Muchos eventos diarios, sobre todo de inseguridad, hacen que el problema mayúsculo de la pobreza en Guerrero, pase sin reflexión de las causas que la mantienen por muchos años como el ancla que detiene el bienestar de la mayoría de sus habitantes. Datos recientes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de desarrollo Social (Coneval), expuestos en el Informe Anual de la Situación de Pobreza y Rezago social por la Secretaria de Bienestar, muestran que de los tres millones 540 mil 685 de ciudadanos que habitan en Guerrero, solo se libran de esta desventura 281 mil 808 ciudadanos, que se consideran no pobres y por tanto no vulnerables. Solo el 7.9 por ciento de los guerrerenses entran en este selectivo grupo, si de algo sirve la comparación, es como si solo la ciudad de Chilpancingo con sus 283 mil habitantes estuviera sin pobreza, y todo el resto del estado la sufriera.
Siguiendo el informe derivado del Coneval, dos millones 363 mil 188 guerrerenses viven en pobreza moderada. Y completan el cuadro, 907 mil 629 personas que sufren de pobreza extrema, este número es extremadamente preocupante, pues representa el 25.5 por ciento de la población, muy por encima del promedio nacional que es del 8.5 por ciento. Con un porcentaje de 66.4 por ciento de población en pobreza, el estado de Guerrero se convierte en el segundo estado del país en esta situación, solo por encima de Chiapas que presenta el 75.5 por ciento de su población en pobreza.
Las repercusiones de esta condición provoca, que muchos miles de guerrerenses buscan ocupaciones en las más diversas actividades para acercarse lo más indispensable para poder vivir. Y es que a pesar de los discursos de los gobernantes que han hablado y hablan de combatir este fenómeno social, prácticamente el estado, en su historia como tal, no ha podido salir de los primeros lugares de pobreza. La generación de empleos creadora de riqueza no se percibe y la informalidad ocupacional crece hasta llegar al 80 por ciento de la población económicamente activa, ocasionando un estancamiento en el desarrollo de todo lo relacionado con la vida de las personas.
Los funcionarios del Gobierno federal y estatal, encargados de la Secretaría de Bienestar, dependencia responsable de impulsar el desarrollo social de los grupos vulnerables, han fincado su esperanza al igual que los funcionarios pasados en los programas presidenciales, declarando que sin ellos las cifras publicadas por el Coneval serían más catastróficas y que trabajan con dichos programas para revertir los índices de marginación, de pobreza, de acceso a la alimentación y a la vivienda. Con solo estos programas modificados, que históricamente no han dado resultados, difícilmente se generarán condiciones de desarrollo como optimistamente se publica. Ante esta circunstancia la actual gobernadora, afirma que la pobreza en Guerrero es un reto permanente, pero al igual que los funcionarios de Bienestar, no va más allá del uso de los programas para combatir la pobreza de los guerrerenses.
Ciertamente que los programas sociales, mitigan momentáneamente las necesidades que las personas pobres sufren, pero no impulsan una auténtica transformación en la vida de las comunidades y sus habitantes. Se han aplicado por décadas y el país entero continúa generando pobres a pesar de la ayuda de los adelantos científicos que impulsan extraordinariamente la productividad del trabajo y con ello la riqueza del país.
México y sus estados no son pobres, pero año tras año la pobreza entre los mexicanos aumenta, y solo un reducido grupo de mexicanos puede gozar la riqueza de los recursos naturales del territorio nacional mediante el uso de la fuerza de trabajo que emplean con salarios bajísimos. Así pasa en Guerrero, cada fin de semana, puente o periodo vacacional, se anuncia que los visitantes dejan cuantiosas ganancias al sector turístico privado, pero los trabajadores de las costas viven llenos de carencias. Lo mismo sucede en la minería, que de acuerdo a un estudio de la Secretaría de Economía, en el año 2020 produjo un valor de 55 mil 153 millones de pesos, y cuyas ganancias fueron a parar a manos extranjeras.
Los actuales tiempos se tornan más difíciles para los trabajadores, y pareciera que no hay salida a su difícil situación, y sin embargo la hay, aunque no fácil ni rápida. Está en entender por principio, las causas que provocan su vida precaria, hermanarse con todos los que sufren esta desgracia y disponerse a participar resueltamente en la vida pública del país, exigiendo primero, que se le resuelvan sus problemas inmediatos y, segundo, con su fuerza, prepararse para conquistar el poder de esta patria, para instituir un gobierno que se preocupe por todos los mexicanos.
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