Toda persona que pague impuestos ya sea de su salario, por algún servicio o al comprar algún producto, tiene derecho a que ese dinero recaudado por el Estado, que va a parar a las finanzas del gobierno, una parte le sea devuelta para construir obra pública, por lo menos básica en los pueblos y municipios. Esto es lo ideal, pero entre lo ideal y lo real, casi siempre hay un abismo.
En este pueblo llamado Miguel Alemán, las carencias de todo tipo están a la vista de todos. Es un lugar donde la gente trabaja desde muy temprano hasta muy tarde, (varios de ellos los siete días de la semana), en condiciones muy complicadas, por el calor y, en invierno, por los fuertes fríos. Aun así, cada mañana se disponen a tomar el taxi (así le llaman al transporte que los lleva al campo) que los va a llevar al lugar donde trabajan, bajo el peligro de que no se le salga una llanta o se descomponga a medio camino y ocasione accidentes, como ha pasado ya en varias ocasiones.
Por una parte, vemos una población con más de 50 mil habitantes que, año con año, con su fuerza de trabajo, miles de jornaleros producen miles de toneladas de uvas, nueces, calabazas, sandías, naranjas y todo lo demás que ahí se cultiva.
Por otro lado, vemos que esos jornaleros viven en muy malas condiciones, calles en muy mal estado, algunas duran semanas con agua encharcada, cuando llueve es casi imposible salir de esas colonias que se inundan; el sistema de drenaje a cada rato se colapsa, calles con ríos de aguas negras, y aunado a esto, el transporte público que va a Hermosillo (el único transporte) es un verdadero cochinero: camiones en mal estado, se descomponen a cada rato, asientos rotos y algunos de ellos sin sistema de aire acondicionado.
La verdad, los pobladores de Miguel Alemán, viven un en condiciones paupérrimas, y no debería ser así. Ya que gracias a estos jornaleros los demás pueden gozar en su mesa de tomates, calabazas, naranjas, uvas y demás. Como dice Martha Harnecker en su libro ¿Qué es la sociedad? “Sin los trabajadores en las minas esa gran riqueza minera quedaría para siempre hundida en la tierra. Sin el trabajo de los pescadores, el mar no entregaría sus peces, y sin el trabajo de los campesinos, la tierra no entregaría sus frutos. Es, por tanto, el trabajo del hombre es el que permite arrancar a la naturaleza sus riquezas. Las riquezas naturales de nada sirven sin el trabajo del hombre.”
“Sin la intervención del hombre, en este caso del jornalero, no es posible que la tierra de sus furtos, por más dinero y recursos que el patrón tenga, este no pude labrar el campo, necesita de otras y muchas manos para hacerlo, y es aquí donde juega el papel decisivo el jornalero. Pero ¿a manos de quien van a parar las riquezas que el jornalero extrae de la tierra? ¿van a para a manos de los trabajadores?”
Jornalero, estudiante, ama de casa, comerciante y los demás sectores, organicemos para cambiar las condiciones de vida en que viven la gran mayoría de los habitantes de Miguel Alemán. No nos confundamos, la riqueza que extraen los jornaleros día con día, va a parar a manos de los ricos, de los empresarios, mientras que al trabajador le pagan una pizca de la riqueza que él mismo produce en forma de salario.
El Movimiento Antorchista te invita a que te organices y luches de la mano con los que son como tú, intégrate en los diferentes grupos que se reúnen de manera periódica aquí, en el poblado. Ya los partidos políticos le han fallado a la población, solo nos buscan cuando hay campañas electorales. Trabajemos y luchemos por mejorar las condiciones de nuestro poblado.
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