El pasado sábado 24 de julio de los corrientes, en gira realizada por el estado de Veracruz, el presidente de la república declaró que “llueva, truene o relampaguee” habrá regreso a clases presenciales en agosto. La nota fue publicada por el portal elsoldemexico.com.mx luego de que AMLO declarara en Boca del Rio: “ya fue bastante. México es con Bangladés el país que más tiempo lleva con escuelas cerradas”. Esto ocurre en medio de la tercera ola por covid-19 que atraviesa el país y cuando apenas aproximadamente el 35% de la población ha recibido el esquema completo de vacunación y no se sabe para cuándo será vacunado el resto de los mexicanos hasta alcanzar por lo menos un 70% de inmunizados como lo han venido demandando sectores importantes de la población estudiantil y magisterial agrupados en la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR) y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). En un claro intento por hacer campaña (cosa que sabe hacer muy bien, dicen algunos analistas y politólogos), declaró “que en Veracruz ya están funcionando 10 universidades públicas del sistema Benito Juárez. Asimismo, dijo, otras seis mil escuelas reciben su presupuesto para el mantenimiento como parte del programa “La escuela es nuestra”, con el cual también se preparará a las escuelas para el regreso presencial”
Hay que decir que el presidente de México no ignora que la ola de contagios se ha incrementado como nunca en los últimos días hasta alcanzar los 16,000 en un sólo día; acumulándose un total de cerca de 2,500,000 contagiados; tampoco desconoce que el número de fallecidos, según sus datos, ronda ya los 238,000 (expertos consideran que van más de medio millón de fallecidos). Su decisión pues, no obedece a que desconozca la realidad que vivimos los mexicanos en relación con la pandemia, su decisión, por lo que se ve, obedece más al interés de importantes sectores de la iniciativa privada (industriales, comerciantes y prestadores de otros servicios) que buscan a toda costa la reactivación de la economía, aún a costa de la muerte de muchos mexicanos. “Que se mueran los que tengan que morirse” parece ser la consigna. Habría que recordarle al presidente que no se trata sólo de ver cuánto tiempo lleva nuestro país con las escuelas cerradas, se trata de crear las condiciones más favorables para el regreso a clases presenciales, y de esto nada se dice a pesar de que es obligación del estado y de nadie más. Si el Gobierno de la república está tan preocupado por la educación de millones de niños y jóvenes, pues entonces que se ponga a trabajar en serio para garantizar la vacuna para la mayoría de los mexicanos y cree las condiciones sanitarias mínimas al interior de las escuelas que garanticen que no habrá más contagios.
Para echarnos tierra en los ojos y hacernos creer que su gobierno está trabajando duro y en serio en favor de la educación; informa de que sólo en Veracruz están ya funcionando 10 nuevas universidades públicas del sistema Benito Juárez, pero nos oculta que hay otras universidades también públicas como las de Sinaloa, Nayarit y Morelos entre otras, con serios problemas financieros que no les permite en muchas ocasiones ni siquiera cubrir con oportunidad los salarios de sus maestros y trabajadores. No se trata sólo de crear más universidades, sino de fortalecer las que ya existen. Omite decirnos a los mexicanos (seguramente con toda intención) que el programa “La escuela es nuestra” entrega a los comités de padres de familia apoyos que no rebasan los 200 o 300 mil pesos cuando las necesidades que padecen miles de estas escuelas -lo mismo en la zona rural que urbana- rebasan con creces estas cantidades. En mi contacto diario con amplios sectores de la población rural en el municipio de Huehuetla, Hidalgo, he tenido la oportunidad de conocer dos casos de escuelas primarias, a una le dieron $150,000.00 para construir la techumbre de su cancha (hay que decir que una techumbre tiene un costo aproximado de por lo menos $1,400,000.00) a la otra le entregaron cerca de $300,000.00 para la cerca perimetral. Muchos centros educativos a todos los niveles (no sólo las seis mil de las que habló el presidente en Veracruz) necesitan aulas, laboratorios, muros de contención, módulos sanitarios, salas de computo, bardas perimetrales, techumbres, canchas deportivas, mobiliario y equipo, etc., etc.
La decisión anunciada del regreso a clases presenciales no ha sido tomada con la seriedad y responsabilidad que se debe; se trata más bien, de responder a los intereses de ciertos sectores, más preocupados por vender sus mercancías que por garantizar la salud de la población. Así como tampoco se tomó en serio la pandemia en sus inicios ni se tomaron las medidas correspondientes para evitar los estragos que ha provocado; tampoco se está tomando con responsabilidad el regreso a clases presenciales. Recordemos que se han estado registrando casos de gente ya vacunada que volvió a contagiarse e incluso se han reportado fallecidos entre los propios maestros. Tampoco debemos desdeñar el hecho de que la variante Delta del virus está infectando niños y jóvenes según lo han reconocido altas autoridades del sector salud.
Por eso, los estudiantes, maestros y padres de familia debemos apoyar el regreso a clases presenciales, pero sólo hasta que el gobierno garantice la vacunación de por lo menos el 70% de la población, se satisfagan las necesidades materiales de las escuelas y se cumpla con las medidas sanitarias mínimas al interior de las escuelas. De lo contrario estaremos exponiendo irresponsablemente la vida de nuestros hijos y nos convertiremos en cómplices de la política irresponsable y homicida del gobierno.
Defendamos la educación de calidad de nuestros hijos dentro del marco de derecho que nos rige; defendamos el derecho de los maestros a ejercer su profesión sin poner en riesgo sus vidas y hagamos que el gobierno cumpla con la obligación que tiene de garantizar la educación laica y gratuita desde preescolar hasta el nivel universitario; exijamos al gobierno que el dinero de nuestros impuestos se invierta en la compra de vacunas y el acondicionamiento de la infraestructura educativa del país. No hacerlo así y ahora, nos puede costar la vida a muchos.
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