Los casi tres años de Gobierno morenista, comprendidos entre 2018 y 2021, han transcurrido sin ninguna gloria, pues durante este lapso los habitantes padecimos y seguimos padeciendo la ineptitud, la indiferencia, la ignorancia y la arrogancia que ha caracterizado al gobierno de Melitón Lozano Pérez, actual secretario de Educación Pública (SEP) en el estado de Puebla, y de Benjamín Hernández Lima, que pasó a ser el presidente municipal una vez que Melitón Lozano fue llamado, por su amigo Miguel Barbosa, para ocupar la SEP en 2019.
Durante estos casi tres años de gobierno no se solucionaron los problemas de Izúcar, y lo saben bien todos los izucarenses, pues día con día pasan sobre las carreteras y calles llenas de baches, todos los días salen de sus hogares con inseguridad, no encuentran empleos formales y se dedican al comercio informal o a los trabajos temporales. Desde el inicio de la pandemia el ayuntamiento dejó solos a los ciudadanos y en este regreso a clases tampoco se ha dignado a dar su apoyo a las escuelas para evitar los contagios por covid-19.
En las pasadas elecciones, los ciudadanos eligieron de nuevo a Morena, acompañado del PT, que tuvieron como abanderada a Irene Olea Torres, que figuró como síndica durante casi toda esta administración que está por concluir, pues renunció el pasado mes de julio en una sesión extraordinaria de cabildo. Ello, porque se “preparará” para asumir el nuevo cargo como presidenta municipal, este próximo 15 de octubre, bajo el ritual de la entrega-recepción como mera formalidad, pues sabe bien lo que le van a entregar y sabe bien los favores políticos que los izucarenses deberemos de pagar.
El triunfo de la virtual presidenta se debe, en primer lugar, a la compra de conciencias, de ciudadanos que, al estar en condiciones desfavorables y por no tener confianza en los demás candidatos, decidieron cambiar su voto por el dinero. En segundo lugar, se debió a la poca claridad y unidad que tuvo la alianza “Va por Izúcar” (PRI-PAN), la cual quedó en segundo lugar. En tercer lugar, los demás candidatos solo dividieron a las fuerzas opositoras. Los opositores al Gobierno morenista no convencieron porque desde un inicio no se pusieron de acuerdo, debido a los intereses políticos y económicos que cada uno quiso abrazar, cuestión que se demuestra porque hubo 10 candidatos participantes. La preponderancia de los verdaderos intereses del pueblo de Izúcar no prevaleció, el principal objetivo de los candidatos opositores era sacar a Morena del poder, pero sin un proyecto claro, sin propuestas con miras a resolver los problemas que sufre el municipio, o mínimamente por intentar siquiera lograr convencer con sus palabras. Los ciudadanos seguramente razonaron que quien quedara en el poder no solucionaría las cosas, que la ciudadanía continuaría sufriendo y que los próximos tres años transcurrirían como siempre, siendo olvidados por los ganadores en la contienda electoral.
¿Qué les queda a los izucarenses? Tres años de reflexión, organizarse y exigir a la nueva presidenta la solución a las carencias que padecen las localidades y colonias del municipio. La ciudadanía no debe ni tiene por qué quedarse sumida en el marasmo en que se encuentra, debe organizarse y luchar, debe educarse, unirse y luchar por lo que le corresponde. No hay más. La llegada de Irene Olea es sólo más de lo mismo para conservar el poder, pero nada cambiará ni se solucionará si los pobladores no intervienen enérgica y organizadamente.
Los izucarenses deben llevar al poder municipal candidatos que sí se identifiquen con el pueblo, que dejen atrás sus intereses personales y mezquinos, para luchar por el bien común, lo que debe reflejarse en un proyecto progresista. De lo contrario, el pueblo los volverá a batear.
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