Necesitamos un gobierno identificado con su historia, su cultura y sus tradiciones, los mexicanos estamos hartos de que se llenen la boca los gobernantes de frases huecas, pero que no dicen nada, que le rehúyen al compromiso, que entiendan que deben invertir lo necesario en educación, para que todos los niños y jóvenes reciban la preparación necesaria, que los servicios de salud lleguen a todos los mexicanos, desarrollar un programa amplio de vivienda y servicios básicos, orientar la planta industrial para que no sólo esté dirigida a la exportación, que también se eleve la producción de bienes de consumo, apoyo a las pequeñas medianas empresas, generadoras de empleos, en una palabra: hacer lo necesario para elevar el nivel de vida de la población, que adopte un enfoque centrado en el bien común.

Implementar las reformas necesarias para mejorar significativamente el nivel de vida y el bienestar de las personas, que ese sea el objetivo principal de un programa de gobierno realmente comprometido con las causas populares, el gobierno tiene la obligación por mandato constitucional de crear empleos bien remunerados para todos.

Se debe hacer un estudio a fondo de las políticas sociales que han fracasado en reducir la pobreza extrema y la pobreza a secas, ¿Será muy complicado hacerlo?, yo creo que no, el problema es la falta de compromiso con los más desprotegidos, hemos visto desfilar a todos los partidos políticos tomando las riendas del poder, pero los resultados son muy similares, esto no debe de extrañar, pues todos pertenecen a la misma clase política, de ahí la facilidad con que brincan de un partido a otro sin la menor dificultad, comparten la misma ideología, en el fondo su compromiso no es con las mayorías, sino con los compactos grupos que se van turnando en el poder, cambiando solo los colores y las formas, pero que en su contenido son exactamente iguales, o en otras palabras, su verdadero papel es servir a los grandes magnates, mientras los indicadores sociales de pobreza fluctúan realmente muy poco, lo poco que se avanza en un sexenio, disminuye en el siguiente gobierno. 

Se tienen que estudiar las experiencias exitosas y aprender de los errores de otros países, pero sin intentar copiar modelos extranjeros, sino entender nuestras peculiaridades, nuestras propias contradicciones, con el objetivo central de arrancar de la pobreza a millones de personas, que mejoren su calidad de vida, acabar con las graves desigualdades que hacen pasar privaciones y sufrimientos a las familias proletarias.

No se trata de terminar desanimado y concluir que no se puede hacer nada, nos han acostumbrado a esperar a que llegue por fin un gobernante bueno, que nos salve, que por fin cumpla lo que prometió en campaña y se acaben nuestros sufrimientos, y precisamente esa es la trampa, esperar, esperar, pero eso nos lleva a la inacción, a la inmovilidad, a depender de la voluntad de la autoridad.

¿Por qué se comporta así la clase gobernante?, porque no tiene contrapesos, ejerce el poder sin oponentes, los jaloneos se dan dentro de los grupos de esa clase, solo se dan los reacomodos cada vez que llegan los periodos electorales, pero ya vimos que eso no es suficiente.

Cuando los obreros de las maquilas, de las minas y demás industrias, luchen por aumentos salariales y mejores condiciones laborales; cuando los trabajadores del campo y la ciudad salgan a la calle a luchar por una vida digna; y los estudiantes organicen protestas por un mayor presupuesto para educación, que salgamos a exigir vivienda digna para todos y servicios básicos, que todos los marginados que no han sido escuchados se manifiesten y que todas esas voces se puedan poner de acuerdo para de una vez por todas, a una sola voz se le exija al gobierno que aplique los presupuestos en beneficio de todos los ciudadanos, pero principalmente a las masas trabajadoras, mientras más nos tardemos, más tardará la solución.