La reciente cumbre de la CELAC, realizada en la ciudad de México el 18 de septiembre tuvo muchas repercusiones en los medios de comunicación. Periódicos y columnistas destilan odio por todos los poros, para repetir que los gobiernos de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela y de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de Cuba, son unos tiranos, dictadores y en sus pueblos no hay2 democracia ni libertad.
Ellos hablan de libertad y democracia como lo mejor que hay en el mundo, hablan de libertad pero sólo de la libertad de ellos, no le conceden el derecho a los cubanos, venezolanos y nicaragüenses de decidir lo mejor para su patria, aunque eso no este de acuerdo con los intereses del Norte. Defienden la democracia mexicana, que todos pudimos apreciar el 6 de junio. Ya hemos visto que la libertad que tienen los trabajadores es de escoger a un amo que los explote a su antojo.
Desde que se dividió la sociedad en clases, el odio de las clases poderosas hacia los menos afortunados es palpable y latente, un claro ejemplo la gente lo ha podido apreciar cuando le toca trabajar de empleada doméstica en una casa de San Pedro, Nuevo León. Ese mismo odio que sólo aquellos que hemos podido sentir en carne propia, observamos como se sienten superiores en todos los terrenos y que como herederos de esa clase, son los únicos que tienen la razón y, ¡ay¡ pobre del pobre que se atreva a contradecir al patrón.
Hay niveles, por supuesto, como la lucha de clases está en la arena internacional, también el odio se convierte en internacional. Sólo algunos ejemplos: Carlos Marín, de Milenio escribió: “Aunque no hubieran abierto la boca quienes representaron a las tiranías de Cuba, Venezuela y Nicaragua (Miguel Díaz-Canel, Nicolás Maduro y el canciller del dictador Daniel Ortega, Denis Moncada)”. Dice Jorge Fernández Meneses: “La defensa de Venezuela y la visita de Nicolás Maduro a México es más vergonzosa (vergonzosa si hablamos de Maduro, pero no de Abascal, el de Vox) aún. Maduro es un paria en el ámbito internacional”.
Hace más de 100 años, en los tiempos de Zapata, El Imparcial titulaba: “Es espantoso lo que está pasando en el estado de Morelos, -la gente de E. Zapata comete atropellos sin nombre; el periódico Excélsior, ante el asesinato del caudillo: Murió Emiliano Zapata: el zapatismo ha muerto- El sanguinario cabecilla cayó en un ardid hábilmente preparado por el General Don Pablo González”, como se ve, querido lector, el odio no terminará mientras existan las clases sociales.
Desde que la sociedad se dividió, la eterna lucha sigue. Unas veces la lucha es velada, encubierta, parece que reina el amor, otras salta a luz y se manifiestan en todo su esplendor a través de manifestaciones, mítines, huelgas y hasta lucha armada. Desde que los esclavos que se rebelaron contra sus amos romanos, hasta nuestros días se siguen presentando episodios y la lucha ideológica es sólo un reflejo de lo que sucede en la base de la sociedad, y como ya lo dijeron los teóricos, esto sólo terminará con el triunfo de una de las clases en pugna o la desaparición de ambas.
Y la lucha ideológica es importante porque educa y enseña, bajo ese marco están los columnistas. También fue educativo el sexenio de Vicente Fox, que tanto prometió el cambio. Lo mismo que “el bronco independiente”, y ahora, el Sr. presidente, nos dejan una lección. Gracias a estos señores, el pueblo se está dando cuenta que la única alternativa que le queda al pueblo es organizarse y dar la lucha por mejorar sus condiciones de vida, aunque nos critiquen los poderosos.
¿Por qué tanto odio con el gobierno cubano? Porque a pesar de todos los defectos que pudiera tener, millones de hombres y mujeres se han beneficiado de esa revolución, ya sea de su programa de Alfabetización o a través de sus médicos. Y, si los cubanos no están de acuerdo con su gobierno, es tarea de ellos, nada más, sin la injerencia de otros países. Ellos mismos lo han dicho: “si el gobierno más libre y democrático del mundo, quiere probarnos como somos: que quite el bloqueo y desaparezca la base de Guantánamo, en donde miles de hombres han pagado con su vida y su libertad, al creerse el mito que ellos mismos pregonan”.
Ese odio que destilan esos personajes de traje y corbata, es el mismo odio que le siguen teniendo a Emiliano Zapata, a quién llamaban el Atila del sur; el miedo que le tuvieron y le siguen teniendo cuando se pronuncia el nombre de Francisco Villa. La lucha del pueblo de Cuba, Venezuela y Nicaragua es genuina y por eso tanto odio; no se refieren de la misma forma cuando hablan de Colombia, o lo que sucede en Ciudad Acuña, sólo porque ahí, los que humillan y maltratan al pueblo, son los poderosos.
Los que buscamos un mundo mejor, debemos revisar con profundidad la historia, con pensamiento crítico. Hay algo que identifica plenamente a los reaccionarios, cuando se dirigen o hablan de algo genuino. Cuando hablan de China, hablan de que allá en el oriente hay una Dictadura. Cuando hablan de Estados Unidos hablan del reino de la democracia. Y nos invitan a todos los mexicanos a que defendamos con todas nuestras fuerzas esta democracia. Pero hablando en plata, la democracia por sí sola no conduce a la mejoría de la gente. En la actualidad, nuestra democracia sirve a los ricos y poderosos de México, el pueblo debe razonar correctamente y fijarse quien realmente son sus amigos. Porque hay lobos vestidos de ovejas con la finalidad de confundir al pueblo. Y, como diría Cervantes: “para verdades el tiempo”.
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