La educación, ese motor que debería encaminar a las naciones hacia la igualdad y el progreso, se ha convertido en el centro de una encrucijada en México. En teoría, todos los ciudadanos, sin excepción, tienen derecho a una educación de calidad, laica y gratuita, tal como lo establece la Constitución. Sin embargo, en la práctica, esta promesa se ha erosionado en los últimos años, dejando a la educación en un estado de incertidumbre y desigualdad.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha marcado un punto de inflexión en la educación mexicana al revertir la reforma educativa implementada por su predecesor, Enrique Peña Nieto, y dar paso a la Nueva Escuela Mexicana (NEM). Aunque esta nueva propuesta parecía ser una bocanada de aire fresco para el sistema educativo, las sombras que la acechan son cada vez más evidentes.
El Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) ha señalado que la NEM carece de una estrategia educativa sólida a largo plazo, basada en evidencia y acciones concretas para llevar a cabo en las aulas. Esto plantea la preocupante pregunta de ¿hacia dónde se dirige la educación en México bajo esta nueva visión?. La incertidumbre es el único denominador común.
El recién anunciado plan de estudios para el año 2023 ha generado aún más inquietudes. Parece poner en duda la importancia de materias fundamentales como el Español y las Matemáticas en favor de un enfoque en los contextos sociales y culturales de cada escuela. En papel, suena atractivo; sin embargo, en la práctica, carece de directrices claras y sustento sólido.
La educación es una herramienta poderosa para dar forma a la sociedad. A través de ella, se pueden transmitir valores, perspectivas y creencias a las generaciones futuras. Por lo tanto, es fundamental que esta herramienta se utilice para empoderar a los ciudadanos, en lugar de mantenerlos en la ignorancia
Esta falta de claridad está llevando a una creciente brecha educativa en México. Las escuelas privadas, con recursos, tecnología y reconocimiento a nivel nacional e internacional, están en condiciones de proporcionar una educación de alta calidad. Mientras tanto, el resto de los mexicanos se ve atrapado en una Nueva Escuela Mexicana que parece socavar la importancia de las disciplinas esenciales.
La gran pregunta es: ¿cuáles son las verdaderas prioridades del gobierno en materia de educación? ¿Se trata de mejorar la calidad de la educación y el bienestar de los estudiantes, o estamos viendo una consolidación de poder y el resurgimiento de los intereses de la clase más privilegiada?
La educación es una herramienta poderosa para dar forma a la sociedad. A través de ella, se pueden transmitir valores, perspectivas y creencias a las generaciones futuras. Por lo tanto, es fundamental que esta herramienta se utilice para empoderar a los ciudadanos, en lugar de mantenerlos en la ignorancia.
Sin embargo, las iniciativas gubernamentales para fomentar la lectura y la educación en México han demostrado ser insuficientes y, en muchos casos, meros actos de propaganda. Esto se agrava cuando se considera la falta de recursos educativos en las comunidades más vulnerables y aisladas.
Es evidente que el sistema actual no favorece una mano de obra culta y educada. La clase dominante prefiere que los menos afortunados permanezcan en la ignorancia, sin comprender su verdadera situación económica y sin unirse para exigir sus derechos. La educación se ha convertido en una herramienta para mantener a la población en la ignorancia y perpetuar un sistema de explotación.
El Movimiento Antorchista Nacional comprende esta necesidad fundamental. Busca educar políticamente a sus miembros y proporcionarles una comprensión profunda y científica de la realidad en la sociedad mexicana. Esta educación es esencial para cualquier activista revolucionario que busque cambiar las condiciones de su clase.
Es hora de despertar y reconocer que el actual gobierno no está trabajando en beneficio de los desprotegidos. Morena, en lugar de priorizar a los pobres, parece ser una continuación del neoliberalismo bajo un nuevo nombre. La clase trabajadora debe organizarse y educarse para cambiar esta situación de pobreza y explotación.
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