Joao Havelange, al asumir el cargo como presidente de la FIFA en 1974, anunció: “Yo he venido a vender un producto llamado fútbol”. Fue excelente y los dueños del deporte lo mantuvieron ahí hasta 1998.
En un mundo dominado por el sistema capitalista, que produce mercancías, en donde la mayoría de la población trabaja en las fábricas para que unos pocos sean inmensamente ricos, el deporte es una mercancía. La Copa Mundial en Qatar es la cumbre de eso.
“La Copa Mundial de la FIFA en Qatar: la geopolítica, el dinero y los dobles raseros” es un artículo de Peter Schwarz, publicado por wsws.com, del que copio los siguientes párrafos: “Desde que se le concedió la Copa Mundial a Qatar, se firmaron acuerdos comerciales masivos. Solo la FIFA anticipa 7,5 mil millones de dólares en ingresos, un mil millones más que en la última copa en Rusia. (Para el festejo se construyeron ocho estadios, un metro, hoteles y un sinfín de cosas más y) estos proyectos fueron construidos por un enorme ejército de trabajadores de toda Asia bajo condiciones de explotación propias a la esclavitud. Las siete jornadas de 12 horas cada semana en temperaturas extremas, los dormitorios indescriptibles, los salarios de hambre que no les pagaban por meses, los pasaportes confiscados y la prohibición de cambiar empleos eran comunes”. Los trabajadores muertos en esas construcciones son entre seis mil 500, dice el diario The Guardian, o hasta 15 mil, sostiene Amnistía Internacional.
“Las empresas occidentales se han beneficiado enormemente del auge de la construcción. La firma de planificación alemana Albert Speer und Partner elaboró el plan maestro para la Copa Mundial y los planos de los ocho estadios. Albert Speer, quien falleció en 2017, era el hijo del arquitecto ministro de Armas de Hitler. Qatar también es un inversor codiciado. Los jeques son dueños de muchas propiedades y hoteles de lujo en Reino Unido, Francia y Alemania e importantes accionistas en Volkswagen, RWE, Deutsche Bank, Lagardère, Vivendi, Veolia, Total Energies y otras grandes empresas. El emirato también había comprado el club de futbol París Saint-German y lo convirtió en el equipo más fuerte de Francia comprando a jugadores caros y de clase mundial como Messi, Neymar y Mbappé”.
Además, “Estados Unidos mantiene su base aérea (militar) más grande en Oriente Próximo en Al Udeid (en Qatar). Fue protagónica en las guerras de Afganistán, Irak y Siria, y está ubicada inmediatamente al frente de Irán. Qatar participó en la guerra libanesa contra Muamar al Gadafi con sus propios aviones de combate y transporte. Apoyó a los grupos terroristas islamistas que instigaron la guerra civil en Libia y que fueron utilizados posteriormente en Siria contra el régimen de Asad. (El Mundial de Futbol en Qatar) no solo supone un fantástico negocio, sino que también sirve de plataforma para que Estados Unidos y las potencias europeas forjen nuevas alianzas contra Rusia y China. Con ello, no solo están cortejando a Qatar, sino a todas las monarquías del golfo pérsico”
Peter Schwarz finaliza: “La podredumbre del capitalismo, que crea la desigualdad social, la guerra, el fascismo y la degradación del medio ambiente en todas partes, infecta todos los ámbitos de la sociedad, incluidos la cultura y el deporte. El progreso cultural y el deporte de verdad, que no están sujetos al comercio, solo son posibles en el marco de una lucha por el socialismo, abogando por una sociedad que ponga el interés general por encima de los intereses lucrativos y que supere las fronteras nacionales”.
Hoy, los políticos, empresarios, artistas y analistas de occidente critican la violación de los derechos humanos en Qatar, el racismo, los nulos derechos de las mujeres y los homosexuales y la explotación. ¿Pero, en sus países, la burguesía no hace lo mismo que en Qatar? ¿En sus países sí hay derechos humanos, se respeta a los homosexuales, las mujeres no sufren violencia, los niños juegan en los campos, estudian arte y van a bibliotecas? ¡No, claro que no! Las críticas de los multimillonarios de occidente contra los multimillonarios de Qatar son pura hipocresía.
Veamos a México, en donde no hay política de estado para masificar el deporte. En las escuelas no existen canchas deportivas de calidad, campos de futbol, albercas, ni pistas, ni algo que impulse a los niños a jugar futbol, basquetbol, voleibol, a nadar o hacer su deporte favorito. Cuando mucho, a veces hay una cancha con porterías y canastas a la vez, y todos se la pelean.
