El Paquete económico es el conjunto de documentos que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), como representante del Ejecutivo Federal, presenta ante la Cámara de Diputados, respecto a sus estimaciones sobre el desempeño de la economía para el siguiente año, la políticamente específica sobre impuestos, los ingresos que calcula que obtendrá y cómo planea utilizar el presupuesto público.
A partir de los Criterios Generales de Política Económica, Miscelánea Fiscal, Iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación y Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación, respectivamente, comienza el proceso legislativo que, antes del 15 de noviembre, debe concluir con la aprobación del presupuesto para el siguiente año, previo análisis, discusión y en su caso modificaciones y adecuaciones pertinentes.
Pero, en el caso de la Cámara de Diputados y más particularmente de los legisladores morenistas y sus aliados, que son la mayoría en este Órgano Colegiado, por cuarto año consecutivo, renuncian a su independencia, respecto al Ejecutivo, transgrediendo así el artículo 49 de nuestra Carta Magna que establece la división de poderes, cuyo objetivo principal, es evitar la concentración de los poderes del Estado en una sola persona, órgano o corporación, lo que posibilita los abusos de autoridad y, con el tiempo, el surgimiento e instauración de un régimen totalitario y tiránico, como ha quedado demostrado en varios pasajes de la historia de nuestro país y del mundo.
El grave proceder de los legisladores estriba en dos cuestiones esenciales: la primera de ellas, es que no son capaces de modificar absolutamente nada del proyecto enviado por el Ejecutivo, como si éste estuviera exento de errores, literal, no le modifican ni una coma, convirtiéndose así en cómplices del retroceso más agudo del país, que impacta directamente en el bienestar del pueblo mexicano, que no los eligió para que dinamiten con ello, la base del federalismo, que muchas luchas y sangre han costado a nuestra patria.
La segunda cuestión, también constituye un abandono a los más pobres de nuestro país, porque el presupuesto de egresos 2022 no propone ninguna medida para corregir las distintas crisis por las que atraviesa México, como la crisis económica que por el contenido del proyecto aprobado, más bien, la tendencia será su agudización, pues al no haber propuesta de reforma fiscal que grave a los de más ingresos, no habrá tampoco la recaudación necesaria para enfrentar las necesidades sociales de infraestructura y servicios, pero en contraparte, si se aumentaran las cargas impositivas para los de más bajos ingresos, haciendo más pesada la losa que llevan a cuestas. En este mismo sentido, el PEF 2022 no contempla suficientemente programas de apoyo al sector productivo y al campo, agudizando, aún más, la falta de empleos, lo que incrementará la desigualdad y la pobreza que, por cierto, está desbordada, al ser casi cinco millones de mexicanos los que han pasado a esta situación, en lo que va de la actual administración.
También el desarrollo de pueblos y colonias, seguirá durmiendo el sueño de los justos, porque el PEF de López Obrador no destina recursos para obras elementales de agua potable, drenaje, electrificación, caminos, pavimentaciones, escuelas, clínicas, hospitales, etc. Y además el incremento a las participaciones de estados y municipios es de apenas el 4.7, esto significa que no habrá obras del Gobierno federal y que los gobiernos estatales remaran contra corriente y los más perjudicados serán, como siempre, los que menos tienen, porque tendrán que seguir padeciendo sed, enfermedad, ignorancia y hambre.
Por otro lado, hay una asignación estratosférica que asciende a los 11o mil millones de pesos para las obras capricho del presidente, como la refinería Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto de Santa Lucia, muy cuestionadas en cuanto al incremento del costo originalmente proyectado y, en lo que a su rentabilidad en el corto y mediano plazo se refiere.
Los mexicanos debemos estar enterados y conscientes, que, para el presidente, sus caprichos están por encima de la salud, la educación, la vivienda, la cultura y el deporte de los mexicanos, también de la ciencia, la tecnología y la innovación, que sí son instrumentos que pueden incidir en el desarrollo del país, así lo deja sentir al destinarles menos recursos que a sus faraónicas obras.
Por último, en lo que se refiere a los programas sociales, el pueblo de México debe darse cuenta que dichos programas son un instrumento clientelar y electoral del gobierno de la 4T, porque si bien, son necesarios para que los más pobres se ayuden para completar su magro ingreso, pero, no representan un verdadero combate a la desigualdad y la pobreza que padecemos la inmensa mayoría de los mexicanos, la solución es alcanzar un vigoroso crecimiento y desarrollo económicos, sobre la base de un empleo para todos los mexicanos en edad de trabajar, con un salario digno y remunerador; así como, una reorientación del gasto social de nuestra patria que resuelva los grandes flagelos que nos aquejan y la instrumentación de una política fiscal progresiva, a través de la cual, paguen más los que tengan mayores ingresos. No hay de otra.
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