No hay duda de que los ciudadanos de a pie, pocas veces nos paramos a analizar a detalle en qué consiste el problema que tenemos que resolver, lanzándonos de inmediato a intentar solucionarlo a ciegas. Es por eso que las personas no solo las que tienen un alto nivel académico, sino las medianamente informadas saben que hay fases para analizar un fenómeno y de allí buscar posibles soluciones. De esta manera, ya es común saber que el primer paso consiste en aceptar la existencia del problema que se nos presenta y no negarlo u ocultarlo, ya sea consciente o inconscientemente, para que podamos darle una solución adecuada.
En este sentido considero que, no es casual que desde hace años investigadores de importantes centros universitarios del país entre ellos la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) hayan venido analizando los graves problemas que viene azotando a la mayoría de los mexicanos, cuyas soluciones son impostergables tales como la evolución de la pobreza, del salario mínimo y la pérdida del poder adquisitivo, a fin de conocer cómo estos factores han impactado en la disminución de los estándares de vida, cuya consecuencia ha sido la disminución en los niveles de vida y el aumento de la población en situación de pobreza.
De esta manera, está documentado que en el periodo 1992-2014, el poder adquisitivo cayó cerca del 35% y la población en pobreza aumentó en más de 15 millones. De ahí que los expertos hayan recomendado que las políticas públicas deban estar encaminadas a mejorar los ingresos, generar empleos y evitar la pérdida del poder de compra. Elementos estructurales que han reflejado la incapacidad del Estado Mexicano en su lucha contra la pobreza. Tan solo en 1992 había cerca de 18.6 millones de personas en pobreza alimentaria, lo que para el 2012 pasó a ser más de 23 millones en esta situación.
En este contexto, el sexenio de Enrique Peña Nieto (2012-2018) fue catalogado como “Otro sexenio perdido en la batalla contra la pobreza”. Según analistas, el balance fue mixto: la carencia extrema se redujo, pero el bajo crecimiento y las fallas en la política social hicieron que aumentaran las personas con carencias. El Coneval reveló, cuando llegó al poder en 2012, Peña Nieto recibió un país con 53 millones 349 mil 902 pobres y en 2018 lo dejó con 52 millones 425 mil 887, casi 1 millón de personas salieron de la pobreza, lo que representó menos del 2% del total, o sea, un porcentaje sumamente insignificante, pese a que la política social se enfocó en erradicar las carencias que generaban pobreza a los mexicanos con una inversión de más de 2 billones de pesos, un monto nunca visto en ese rubro, y los resultados fueron “claramente insuficientes”. Los datos oficiales muestran que la estrategia no tuvo éxito.
Con base a esta apretada reseña, todo indica que la evolución de la pobreza en nuestro país, en forma oportuna, se ha venido analizando por parte de los expertos en la materia y proponiendo soluciones. Por lo que tampoco es una particularidad el hecho de que López Obrador desde que comenzó a buscar la presidencia haya manejado, durante 12 años, una de las frases más representativas "Por el bien de todos, primero los pobres", lo que implica que se dio cuenta que efectivamente la pobreza existía y ya era sumamente grave y supo aprovechar esta lamentable situación para satisfacer sus ambiciones.
Creo que millones de mexicanos nos hemos dado cuenta perfectamente bien que el presidente de México, a diferencia del candidato que fue, ahora niega que exista la pobreza como tal, con lo cual deja fuera el primer paso para resolver acertadamente el problema de la desigualdad como exige hasta el mismo sentido común, es decir, reconocer que existe. A estas alturas es fácil darnos cuenta que, si el mandatario federal reconoce la existencia de este flagelo social, quedará exhibido y reconocerá lo que muchos líderes de opinión afirman como el peor fracaso de su gobierno, o sea, el combate a la pobreza.
Seguramente ya a muy pocos les extraña que el actual gobierno federal niegue la realidad y tan solo con este hecho, debemos entender que la “Cuarta Transformación” está mucho más incapacitada que sus antecesores para resolver el problema de la pobreza, misma que seguirá incrementando alarmantemente y ahondándose. Veamos: con base en datos del CONEVAL, la prensa nacional da cuenta que México cerró el primer trimestre del año con 5 millones más de personas en pobreza laboral respecto al mismo periodo de 2020. De acuerdo con esta información, la población cuyos ingresos no le permiten cubrir el costo de una canasta básica alimentaria aumentó considerablemente en tan solo un año y ahora hay más mexicanos en pobreza extrema.
Según el Coneval, la pandemia es la principal explicación de este aumento en la precariedad laboral, pero los consultores como los del Banco Mundial (BM), señalan que la reacción del gobierno federal tiene gran relevancia en estos resultados. Por su parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) señala que México se ubica entre los países que menos invirtió para reducir el impacto de la crisis en los más pobres. En su opinión, la actuación del gobierno ha sido “devastadora”. Asimismo, el organismo, subraya “Quien trabaja no debe ser pobre”. Pero el gobierno mexicano rechazó demandas como el ingreso vital, una especie de renta temporal para quienes dejaron de ganar dinero debido a las medidas sanitarias.
Coincido con las diferentes organizaciones independientes entre ellos México, ¿Cómo vamos? que argumentan, para reducir la proporción de trabajadores que caen en pobreza cada año, y que los avances en combate a la pobreza laboral se sostengan en el tiempo, es necesario ampliar la seguridad social. Para superar realmente la pobreza y aumentar la movilidad laboral, se requiere urgentemente de protección social universal. Lo que implica desde mi punto de vista que es urgente la creación de empleos dignos y de calidad, en caso contrario habrá más mexicanos en pobreza extrema.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario