La ciudadanía de Sonora está organizada de tal forma que pocos son los ganadores y muchos los que creen que son libres y que ganan, cuando en realidad sólo sobreviven. Esta creencia de ser libres, de poder hacer lo que se quiera, de no ser pobres siéndolo, es la mejor garantía para que siga habiendo una élite que tiene y goza de todo lo imaginable.
Los que nada tienen, deben vender su capacidad de trabajar para existir, sobreviven en condiciones de opresión, pero creen que son libres.
Los mineros, los jornaleros, los obreros de las maquilas y de todo tipo de fábricas, los choferes y empleados más diversos, los albañiles y los maestros y los reporteros, todos, en fin, los que no viven del trabajo de otros porque no tienen medios de producción con qué explotarlos, los que en economía llaman proletarios, forman una clase necesariamente oprimida; de otra manera no podría existir su contraparte, los otros sonorenses, pocos, que forman la clase de los que sí viven del trabajo ajeno, la clase de los poderosos, los opulentos de vida imponente, cuya enorme riqueza sólo puede existir a costa de una enorme pobreza y que les permite comprar el poder político, adueñarse de él por siglos, por generaciones, administrarlo personalmente o con títeres, para impedir con todos los recursos y fuerzas gubernamentales que los oprimidos intenten siquiera convertirse en un solo ser, colectivo, unido, pensante y consciente de su situación de opresión.
Todo lo pueden tolerar los opresores, menos que el oprimido sepa la verdad de sí mismo, que llegue a ser consciente de su yugo, porque entonces se caería el engaño de siglos…sería su perdición.
Si se derrumbara esa mentira ancestral, entonces crecería la organización popular consciente y surgiría la transformación de los muchos débiles en uno solo, fuerte, invencible: se afirmaría un sujeto colectivo luchador, un hombre nuevo constituido por miles de hombres y mujeres sonorenses que por fin aceptarán su realidad de oprimidos. Y entonces el conócete a ti mismo se convertirá en arma material viva que tumbe la venda de los ojos a la conciencia proletaria, haga rechinar los dientes al comprenderse engañado por generaciones y surja la decisión firme de acabar con nuestro sojuzgamiento, de emprender el camino de nuestra verdadera liberación.
La opresión es un acto político sistemático ejercido todos los días sin descanso por los poderosos de Sonora contra los proletarios, los campesinos, los intelectuales y las pequeñas burguesías durante generaciones: esa lucha ha sido la historia de Sonora y la 4T no vino a cambiar nada, al contrario, ha creado las condiciones para que sea más opresiva… la pobreza ha aumentado con el gobierno de Morena: el número de sonorenses pobres aumentó de 774 mil antes de la 4T a 885 mil, esto es, 111 mil más en esta esclavitud, datos de fines del año pasado, según el último informe del Coneval… pero los oprimidos siguen creyendo que son libres
El desempleo, las jornadas agotadoras y los bajos salarios son formas de opresión. Los aumentos de precios, la inseguridad comercial, la corrupción creciente, el control sindical charro y las justas demandas de las luchas obreras, solucionadas como si fueran graciosas concesiones de los gobernantes en turno; las deudas, las hipotecas, los préstamos, también son modernas cadenas con que nos sujetan los opresores.
La falta de protección a la mayoría de la población por la fuerza pública, la impunidad, la inseguridad y la cárcel al inocente que sufre castigos por delitos ajenos, los tribunales injustos, competentes sólo con el poder del dinero, son más formas de opresión. El recorte a los programas sociales, el pesado y creciente burocratismo para acceder a los pocos que quedan, el engaño y la mentira política, la negativa constante a solucionar las demandas de obras y servicios para las comunidades y colonias más pobres de Sonora, mientras los barrios ricos gozan de todo y de toda la voluntad de los gobiernos, son actos políticos que brindan beneficios solo a los opresores. La transformación de las mayorías indígenas en explotados jornaleros de sus propias tierras, el desprecio por el color de su piel, la inseguridad jurídica de sus posesiones y la de los lotes y terrenos donde viven los pobres de la tierra sonorense, también son manifestaciones de la misma opresión.
Las normas sociales y los estereotipos humillantes, las reglas institucionales inamistosas, enemigas del pobre, con sus papeleos infinitos y absurdos, pesan más que las cadenas de los oprimidos de las sociedades esclavistas. La maraña de leyes y su ejército de gánsteres que sólo han servido para mantener por siglos nuestra opresión. La subordinación humillante por doquier, el uso abiertamente faccioso y cínico de los programas sociales por la 4T para doblegar a los siempre débiles y comprar con una limosna su voto, son otras tantas formas de opresión triunfante y dócilmente aceptada por muchos… que siguen creyendo que son libres. ¡Qué bien ha triunfado el engaño! ¡Qué gran éxito para los opresores!
La frustración y el ánimo decaído por la imposibilidad, en condiciones de dejadez y pobreza inauditas, de hacer el bien o cuando menos hacer más dignamente las cosas, como Dios manda; los sueños y los planes realistas deshechos; las cadenas de la ignorancia que nos atan a la impotencia. La basura musical que nos arrojan nos embrutece, el alcoholismo y la drogadicción que cuenta con ejércitos de funcionarios cómplices, la mala educación pública, los ríos de estudiantes que no tienen ni para el camión, ¿quién duda que sus desgraciadas consecuencias garantizan mantenernos oprimidos? El abandono en que el Estado tiene a nuestros enfermos y discapacitados, la desazón inextinguible de todo el que entra a un hospital público, porque sabe que no habrá cura sino calmantes de mala calidad. El hambre: antes de la 4T uno de cada cuatro sonorenses no ganaba para comer suficiente y bien, hoy es uno de cada tres. La descripción no es para configurar un cuadro de pesimismo, es una realidad opresiva inherente a este sistema capitalista que nos hace maldecirlo.
El asesinato de líderes sociales y periodistas, las desapariciones, el crecimiento descontrolado de la violencia, todo contribuye al agobio generalizado: la dichosa esperanza de México fue sólo otro engaño, la desesperanza se apodera de nuestros pechos y los oprime dolorosamente. El Jesús en la boca de nuestras madres y padres todos los días, a cada instante, por la discriminación, los feminicidios y asesinatos. En realidad, la pobreza es un estado de opresión 24 horas al día, sin vacaciones.
La falta de apoyo a los artistas, deportistas, científicos y cineastas es otra forma de garantizar los privilegios de los opresores: el sistema permite que de vez en cuando uno o dos triunfen, para dar la impresión de que aquí el que quiere triunfa y gana. ¡Mentiras! La represión académica, la persecución, la satanización de los opositores, la descalificación del que piensa diferente, son actos políticos conscientes para acallar las voces críticas de la 4T, moderno azote de los opresores contra los proletarios y las demás clases oprimidas. Ya es tiempo de que nos demos cuenta: la 4T es la nueva versión de la opresión, la macana de los déspotas.
En fin, no hay esfera de la vida de los proletarios y demás clases bajas que escape a la opresión. Pero hemos dicho ¡basta! Ya no nos pidan sumisión ni resignación, ya no queremos sufrir la amargura de su yugo. Es hora de organizarnos para cambiar. E pur si muove (y, sin embargo, se mueve): aquí sigue encendida la Antorcha que ilumina el camino de los oprimidos hacia nuestra verdadera libertad, aquí, vengan, aquí estamos, millones como un solo hombre con un solo ideal.
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