Pocas cosas han definido tanto a los comunistas a lo largo de la historia de la humanidad, como el estar sujetos a un programa táctico que descanse sus bases en un principio filosófico real y científico. ¿Cuál? El marxismo-leninismo, que es, hasta el momento, el punto más desarrollado al que ha llegado la filosofía humana y a través del cual, se puede dar explicación a los distintos periodos y modos de producción que, en la humanidad han existido.
El ser congruentes con nuestro programa de acción y, de ser necesario, adecuar según las condiciones y necesidad de la época o coyuntura contemporáneas es, en una buena medida, lo que ha hecho que nuestra organización permanezca viva y fuerte a casi medio siglo de su gestación.
Antorcha, abiertamente, se ha declarado una organización marxista que busca, no sólo mejorar las condiciones de vida de los más de 126 millones de habitantes de México, sino la toma del poder político para, desde ahí, adecuar el sistema económico y cambiarlo por uno que distribuya equitativamente la riqueza nacional y permita todas las potencialidades del hombre.
Sí, hasta allá llega la visión de nuestra organización, pero hacerlo no es tarea sencilla, es una verdadera labor titánica que, en su andar, ha recogido también las experiencias revolucionarias de Latinoamérica y el mundo, las ha estudiado, criticado y usado como ejemplo vivo de la fuerza del pueblo y de los desaciertos que podamos cometer en el camino.
Quien no conoce el programa de Antorcha Revolucionaria, cree que esta, nuestra organización, es solo un grupo de personas que dedican su vida a recoger demandas económicas y busca, solamente, sanar por fuera y de manera superficial los males de la sociedad, más no es así. El planteamiento del antorchismo es científico y durante casi medio siglo, hemos sido severos al momento de criticar la realidad de nuestro país y los tropiezos tan atroces que han cometido algunos de sus gobernantes.
Sin importar el color del partido, hemos dicho un día y al siguiente también, que el verdadero problema de México es la pobreza, la forma tan inequitativa en la que esta se reparte y cómo, a pesar de ser esta patria, la nuestra, la XIV nación más rica del mundo (indican datos de 2023, entregados por el Fondo Monetario Internacional) en Latinoamérica fluctuamos entre el segundo y tercer país con más pobres.
Durante el siglo XIX, la socialdemocracia rusa se encontraba en serios aprietos. La parte reformista, encabezada por Bernstein, hacía eco en que se podía aplicar reformas que “suavizaran” el comunismo y que, de alguna manera, se podía congeniar con el gran capital, como aquel que cree que un animal salvaje puede domarse a través de mimos y cantos, pero que tiene contados sus días.
La otra parte de la socialdemocracia, encabezada por el gestor de la revolución de octubre, Vladimir Ilich Uliánov, no era dogmática y cuadrada como se le acusaba, era consecuente con su ideal y su base filosófica, por tanto, sabía que congeniar con el capitalismo era imposible, pues lo que se buscaba ya en ese entonces era la supresión de la propiedad privada de los medios de producción, la fuente de la explotación que es, al final, el combustible del capitalismo.
Las diferencias fueron irreconciliables, y la parte de la socialdemocracia que jugaba con la fiera salvaje esperando “domar” sus sentimientos, terminó siendo alimento para la misma, mientras que la otra parte que constituyó más tarde el Partido Comunista Ruso, llevó a cabo la prueba irrefutable de que una sociedad distinta, sin distinción de clase, es completamente posible.
Quien no conoce el programa de Antorcha Revolucionaria, cree que esta, nuestra organización, es solo un grupo de personas que dedican su vida a recoger demandas económicas y busca, solamente, sanar por fuera y de manera superficial los males de la sociedad, más no es así
En México, los distintos intentos por la construcción de un partido realmente comunista fueron una prueba y error (y otro y otro error) pues, desde la crítica de José Revueltas (que se sintetiza en el Ensayo sobre un proletariado sin cabeza), no hubo un hecho real por la construcción de un plan que realmente sentara las bases para la construcción de una sociedad más justa en nuestro país, hasta la llegada en 1974 de nuestra organización.
Antorcha tiene fuertes y reales ventajas, la primera es la identificación real de los problemas de nuestro país; la segunda, el fiel estudio científico y filosófico de nuestra base y, por último, pero no menos importante, el apoyo de nuestro pueblo, de la masa trabajadora de nuestro país.
Por esto, compañeros, los invito fervientemente a no ver el estudio como una carga pesada, sino como la prueba irrefutable de que tenemos razón, que una vida mejor para todos es posible pero, para lograrlo, entre otras cosas se necesita, el estudio de nuestro programa, para ser fiel a este y adecuarlo a las circunstancias y necesidades de nuestro entorno y de nuestro trabajo concreto. Como arma libertadora, estudiemos nuestro programa, es labor de cada antorchista, de cada plenista, de cada dirigente y de cada organismo, saber por qué luchamos. ¡Ha cumplir con nuestra tarea!
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