Por segundo año consecutivo, mis compañeros de lucha me dieron la grandiosa oportunidad de viajar a estas tierras bajacalifornianas, encomendándome la enorme tarea de seguir impulsando entre los jóvenes artistas de Tijuana, el arte tan maravilloso que es el teatro.
Pero esta vez no vendría solo. Cual caballero andante, me acompañó un fiel escudero, y juntos llegamos hasta estas tierras fronterizas con el único objetivo de combatir todas las inclemencias y vicisitudes posibles. Y no me dejará mentir, mi querido “Principito”: salimos victoriosos.
La primera batalla que mi acompañante tuvo que superar fue contra el enorme pájaro de hierro que nos trasladaría a estas tierras inhóspitas. Y puedo decir que superó ese primer obstáculo con una gran valentía (aunque con los ojos cerrados, sujetando mi brazo y arrejuntándose a mí en todo el camino).
Al llegar a la que sería nuestra morada por algunos meses, tuve la dicha de encontrarme con mis queridos y siempre aguerridos obreros del arte fronterizo, comandados y bien dirigidos por la gran general oaxaqueña Alethia. Me llené de alegría al ver algunas caras nuevas entre las filas de este pequeño ejército danzarín, y no pude evitar conmoverme al ver que, aquellos que habían estado soportándome y brindándome su apoyo en aquella ocasión que pisé por primera vez este cuartel, seguían creciendo y fortaleciendo su ideal y convicción revolucionarias.
Apenas descargamos nuestras valijas con la poca ropa que traíamos, nos fuimos a la que sería nuestra semanal batalla: la colecta. Ni el sol ni el viento ni los monstruos motorizados, nos impedían realizar nuestra noble tarea. Cada fin de semana, nos esperaba aquel crucero sin igual, para poder deleitar a los cientos de viajantes y transeúntes con nuestros singulares pasos, aunque arrítmicos, siempre con mucha energía y alegría.
Pero nuestra principal tarea estaba por comenzar. Nuestra misión era clara: teníamos que hacer teatro. No se pueden imaginar ustedes el gran talento histriónico que se puede encontrar en estos lugares. Es una lástima que nuestros “neófitos” gobernantes, dejen desamparados y en el olvido absoluto las cuestiones culturales de nuestro querido país. La reducción del presupuesto en cultura a nivel federal en los últimos años representa un retroceso en la garantía de los derechos en el acceso a la cultura y nos pone lejos de los niveles de gastos de otros países. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales (DESC), en su Observación General 21, señalan que la cultura en todas sus manifestaciones es parte intrínseca del ser humano y configura la identidad.
Pero si nuestros gobernantes no hacen nada, nosotros para eso estamos aquí. Ya divididas las tareas, comenzamos con nuestro trabajo. Mi fiel escudero, pese a su inexperiencia en las cuestiones tácticas y de dirección, se hizo acompañar por tres extraordinarios combatientes, y con gran ímpetu y decisión, tomaron en sus manos la obra de Monte Calvo, y maravillando a propios y extraños, nos hicieron reír y llorar con una conmovedora puesta en escena. Mi escudero regresó a Puebla, a seguir con su preparación.
Yo tuve que quedarme a trabajar y preparar la obra que orgullosamente representaría a todo un estatal en la 21° Muestra Nacional de Teatro que organiza el Movimiento Antorchista. Sabía que la tranca había quedado muy alta el año pasado y para este nuevo reto debía contar con los más destacados combatientes de este pequeño, pero aguerrido, ejército de artistas. Fue por eso que enlisté en mi reparto al carismático, siempre sonriente y talentosísimo Joshi, su talento natural, su capacidad para memorizar y esa chispa que prende cada escenario que pisa, me daba la tranquilidad al saber que era el indicado para sacar la casta y poner muy en alto el nombre de Baja California.
Otro guerrero que no me podría faltar fue el gran ministro poblano Pablo, “Pabloba” o Pablito para los cuates. Sus tablas en los escenarios y su incansable pasión por brillar en los reflectores (aunque con una memoria de teflón, que se sustituye con su siempre disponibilidad) hacían de él un elemento infaltable en este importantísimo evento.
Y por supuesto no podía faltar en el reparto la hermosura y belleza femenina, mi Dulcinea, mi bailarina latosa y gritona, mi linda Dianita. Pero que todos sus encantos no la confundan, ella más que nadie ha demostrado lo que es ser un ejemplo de lucha y no importa lo cruel o difícil que sea la batalla siempre saldrá triunfante, altiva y más fuerte. En cuanto supe a qué nos enfrentaríamos en esta nueva contienda, sin pensarlo dos veces, ella fue a quien puse al principio de mi lista, y una vez más, me ha dado muestra del gran talento artístico que posee en sus venas.
Esta será la 21° Muestra Nacional de teatro, serán tres días: 3, 4 y 5 de diciembre, pero no estaremos solos, nos acompañarán nuestros hermanos mayores de Puebla, del Estado de México y de los Grupos Culturales Nacionales, que vienen armados con tres grandes puestas en escena, armas para la transformación del hombre. Ustedes, los jóvenes artistas de Tijuana, han demostrado tener el coraje y las facultades que se necesitan para encabezar el trabajo cultural. Libramos una batalla más, pero aún quedan muchas y cada vez más difíciles. Jóvenes, ahora tienen un arma poderosísima en sus manos: el teatro. Jóvenes artistas de Tijuana, en sus manos está el poner muy en alto el nombre de Baja California y, lo que es más importante, del antorchismo nacional: tengo la seguridad de que lo harán muy bien.
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