Después de haber transcurrido 16 días desde que en el Estado de Guerrero masacraron a nuestros compañeros antorchistas Conrado N., Mercedes N., y a su menor hijo, las autoridades guardan silencio, nada informan a los familiares y compañeros antorchistas, y no hay ni un indicio, ni un adelanto, ni una esperanza de que harán justicia y castigarán con todo el peso de la ley a las bestias repugnantes que mataron a golpes a dos jóvenes líderes antorchistas que lo único que hacían era ayudar en la solución de sus problemas de todo tipo a los ciudadanos pobres de Guerrero; bestias que ahorcaron brutalmente a su hijito, y que ofende decirlo, pero es necesario hacerlo, nada le había hecho a nadie como no fuera alegrarle la vida a sus padres con una sonrisa.
En el país, la violencia azota a los mexicanos. Las muertes violentas ya sobrepasan las 140 mil, cifra superior a las muertes que tuvieron que padecer en los mismos períodos de tiempo en sexenios anteriores. Y de la violencia no hay entidad federativa que se salve: todos los estados sufren la violencia por igual debido a la errónea política de seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador que se expresa en su frase abrazos no balazos, y que significa la cancelación del Estado de derecho y la renuncia del gobierno lopezobradorista a brindar seguridad y justicia a los ciudadanos mexicanos.
Con esa frase, López Obrador anunció al país que en su gobierno no se respetaría la ley y que la impunidad tendría su asiento.
Pero la violencia tiene raíces estructurales en la pobreza, en la desesperación de la gente al no tener nada que perder porque nada tiene, al tener cerradas las posibilidades de mejorar su situación por carecer de trabajo, de una educación de calidad, por no tener acceso a los servicios de seguridad, y ahora menos que ya desaparecieron el Insabi, al cerrarse las posibilidades de acceder a una buena vivienda, alimentación adecuada, ropa suficiente y de buena calidad, en fin, al carecer de recursos económicos para vivir una vida digna. En la administración de López Obrador la consigna de “primero los pobres” se ha convertido en una burla sangrienta para el pueblo pobre de México, que se ha incrementado en más de cuatro millones de pobres.
Y hablando de pobreza, en Guerrero a pesar de los programas de bienestar de la 4T o, más bien dicho, como consecuencia de la instrumentación de tales programas que exigen que la gente los reciba individual y pasivamente y no como consecuencia de una protesta organizada, la pobreza en Guerrero es de escándalo.
Según los últimos datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en Guerrero, el 66.4 por ciento de la población vive en la pobreza y el 25.5 en pobreza extrema; es vulnerable por carencias sociales, el 21.7 por ciento y, solamente es considerado no pobre y no vulnerable, el 7.9 por ciento de la población.
La áspera realidad no miente: las ayudas en dinero que alcanzan a 1 millón 488 mil 447 personas, no han sacado a ninguna de la pobreza y la miseria. Ahí siguen. Como ahí siguen los pobres y los miserables de todo el país y su existencia persistente es la prueba irrefutable de que las tales ayudas no son más que un calculado analgésico y un diabólico mecanismo de extorsión a los votantes.
¿Y en el caso de nuestros compañeros asesinados en Guerrero, qué pasa? ¿Por qué el silencio en el caso de los Antorchistas sacrificados? ¿Qué poderosos personajes e intereses se protegen? Es ya sabido que cuando se toman decisiones favorables porque así conviene a la autoridad, la movilización de investigadores expertos y policías entrenados es inmediata y masiva. Queda como ejemplo el caso de los turistas norteamericanos secuestrados en Tamaulipas, donde ante la intervención de funcionarios del gobierno de los Estados Unidos, en cuestión de horas el gobierno mexicano reaccionó inmediatamente y localizó a los secuestrados y los delincuentes amigos de los secuestradores entregaron a sus compañeros responsables amarrados y listos para ser procesados.
El gobierno de Guerrero cuenta con los instrumentos, espías, soplones a sueldo y conocimiento de todo lo que pasa en su Estado como para ya saber a estas alturas quién ordenó la ejecución de nuestros compañeros y quiénes lo hicieron, y si no los entrega es señal de que está ocultando intereses inconfesables.
Los integrantes del Comité Estatal del Movimiento Antorchista de Campeche y todos los antorchistas del estado, unimos nuestra indignación a la de todos los antorchistas del país, unimos nuestra voz a la exigencia de justicia, y advertimos… prometemos que no vamos a descansar hasta que las autoridades responsables de la seguridad de todos los mexicanos encuentren a los autores materiales de tan horrendo crimen, y a los autores intelectuales si los hay, los juzgue conforme a derecho, y los castigue con todo el peso de la ley. No sabemos quiénes fueron, no sabemos con qué intenciones lo hicieron, eso lo debe investigar y descubrir el gobierno de Guerrero, pues esa es su función exclusiva, es su trabajo que nadie puede hacer por ellos, y que, por lo mismo, ellos están doblemente obligados a hacerlo.
Termino mi mensaje reproduciendo aquí la exigencia expresada por el compañero Omar Carreón Abud, miembro del Comité Ejecutivo Nacional del Movimiento Antorchista y dirigente del estatal de Michoacán: “Conra, Meche y su hijo, es de fundamental importancia repetirlo, no fueron víctimas de la violencia aterradora, no los mató el crimen organizado por alguna vendetta, no los mataron para robarles nada porque nada tenían ni los mató una bala perdida, los masacraron por antorchistas, por ser combatientes de la primera línea en contra de la pobreza. Esa que azota a los guerrerenses y no cura la 4T. Murieron mientras desde las más altas esferas del poder se creaba un clima de linchamiento y se atizaba con premeditación, con alevosía y con ventaja brutal.
En ese entorno de odio, de exterminio, mataron a Conrado, a Meche y a su hijo. No lo olvidamos, nadie en el país debe olvidarlo. Seguimos, seguiremos exigiendo justicia para nuestros mártires y, también, cómo no, para los muertos de todas las familias transidas de dolor que acudan a nosotros en busca de un apoyo fraterno. No nos callaremos. No nos callarán”.
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