Torreón, Coahuila.- En la Comarca Lagunera, así como en el resto del país, uno de los manjares que no puede faltar, en el marco del Día de Muertos, en los altares dedicados a los difuntos es el tradicional pan de muerto.
En Super Mass Panadería, uno de los negocios de los que el Movimiento Antorchista sostiene su independencia económica, la producción hojaldras, pezuñas y demás piezas características de la temporada, tuvo un gran éxito
en la víspera del 2 de noviembre.
Octavio Hernández López, panadero con una trayectoria amplia, compartió lo "lindo" que es el oficio de tahonero y, sobre todo, de elaborar el tradicional pan de muerto propio de una tradición que se resiste a morir en el norte de la República.
“Desde que yo tenía 7 años me gustó la forma que tiene el pan de muerto, la figura del pan, cómo se elaboraba, la práctica de la tradición. Se aprendió la elaboración del pan tradicional, de diferentes ingredientes, sabores”, señaló.
Normalmente el pan de muerto va relleno de queso crema, crema pastelera, nutella o cajeta; la fórmula puede variar de acuerdo al método de trabajo y a la programación de venta de cada establecimiento, eso sí, el sabor a naranja es imprescindible.
Ancestralmente, con base en la tradición católica que incluso tiene rasgos prehispánicos, el pan de muerto significa fraternidad o afecto hacia los seres queridos que ya partieron.
La estética del pan de muerto es peculiar y diferente a todo la variedad del pan comercial; está decorado con dos huesitos cruzados. La forma circular hace referencia al ciclo de la vida, que es eterna.
La bolita en el centro representa el cráneo del muerto y las hileras que surgen de ahí, son los huesos, así como las lágrimas derramadas por sus seres queridos. También se cree que la disposición de éstas es para crear una cruz. La preparación del pan de muerto se divide en las etapas del amasado, división, boleado, formado, fermentación, reposo y horneado.
Para la temporada, la industria panificadora en la Comarca Lagunera espera repuntes de ventas por arriba del 70 por ciento, ya que, en comparación con el año anterior y desde que azotó la pandemia, los ingresos se desplomaron derivado del confinamiento sanitario, aunque los alimentos de la panificación podrían ser considerados dentro del cuadro básico de insumos en la mesa de los laguneros.
De acuerdo a la Cámara Nacional de la Industria de la Panificadora (CANAINPA), a casi dos años de distancia de que los establecimientos tuvieron que cerrar, tienen la esperanza de una recuperación, ya que las pérdidas registradas oscilaron en más de un 80 por ciento.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario