Se vale soñar, siempre y cuando los sueños estén dentro de las posibilidades reales. Gracias a los sueños y a la imaginación se han logrado muchos avances. Uno de los maestros en ese arte es Julio Verne: De la Tierra a la luna, Veinte mil leguas de viaje submarino, La vuelta al mundo en 80 días, etc. Bueno, también habría que ver una de las últimas películas de Hollywood: Rápido y Furioso, en donde vemos cómo se puede pasar de un vehículo a otro a velocidades de más de 250 kilómetros por hora (las primeras versiones, algo creíbles, dentro de los límites de la imaginación. Las últimas, no tanto).
Uno de los protagonistas de tan popular película, sufrió en carne propia, los golpes de la realidad, al chocar con un poste. Volver a la realidad a veces nos cuesta la vida. Cuantas versiones se han escrito sobre el mundo futuro, como viviremos en 2050, o en una época posterior. Se ha hablado de un futuro en que gobernarán los robots que la humanidad habría creado para ayudarse, un futuro donde un virus acabaría con toda la humanidad, y quedarían muy pocos sobrevivientes. También un futuro catastrófico, después de haber explotado todas las bombas que hay en el mundo y regresamos a la era primitiva.
Por supuesto, que no todo lo que piensan escritores, científicos y cineastas, son terribles. Algunas de ellas, ya han cobrado plena vigencia en nuestro tiempo, por ejemplo, el submarino del que hablaba Verne, grandes aviones, autos voladores, trenes viajando a una súper velocidad, los viajes a la luna, la reproducción in vitro, etc.
También hay escritores que han redactado sobre política, por ejemplo: La Silla del Águila, de Carlos Fuentes, nos habla de que nos cancelan de repente el suministro de la energía eléctrica y la suspensión del teléfono, por lo que todo debe discutirse a través de cartas (cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia). Algunos políticos, aprovechando la ingenuidad de los ciudadanos, que no quieren, no pueden o no les interesa la política, prometen cosas, francamente irrealizables. Ejemplo: que la gasolina bajaría a 10 pesos y que todos nosotros viviríamos en jauja.
Una vez en el poder, en lugar de hacer un análisis objetivo, y hacer lo posible dentro del marco de las posibilidades, dedica a destruir todas las instituciones, sin antes crear otras nuevas o mejores. A lo largo y ancho de todo el estado de Nuevo León, se ha dedicado a crear conejos blancos (antes eran elefantes), sucursales de un banco que funcionará a partir del 2022, mientras en la esquina de Madero y Pino Suárez, cierra la sucursal de un banco español, debido a que no era muy concurrido y el costo de operación era muy alto, y ahora muchas de las transferencias se hacen vía celular.
Viaja en una camioneta llamada suburban blindada que a él le parece un Tsuru, se fue a vivir a un Palacio, porque así lo obliga la austeridad. Ve un lago donde no existe, se dice defensor del medio ambiente, mientras derriba miles de árboles para construir un tren que funcionará con diésel; en ese mismo sentido, siembra árboles en parques y jardines, generará electricidad a partir de carbón y combustóleo porque considera que así defiende la soberanía mexicana, mientras Bodega Aurrerá y Citibanamex continúan haciendo negocios, sin que nadie los moleste.
Algunas encuestas indican que muchos siguen confiando en este presidente de la “esperanza”. Es entendible, por la gran cantidad de presupuesto que se la destinado por muchos años a la propaganda, en televisión, en la radio, en las redes sociales. Es más fácil, para muchos, esperar que le aparezca la Rosa Blanca en su casa y sus problemas desaparecen por hechizo. No pasa nada, ya hay una apología del sistema bancario, que indica que es viable engañar a otros y dejarse explotar para encontrar el camino a la felicidad.
Es difícil combatir con la esperanza, donde todos los problemas de los hombres se resuelven con la llegada del superhéroe que nos salvará a todos. De un hombre inmune a las balas y a las enfermedades.
Para los que vivimos en el mundo real y nos damos cuenta de los garrafales errores que comete, seguimos insistiendo que el rey va desnudo, pero pocos aún se han dado cuenta, quizá porque es difícil salir del espejismo. Cuando uno se está cayendo a un precipicio, se aferra a un clavo ardiente. Sí, los que lo antecedieron crearon las bases para que surgiera este soñador, que piensa que todo lo que hace está bien. No importa que los datos digan que se gastó más dinero del que debería, de que Pemex y CFE, van en picada, él en su mundo tiene otros datos, aunque no los enseña a nadie. Solo él sabe que todo marcha bien. En su cerebro miles de hombres son felices gracias a él.
Si la fantasía fuera personal, no habría problema. Pero en esta fantasía está en juego el futuro de 126 millones de mexicanos, algunos de los cuales, están despertando de esta pesadilla, pero aún hay muchos que no logran entender por qué se vive así, siguen conectados con la televisión y al Facebook, siguen pensando que los demócratas se llaman así, porque promueven la democracia.
El mundo en el que vivimos está gobernado por leyes y esas leyes no son el capricho de nadie. El presupuesto es limitado, el mundo está en constante cambio y movimiento. Más temprano que tarde, la realidad tocará a las puertas de aquellos que se aferran a ir contracorriente. Si tuviéramos un auténtico sistema de educación -ha escrito Noam Chomsky- se enseñarían el curso de autodefensa intelectual. Para poder entender que la fantasía tiene sus límites y que, si no tomamos a tiempo las decisiones correctas, mañana lo pagaremos muy caro.
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