“Toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil; al efecto, se promoverán la creación de empleos y la organización social del trabajo, conforme a la ley”. Reza el artículo 123 de nuestra Carta Magna.
Pues bien, en este como en muchos terrenos, nuestra Constitución es letra muerta para el ciudadano común, porque hacer efectivos estos derechos y, cuando es necesario, obligar a las autoridades que garanticen los mismos, es del todo imposible.
Desde hace algunos años la recolección de la basura en la capital oaxaqueña y la zona conurbada ha sido un problema que se ha venido complicando y que no ha sido tratado de la manera correcta por las autoridades municipales, pero, en el anterior trienio del morenista Oswaldo García Jarquín, el asunto hizo crisis, desde que no se contrató correctamente a los camiones recolectores, hasta el agotamiento del relleno sanitario que está en tierras de del municipio pero en jurisdicción del municipio conurbado de Zaachila, cuyas autoridades impidieron, primero el acceso a los camiones, después de los pepenadores y recolectores de basura particulares, a lo que además, se suma el impedimento de las colonias aledañas, del acceso, que condicionan a que se les resuelvan sus demandas y entonces acceden al permiso.
Para el 2020 Oaxaca, según el Inegi, ocupaba el primer lugar nacional en informalidad con 78.50% de su población económicamente activa, pero, según el IMSS, en 2021 se perdieron más de 25 mil 500 empleos en la entidad y ahora, según datos recientes del mismo Inegi, la informalidad ha aumentado hasta llegar a 80.2%;
Debemos dejar de promover el egoísmo y la falta de solidaridad entre los sectores medios y populares de nuestra sociedad, convertir el problema de mío y tuyo, en nuestro y contribuir a la reeducación de las capas populares, para la legitimación de nuestras causas, debemos luchar de la manera correcta, no suponer que nuestros derechos son más importantes que los de los demás, porque de esa compresión nacerá la solidaridad y la aceptación de nuestras causas.
Las organizaciones debemos legitimar nuestras luchas, evitar los bloqueos, demostrar que lo que nos interesa no es la marcha, sino la atención y la solución a nuestros problemas, porque con el radicalismo se desvirtúa la lucha, se afecta a terceros y se enemista con ellos, con ello en realidad ayudamos a las autoridades a justificar la negación de la atención con el pretexto de los excesos.
Debemos aprender, la ley del desarrollo de los organismos vivos, aplica también a la sociedad misma, y la nuestra ha llegado a una etapa de caducidad, de vejez, que se demuestra por la insalvable contradicción entre grandes mayorías empobrecidas y un reducido de personas con una riqueza insultante… la sociedad ya no es capaz de distribuir la riqueza que como sociedad generamos, de una manera más equitativa, que le permita mediante las obras de infraestructura social y servicios públicos, como salud, educación, y, sobre todo, que mediante el salario justo y digno, los ciudadanos puedan adquirir los artículos indispensables de consumo de manera holgada, que les permita llevar una vida humanamente aceptable.
Vengo insistiendo desde hace rato que las organizaciones y los ciudadanos deben entender que ya se acabó esa forma de solución en que por relaciones de amistad o de afinidad de algún tipo, se van a resolver las demandas de la gente, que la segregación una gran cantidad de expresiones políticas que hicieron de esta forma de organización la dinámica de la lucha social, han caducado, las condiciones sociales, económicas y políticas han cambiado. Detrás del supuesto izquierdismo de obrador, está un planteamiento de derecha que niega en los hechos la organización de los individuos, y que niega el derecho a la organización, representación y gestión de las demandas de la sociedad.
Porque el mantener cotos de poder regionales y ser utilizado como los partidos y gobernantes para controlar a las masas, poniendo o aceptando liderazgos con el mecanismo de darles esas plataformas para acceder a puestos de representación pública, ha caducado. No se desarrollaron porque no representan realmente a la gente, no la han educado, politizado ni permitido que los liderazgos reales se desarrollaran. No, esa ya no es la ruta, porque esa debilidad los ha llevado a hacer del bloqueo o de la presión radical el mecanismo preferido para resolver las cosas, pero se está llevando con eso, a las autoridades a que se radicalicen y con el pretexto de las afectaciones, prohibir y regular la manifestación con lo que se le quita a la sociedad la única y verdadera forma de defender sus derechos, por lo tanto, nos hacemos daño a nosotros mismos con esa forma de lucha.
Ha llegado el momento de usar correctamente la organización social, y por ello se debe entender qué hay que sumarnos sobre la base de dejar de ver lo mío o lo tuyo, sino la defensa de los derechos legítimos de todos, deben dejar de ser la organización un instrumento que beneficie a los liderazgos y que sirva de plataforma política, hay que darlo la organización al pueblo mismo, a quien le pertenece en última instancia.
Sumarnos, organizarnos, trasparentar las demandas, ceder en aras de todos, so pena de morir políticamente y de permitir que los poderosos nuevamente se salgan con la suya. Antorcha les ofrece su respaldo, su prestigio, su estructura, herramientas organizativas y experiencia de casi 50 años en la lucha social que nos ha convertido en la organización de carácter nacional, mucho más grande que varios partidos políticos actuales, para que sea el instrumento de defensa de sus derechos, con el compromiso demostrable que no buscamos beneficio económico o político electoral alguno, sino como parte de nuestro compromiso genuino con la construcción de un país, más justo, más equitativo para todos su hijos. Pruebas de esta lucha, son nuestro respaldo a trabajadores de salud y la reciente lucha en este sector de los agremiados a CONIMER, a quienes reiteramos nuestro inamovible respaldo en la defensa de su legítimo derecho a un empleo digno, que es obligación de los tres órdenes de gobierno, y que no pueden eludir de ninguna manera, porque nuestra lucha y nuestra fuerza no lo permitirá.
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