comerciales que no han cerrado un solo día y por tanto no enfrentan problemas de quiebra.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2 no es sólo una crisis sanitaria, también es una crisis social, económica y de desarrollo.Estima que hasta 25 millones de personas podrían quedarse sin empleo.Los trabajadores sin salario fijo, jornaleros y comerciantes informales sufren una gran presión ante la necesidad de alimentar a sus familias y la prohibición de salir a la calle, todos sufriremos por esta situación que no sólo aumentará la propagación del virus, sino que ampliará drásticamente los ciclos de pobreza y desigualdad.
Y precisamente en ese tenor trabaja el Movimiento Antorchista desde su creación, hace ya 46 años, en aminorar la enorme brecha que existe entre pobres y ricos, titánica labor.
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