Hace algunos días, el propietario de Facebook, Mark Zuckerberg, anunció que esa empresa cambiaría de nombre y que, a partir de noviembre, se llamará Meta (Más allá, por su significado filosófico), y que Facebook solo será una de las subsidiarias de ésta, junto con Instagram y WhatsApp, las cuales también son propiedad de Zuckerberg, quien se se convirtió en millonario, y uno de los hombres más ricos del planeta, gracias a la invención, manejo y desarrollo de las redes sociales.
La explicación por el cambio de nombre que dio el propio Zuckerberg fue relativa a que la marca (brand, en inglés) Facebook se había quedado chica con respecto al desarrollo tecnológico que ha alcanzado esa empresa. Por su parte, especialistas en redes sociales indicaron que con el cambio de nombre, Facebook quiere limpiar su imagen, la cual se afectó por diversos escándalos protagonizados por la red social más grande del mundo como: en epocas de elecciones filtración de datos de los usuarios, filtración de cientos de documentos internos, desinformación en sus plataformas, fallas en la moderación de contenido y revelaciones sobre el efecto negativo que sus productos tienen en la salud mental de algunos usuarios.
Si vemos a Facebook solo como la red social más grande del mundo que ha brindado grandes beneficios de comunicación a la humanidad y que ahora pretende trabajar para que la internet explore todas sus posibilidades -como también argumentó Zuckerber al decir que desarrollarán la realidad virtual para que la gente -dentro del marco de pandemia por Covid-19-, pueda realizar reuniones de trabajo, bailar en una discoteca o practicar algún deporte casi como las realizaba antes de la pandemia, todos estaremos de acuerdo en el lanzamiento de Meta como empresa matriz que cobije a Facebook, WhatsApp e Instagram para que nos brinde mejores servicios que como hasta ahora.
Pero las cosas no son tan simples ni tan benéficas para la humanidad. Desde que Facebook se expandió por el mundo con la consigna de “facilitar la comunicación humana en un mundo globalizado” -como hábilmente Zuckerberg vendió la idea, palabras más palabras menos-, no faltaron voces críticas que cuestionaron el que los jóvenes invirtieran tanto tiempo de su vida en esa red social que era poco constructiva para los jóvenes y que, por el contrario, mucho los enajenaba y manipulaba. Y, en efecto, eso lo comprueban algunos datos: el portal de Statista, informa que los seres humanos pasamos casi siete horas navegando por la internet y, de ellas, tres horas con 27 minutos las gastamos en redes sociales en las que generalmente se busca: entretenimiento, alguna noticia de moda y juegos; los temas laborales solo repuntaron en 2020 por la pandemia, pero generalmente la gente pierde tiempo en el entretenimiento que ahora también le ofrece TikTok y las noticias falsas que se difunden por WhatsApp. En esta red, los moderados gastan entre dos y cuatro horas de su tiempo, pero los extremos desperdician hasta seis horas en promedio.
El objetivo de los medios de comunicación que llegan a un gran número de personas es, en primer lugar, la difusión de la ideología de los grandes grupos de poder y, de paso, la obtención de grandes ganancias a costa de esa gran audiencia. Las redes sociales (Facebook, Instagram, WhatsApp, Twitter, TikTok, etc.) no escapan a eso, aunque a la vista de los usuarios estos pasen desapercibidos.
Mark Zuckerberg pasó de ser un programador que estudió en la Universidad de Harvard, Estados Unidos, que en 2003 desarrolló una red para la comunicación entre universitarios (por lo menos eso cuenta la versión para niños, aunque se sabe que las fuerzas militares de Estados Unidos también trabajaban en ello) y que un año después se convirtió en Facebook, lo que le permitió, en abril de 2018, llegar a convertirse en el personaje más joven en aparecer en la lista de multimillonarios de la revista Forbes, con una fortuna valorada en más de 73 mil millones de dólares, con lo que se convirtió en la octava persona más rica del mundo. ¿Cómo le hizo? ¿Qué varita mágica utilizó para hacerse súper millonario en tan solo 17 años?
El secreto está en que, por medio de Facebook, el empresario Zuckerberg vendió la mercancía que tenía en sus manos, por cierto la mercancía más cara de todas las habidas en el planeta: datos y gustos personales de sus millones de usuarios, que a la fecha suman 2 mil 900 millones en todo el planeta (en México, de cada 100 usuarios, 99 tiene una cuenta de Fb). Esos datos no solo los vende a políticos a puestos de elección en diferentes países, a fin de favorecer sus candidaturas, sino también a los grandes corporativos comerciales para seducir a los facebookeros a adquirir sus productos, para lo cual echan mano de la moderna publicidad de “marketing de contenidos”, la cual utiliza información privilegiada o “contenido inspirador” que disfraza su naturalez comercial. De aquí que esté tan de moda el “contar historias” para tocar las emociones del receptor y moverlo a la compra, aunque no se lo digan directamente ni se dé cuenta. Los anuncios de marketing de contenido están diseñados para desencadenar la menor participación cognitiva posible, pero sí para crear una sensación cálida y difusa o para hacer reír a la audiencia. Ante esto, los menores de 25 años y, sobre todo, los menores de edad, se tragan el anzuelo comercial de las grandes corporaciones y, con ello, le entran al tan criticado consumismo, el cual aman y promueven los capitalistas e imperialistas.
La publicidad de marketing de contenido le aporta enormes ganancias a los grandes empresarios internacionales; por ello, en el año 2020, estos incrementaron 50 por ciento su inversión en este tipo de publicidad. Esto ha traído como consecuencia que televisoras y medios de todos los tamaños hayan visto reducirse sus ingresos por publicidad. Ahora, ya no se trata de llamar a la compra de un buen producto, sino de “conectar con las personas”.
Mark Zuckerberg es el principal beneficiario de la publicidad de marketing de contenidos a nivel global, pues dos de sus principales redes sociales, Facebook e Instagram
De aquí se desprende el gran interés de Zuckerberg de seguir desarrollando la tecnología, ahora a través de la realidad virtual, para que esta le siga aportando grandes ganancias y, con ello también cumplir con el primer gran objetivo del imperialismo: alejar a la gente, a los jóvenes de los grandes problemas que enfrenta el mundo y meterlos a una realidad virtual en la que sí pueda gozar de todo de lo que carece en el mundo real. Negocio redondo: enajena y manipula al mundo y obtiene enormes ganancias.
La alternativa para vivir en un mundo mejor no es ni Facebook, ni Metaversus ni su realidad virtual. La humanidad sabe que los grandes cambios sociales solo se pueden lograr cambiando de raíz la realidad y eso solo se puede hacer con preparación, decisión y valentía de los luchadores sociales.
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