La educación es uno de los derechos humano establecido en la constitución mexicana, puede considerarse como uno de los mayores avances éticos de la historia de México, como un bien público y social.
El artículo 3 de la Carta Magna constituida desde 1917 y que sigue vigente hasta nuestros días dice así: “Toda persona tiene derecho a la educación. El Estado, Federación, estados, Ciudad de México y municipios, impartirán y garantizarán la educación inicial, preescolar, primaria, secundaria, media superior y superior. La educación inicial, preescolar, primaria y secundaria, conforman la educación básica; ésta y la media superior serán obligatorias…” (Reformado primer párrafo, d.o.f. 15 de mayo de 2019). “Corresponde al Estado la rectoría de la educación, la impartida por éste, además de obligatoria, será universal, inclusiva, pública, gratuita y laica.” (Adicionado, d.o.f. 15 de mayo de 2019).
Hay que agregar la importancia que encierra la labor educativa para cualquier nación que le apueste a la civilización y progreso, ya que:
La educación es uno de los factores que más influye en el avance y progreso de personas y sociedades. Provee conocimiento, enriquece la cultura, el espíritu, los valores y todo aquello que nos caracteriza como seres humanos.
La educación es necesaria en todos los sentidos. Para alcanzar mejores niveles de bienestar social y de crecimiento económico; para el avance democrático y el fortalecimiento del Estado de derecho; para el impulso de la ciencia, la tecnología y la innovación.
La educación siempre ha sido importante para el desarrollo, pero ha adquirido mayor relevancia en el mundo de hoy que vive profundas transformaciones, motivadas, en parte, por el vertiginoso avance de la ciencia y sus aplicaciones, así como por el no menos acelerado desarrollo de los medios y las tecnologías de la información.
En las economías modernas el conocimiento se ha convertido en uno de los factores más importantes de la producción. Las sociedades que más han avanzado en lo económico y en lo social son las que han logrado cimentar su progreso en el conocimiento, tanto el que se transmite con la escolarización, como el que se genera a través de la investigación. De la educación, la ciencia y la innovación tecnológica dependen, cada vez más, la productividad y la competitividad económicas, así como buena parte del desarrollo social y cultural de las naciones.
La experiencia mundial muestra la existencia de una estrecha correlación entre el nivel de desarrollo de los países, en su sentido amplio, con la fortaleza de sus sistemas educativos y de investigación científica y tecnológica. Según estudios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), un año adicional de escolaridad incrementa el PIB per cápita de un país entre 4 y 7%.
Deberían quedar atrás los tiempos en que se consideraba a las erogaciones en educación como un gasto. En la actualidad, el conocimiento constituye una inversión muy productiva, estratégica en lo económico y prioritaria en lo social. En suma, la educación contribuye ha lograr sociedades más justas, productivas y equitativas. Es un bien social que hace más libres a los seres humanos.
Todo eso es idílico cuando volteamos a ver la situación educativa en nuestro sufrido y pisoteado país, además de su saqueo permanente. La desigualdad educativa no puede ser distinta a la desigualdad social, que cada vez se ahonda y se hace más grande la brecha entre los que tienen y no producen y los que producen, pero no tienen.
Por entidades federativas el nivel de escolaridad es altamente desigual. Doce estados se ubican por debajo de la media nacional, destacando Chiapas, Guerrero y Oaxaca con los niveles de escolaridad más bajos, seguidos por Hidalgo, Michoacán y Puebla. En el otro extremo, el Distrito Federal, Nuevo León y Baja California tienen las mayores tasas de escolaridad según cifras de 2018-2020 del Consejo Nacional de la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL).
Para combatir la desigualdad educativa es necesario ensayar un desarrollo económico más equitativo, que busque el bienestar de la población. Se requieren grandes acciones, hazañas nacionales para enfrentar problemas como el analfabetismo, que es otro de los lastres que arrastramos como nación, pues es increible e inaceptable que en la modernidad millones de mexicanos sigan sin saber leer ni escribir, mayoritariamente los excluidos de siempre y de todo, los indígenas de las regiones rurales, de colonias y arrabales ubicados en los cinturones de miseria de las grandes ciudades civilizadas.
Todo esto se vive día a día en los municipios y estados de la República, tan cotidiano es, que nadie se sorprende ya de la situación de las cosas, tan común es la desigualdad educativa como los levantones, la extorsión, secuestros, balaceras y desapariciones, agudizados por la política fallida de abrazos y no balazos.
Y ¿qué hay respecto de los maestros? Hace unas semanas se hizo viral un video en Tik Tok de una maestra del estado de Sinaloa, donde denuncia: “A nosotros solo nos pagan $5,600 quincenales ($11,200 mensuales), es una vergüenza el salario del docente”, dijo “Sale mejor vender tacos”.
Si bien es cierto que dicho video se hizo viral porque para mucha gente es inconcebible el monto del salario denunciado, quiero decir que eso no es lo más sorprendente e increíble, la tragedia de los maestros de Hidalgo no tiene precedentes:
Los compañeros maestros (no afiliados al SNTE) del nivel básico, que tienen un contrato emergente porque, obviamente, no hay plazas aun con el examen de oposición aprobado, el monto de dicho contrato es de nada más y nada menos $4,070 mensuales, pero la cosa no para ahí, es peor y criminal: desde hace 2 años ya, el gobierno no ha pagado un solo peso partido por la mitad a los profesores que laboran en varias instituciones, ¿por qué?, por ayudar a defenderse y a exigir sus derechos a miles de colonos y campesinos organizados en las filas del Movimiento Antorchista.
Pero ¿dónde está el delito? ¿No es la Constitución Política que ofrece derechos y garantías a los mexicanos, como la de asociarnos libremente y manifestarnos? Por tanto, ¿por qué se reprime física y administrativamente?, ¿quién está violando los derechos y garantías constitucionales? La respuesta es obvia.
Seguiremos denunciando estos atropellos inhumanos que se cometen infringiendo las leyes. La lucha continua y aunque no haya con qué festejar, les deseo con mucho cariño y respeto a mis colegas y camaradas. Feliz día del Maestro.
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