En las escuelas no contratan a maestros de educación física y menos a entrenadores de alto rendimiento que impulsen a los niños a ser atletas que le compitan a los mejores del mundo. En cientos de pueblos, el máximo avance es construir frente a la presidencia municipal una cancha de basquetbol, que sirve para rendir honores o para los bailes de los sábados, pero no para torneos.
En las colonias que no tienen servicios básicos, menos van a tener un campo empastado para jugar el futbol. Porque nadie, desde el gobierno, ha planeado una política deportiva seria, que impulse a que todo el país haga deporte. Veamos el triste caso de la Conade y Ana Gabriela Guevara. ¿O no?
Los jóvenes se hacen adictos al alcohol, el tabaco y las drogas. Miles padecen depresión y muchos se suicidan. Otros miles más dejan sus sueños de ser artistas, científicos o deportistas, porque deben trabajar para ayudar al ingreso familiar: “De cada 100 niños que ingresan a la educación básica, solo 26 logran egresar de alguna licenciatura”, dijo la SEP.
Los niños y los jóvenes mexicanos no conocen a “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, “Los Miserables” o “La Ilíada” o cualquier obra clásica de la literatura, pero sí conocen el salario mínimo, la explotación en el trabajo, pedir limosna o cómo se debe trabajar bajo las órdenes de criminales.
En las escuelas, los maestros entrenan a los niños para saber qué hacer en una balacera. Y miles son asesinados por la delincuencia: “En los primeros cuatro años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador fueron asesinados 4,090 niños”; es decir, 90.9 niños asesinados cada mes durante el sexenio de Morena en la presidencia, según una publicación de El Universal.
¿Se crean científicos? ¿Artistas? ¿Deportistas? ¿Literatos? ¿Algo? No. Desde el gobierno no se ha propuesto una política diferente a la política empresarial, que es tan mala que tiene una selección de futbol que jamás ganará un mundial y que solo se conforma con “llegar al quinto partido”. Y si a todo eso le sumamos el vicio de las redes sociales… ¡Carajo, ni pa’ dónde hacerse! De los 131 millones de mexicanos, 100 millones usan las redes sociales. Y el promedio diario gastado en redes es de ¡nueve horas! Por todo eso no hay una buena selección mexicana, somos un país con pocas medallas olímpicas, no tenemos un buen equipo de básquet y muchas cosas más que no tenemos y que al parecer no sabemos cómo crearlas.
¿Y qué hacer? Dijo Fidel Castro: “Cuando cada muchacho encuentre en la ciudad, en el pueblo, en el barrio, un lugar apropiado para desarrollar sus condiciones físicas y dedicarse por entero a la práctica del deporte de su preferencia, habremos visto satisfecho el deseo de todos los que hemos hecho esta revolución”.
Antorcha sabe que para cambiar radicalmente el deporte en México es necesario, como en Cuba o en China, un gobierno popular, pero no estamos esperando a que eso suceda para empezar a trabajar. Nuestra organización promueve el deporte popular, que la gente deje de ser espectadora de las estrellas desde el asiento frente a su televisión y haga deporte. Para Antorcha, la práctica del deporte es fundamental para hacer hombres completos, multidisciplinarios, más felices y mejor preparados.
Creemos que el deporte bien practicado forja herramientas que les ayudan a tener una vida más plena: fomenta el trabajo colectivo, agiliza la mente para la toma de decisiones rápidas en momentos clave, cincela el cuerpo, hace que nazca en los hombres y mujeres el ánimo de triunfo y el orgullo, forja el ánimo y lo hace resistente ante los embates y hace al hombre más recio, lo prepara para las batallas que le impondrá la vida.
El deporte en el capitalismo se compra y se vende. A la clase humilde le toca solo comprarlo y observarlo en los estadios, la televisión, la radio y las redes. La división social que genera el deporte comercial es parte de la educación individualista con que el sistema capitalista nos educa, porque una sociedad individualista jamás buscará la forma de luchar por una vida mejor, no pedirá a sus gobernantes empleo, buenos salarios, obras en sus colonias, mejores escuelas, sistemas de salud de calidad. Para los gobiernos, el individuo que ve solo por sí mismo y que está peleado con la sociedad le sirve para mantenerse en el poder.
Antorcha lucha contra el deporte pagado que deja fuera a las masas populares y que nos divide. Esa es la filosofía que seguimos para buscar que todos los mexicanos practiquen su deporte favorito, un deporte que nos fraternice, discipline, eduque y nos una como clase social en la búsqueda de una patria justa con sus hijos. ¿No me creen? El pasado domingo realizamos el Torneo Nacional de Basquetbol, con 70 equipos de todo el país. Y a finales de enero de 2023 viene la Espartaqueada Deportiva, a la que asisten 25 mil deportistas de todo México.
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