Hoy 10 de mayo quiero compartirles un mensaje del ingeniero Aquiles Córdova Morán, dirigente del Movimiento Antorchista Nacional, que intentaré parafrasear, porque, considero de una importancia vital a propósito del día de la Madres.
Todas las madres modernas, entre las que me encuentro, nos hemos dado cuenta de que nuestro rol en la sociedad ha ido cambiando conforme a las condiciones que lo requieren. Desde la forma en que cuidamos la gestación de nuestros hijos, cómo parimos, cómo los alimentamos, cómo cuidamos de ellos, cómo los educamos, el tipo de vida que pretendemos darles, etcétera.
A diferencias de las madres tradicionales, la mayoría de las madres de hoy somos también trabajadoras; tenemos un empleo con el cuál, apoyamos el ingreso económico del hogar. Cosa que al principio era un privilegio, es decir, el contar con el permiso para laborar fuera de casa; pero poco a poco se fue convirtiendo en una necesidad, pues ahora el salario del marido no alcanza para satisfacer las necesidades del hogar y la familia. Eso, sin duda nos ha dado un sentimiento de libertad, pues, nuestras madres, abuelas y tatarabuelas, no tuvieron esa oportunidad, ese “privilegio”. Pero la tarea del cuidado de los hijos sigue siendo nuestra responsabilidad casi exclusiva, para eso, hemos tenido que valernos de distintos apoyos, por ejemplo, los abuelos, los tíos, amigos o vecinos; hacer uso de una guardería, contratar una niñera para que los cuide en casa mientras laboramos, etc. Toda esta mecánica ya la vemos normal, incluso, aquellas mujeres que aún no son madres, ya tienen contemplado en su ideal, funcionar de esta manera.
Ser madres en estos tiempos trae por añadidura el sacrificio de la tarea en sí, pero también la angustia de vivir en un dilema existencial, conformarnos con lo que podamos ofrecerles a nuestros hijos, u obligarlos (de cierta manera) a que prescindan de nuestra presencia para salir a trabajar y darles mejor vida. Los resultados de este nuevo tipo de crianza materna, por las obligaciones laborales de las madres, los estamos y estaremos viendo en los años que siguen; por ejemplo, la manifestación de diversos tipos de enfermedades en nuestros pequeños, alergias, déficit de atención, obesidad, ansiedad, depresión, irritabilidad, HDT, autismo, y un etcétera largo; debido a la rápida y acelerada vida que llevamos, y ellos con nosotros.
Y aunque pudiéramos caer en la cuenta, de la gran cantidad de problemas que acarrea la vida que llevamos actualmente las familias, debido al rol que desempeñamos las madres en el hogar; no quisiéramos volver a lo de antes, es decir, estar encerradas en casa, criando muchos hijos y esperando al marido que vuelva del trabajo, cansado y angustiado por los problemas económicos que aquejan a la familia. Por nada del mundo deseamos seguir sometidas bajo el yugo del machismo y las pocas posibilidades de superación que se ofrecían a la mujer anteriormente. La idea de la madre sufrida y abnegada, es un ideal clásico que poco a poco está pasando de moda, por el hecho de ser una obstrucción para echar a andar todas las habilidades que posee la mujer, su sensibilidad creadora, su inteligencia y sus pretensiones de superación personal y profesional.
Sin embargo, ese profundo y legítimo deseo de libertad de la mujer moderna, nos está ocasionando mucha confusión. Muchos movimientos feministas actuales, nos hacen pensar que la lucha es por mejores condiciones para las mujeres: la inserción al mercado laboral, salarios justos, la libre expresión, la erradicación de la violencia de género, etc.; manifestando implícitamente que la libertad de la mujer consiste en salir de casa para incorporarse en una oficina, empresa o institución con un buen salario, y ya. Pero, cuando se nos invita a analizar esta situación, podemos ver claramente que solo estamos cambiando de cárcel y de carcelero, que nos hemos librado en cierto modo del machismo en el hogar, pero ahora estamos sometidas, a un horario laboral muchas veces exagerado, a la rigurosidad de tareas mecánicas que realizamos diariamente, que, ahora el machismo lo vivimos más de cerca en la oficina con el acoso sexual; obteniendo en la mayoría de los casos un salario insuficiente, que no alcanza ni para cuidar correctamente nuestra propia salud. Es decir, la explotación y el encierro, solo cambian de cara, pero siguen siendo lo mismo. ¿Será esa la independencia que se sugiere para la mujer desde el feminismo?
La explicación profunda de esta situación que nos acontece, es que la familia tradicional ya caducó, porque se ha convertido en un obstáculo serio para satisfacer las necesidades de la empresa privada de mano de obra más segura, sumisa y más barata, esa mina de oro es el trabajo de la mujer. Es decir, la familia moderna es determinada por el modelo de producción predominante, el capitalismo, que requiere de la fuerza laboral de casi todos para cumplir con su objetivo de producir mercancías, pésele a quien le pese, y vender, vender aunque tenga que inventar y reinventar clientes. Cuando manifestamos coloquialmente, que en la época de las abuelas, las madres podían hacer mejor su tarea porque alcanzaba más el dinero, a esto nos referimos sin saberlo.
Se necesita entonces un nuevo modelo de familia, pero, eso sin duda exige una sociedad nueva, más solidaria, más humanitaria, regida por un gobierno de todos y para todos, que se haga cargo plena y eficientemente de los hijos, de la educación, de la salud; para no dejarlos en el abandono total al insertar a la mujer al trabajo productivo. Una sociedad en donde la unión del hombre y la mujer, dependa solo de la voluntad y del amor, no del factor económico.
Pero, esto no se dará de manera espontánea en el seno del capitalismo, sino que, la tenemos que crear entre todos: abuelos, tíos, padres y madres de familia, y la lucha por ese ideal de sociedad, que es el verdadero camino de la liberación de la mujer, de la dignificación del papel (que sigue siendo fundamental) de la mujer de hoy, de la madre moderna.
Debemos forjar una lucha grandiosa donde los hijos, de la edad que sea, luchen hombro con hombro al lado de las madres proletarias, que somos todas aquellas que trabajamos día con día para darle mejores condiciones a nuestros hijos. Y, luchar en concreto, es exigir más empleos para todos, mejores salarios, servicios de calidad en la educación y en la salud, que se procure y se invierta en cultura y deporte para nuestros niños y niñas, que los horarios de trabajo sean justos y nos permitan también cumplir con nuestra labor de madres y padres. Que se invierta en infraestructura donde podamos recrearnos sanamente, que haya teatros, bibliotecas, museos y todo aquello que nos permita superarnos. Así será más llevadera nuestra tarea de ser madres.
Y, justamente estamos en tiempos donde podemos hacer saber nuestras necesidades, y donde tenemos a nuestro favor el derecho ciudadano de votar por la mejor propuesta. Ejerzamos pues nuestro derecho, votemos por aquellos candidatos que en sus propuestas, esté la mejora de las condiciones de las millones de madres de familia mexicanas.
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