Tecomatlán, Pue.- Después de una travesía en la que más de 22 mil deportistas de todo el país compiten por un lugar en la Espartaqueada Deportiva Nacional, los afortunados seleccionados se dan cita en Tecomatlán, “Atenas de la Mixteca”, en una de las fiestas deportivas más grandes e importantes del país en su edición número XXI, esperada y ansiada después de su suspensión por la pandemia de COVID-19. Reunir a tal cantidad de atletas no tiene comparación, solo lo puede lograr la organización social más grande de México, el Movimiento Antorchista Nacional.
A lo largo de los días los atletas se desarrollan en seis disciplinas; una de las más exigentes, sin duda, es el medio maratón, donde los participantes tienen que recorrer 21 kilómetros en la menor cantidad de tiempo. Ésta difícil disciplina comienza desde temprana hora intentando adelantarse al sol quemante como las brasas del fuego que cubre a Tecomatlán y para el cual ya se pronostica que alcanzará los 40 grados. Las pieles de los asistentes reflejan ya las horas que pasan apreciando cada hazaña deportiva, cada triunfo, cada esfuerzo.
En punto de las 6 de la mañana, se encuentran corredores que buscarán concluir esta prueba, todos reunidos en el arco de bienvenida que representa muy bien la grandeza de este pueblo, y que en la cúspide sostiene una gran antorcha. La infraestructura de Tecomatlán no tiene precedentes, un oasis en el desierto, todo fruto del esfuerzo de su gente que se ha encargado de que lo sea, han luchado, muchos de ellos toda su vida, por elevar a su municipio, organizándose y gestionando lo que por derecho les corresponde, todo de la mano de Antorcha y que ahora se presta para ser el epicentro de un grito de protesta ante el asesinato de dos activistas sociales y su pequeño hijo. Este evento deportivo servirá también para ello; cada patada, brazada, remate, pelotada, zancada, etc., será en harás de alcanzar la justicia social que tanto necesitamos.
Es aquí, en el arco de Tecomatlán, donde a lo lejos destaca don Manuel, no solo por el llamativo color fosforescente de su uniforme, correspondiente a la delegación de la Ciudad de México, sino por su aura, por su piel, por sus arrugas que a lo lejos marcan la experiencia, rodeado de más maratonistas esperando el disparo de salida, estirando y calentando músculos. Sabía que lo que venía no sería fácil, pero se veía decidido.
Suena el disparo de salida y los punteros arremeten con decisión, pero con prudencia, el camino es largo y hay que saber cómo correrlo. Los maratonistas recorrerán la ruta desde ese majestuoso arco hasta Tulcingo del Valle, una localidad aledaña a Tecomatlán y donde se encuentra el punto de retorno para dirigirse al estadio de fútbol de la Unidad Deportiva Wenceslao Victoria Soto; ahí donde en días anteriores hemos visto el desfilar de pruebas que sobrepasan la capacidad humana.
Abriendo paso a los corredores una patrulla de este municipio, en el cual no existe la inseguridad y violencia, y que bien presta su servicio para salvaguardar y abrir paso a los deportistas. Los maratonistas recorrieron la ruta con paisajes increíbles al ojo humano y con curvas cerradas que respetan la orografía de la tierra. Al frente un puntero del Edoméx, le sigue un uniformado de Puebla y al llegar al punto de retorno se asoma el resto del contingente con firmeza en cada zancada, a un paso firme y rítmico, desfilan uniformes de Guerrero, de San Luis Potosí; zacatecanos, tamaulipecos, bajacalifornianos. ¿Cuántas horas viajarán todos ellos para llegar aquí? ¿qué sueños, vivencias y emociones se desprenden de cada uno de ellos? La realidad es que todos los días desfilan frente a nosotros estos exponentes entregados a las más nobles competencias físicas. Aquí viene inconfundible don Manuel, con prudencia, con tono, pide hidratación y continua de vuelta.
Para este punto el sol ya se encuentra calentando el asfalto y muchos de los corredores se han agotado, pero están conscientes de que ya han pasado el umbral de los 12 km, solo se necesita un esfuerzo más. Delante de ellos viene una camioneta que apoya a maratonistas guerrerenses y ha emprendido el retorno al estadio para así alcanzarlos, en este regreso se vuelve a ver a don Manuel, viene solo pero muy adelante al resto de su estado.
Llegando al estadio y pista de atletismo de este exponencial complejo deportivo ya se encuentra un juego en la cancha, como tantos otros que se juegan de manera simultánea en esta justa deportiva, el camino ha sido marcado para que al arribar los maratonistas realicen una vuelta de 400 metros y concluyan. El primero en cruzar la meta es un joven del Estado de México, le sigue Puebla y el joven que esperaba la camioneta de los guerrerenses cruza en tercer puesto, uno a uno da su último esfuerzo para concluir. Comienzan a llegar algunas corredoras e impresiona la condición física de cada una, se les toman algunas declaraciones y todos coinciden en algo, la ruta ha sido de lo más exigente pero satisfactoria, recorrer 21 kilometros ininterrumpidos es un gran logro para todo tipo de corredores.
Aquí está, no rezagado como se esperaría, más bien en la parte más nutrida de los corredores, es aquí donde arriba don Manuel y la mayoría de los espectadores estupefactos lo notan, realizará esa vuelta triunfal de 400 metros, en un tartán que recoge las altas temperaturas de la mixteca poblana. Se escuchan los comentarios y el apoyo hacia él, ya no solo de sus compañeros sino de corredores que ya han tenido tiempo de recuperarse, de conversar, de expresar su sentir y el esfuerzo que resultó esta ruta, una ola de algarabía que inunda el estadio.
No es la primera vez que don Manuel hace este recorrido; reconoce lo demandante que es, pero lo bonito que resulta terminarlo, hace 9 años asistió al mismo y al ver el desarrollo de las instalaciones y el gran nivel de competencia lo dejó anonadado. No imagina cómo en un pueblo alejado se puede albergar un evento de tan gran magnitud; su sentir al desfilar junto a los miles de atletas de cada estado de la república es desbordante, ¿Como se puede organizar y llevar a cabo algo tan colosal? “Me llena de vitalidad” dice, “comencé a correr ya grande, a los 47 o 48 años, sin ningún tipo de experiencia en el deporte”, motivado por las competencias televisadas y la orientación de corredores en su mayoría mucho más jóvenes que él. Don Manuel ha logrado muchos triunfos en su categoría, pero sin duda el más significativo es el de inspirar a muchos más muchachos que incluso lo han llegado a retar y a los cuales les ha demostrado que a sus 77 años para el deporte no hay edad.
Por hoy ha terminado el recorrido, pero no hay duda que la inspiración que lo que representa inunda los corazones y la vida de todos los que lo vieron, su invitación es extensiva: acercarse a conocer los proyectos deportivos que fomenta el Movimiento Antorchista y la forma de agrupar a miles de atletas en igualdad de condiciones. En la Espartaqueada se propician las condiciones para que cada asistente y participante aporte desde su trinchera a esa causa superior, la de erradicar la desigualdad de los pueblos.
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