La historia de la vacunación en México se remonta a los tiempos en los que nuestro país todavía no se constituía como una nación independiente. Será bajo el reinado de Carlos IV cuando, en gran parte de los territorios dominados por la corona española, de inicio la primera campaña de vacunación para combatir a la viruela que, durante el siglo XVIII mató a 400,000 europeos cada año. El anteproyecto de tan ambiciosa empresa fue encomendado a por el Consejo de las Indias a Joseph Fernando Flores, médico mexicano y la misión quedo en las manos del doctor Francisco Xavier Balmis quien sarpó de España en compañía de 22 niños expósitos que sirvieron para transmitir la linfa vacunal de brazo a brazo. De esta manera la técnica de vacunación contra la viruela se extendio por todo el territorio mexicano, y fue así como se realizó la primera actividad masiva de vacunación.
La aparición de las vacunas -Edward Jenner, pionero en este campo, utilizó líquido de las pústulas características de la viruela y se lo inoculó a un niño de 8 años- y las subsecuentes campañas de vacunación-México implementó antes que la OMS el programa ampliado de inmunización y sus campañas llamadas "días” y "semanas” nacionales de salud representaron un gran avance en el combate de enfermades, haciendo de nuestro país un ejemplo a nivel mundial, hoy el sector salud quedo excluido de esta campaña tan importante-representaron una proeza y un gran avance para la humanidad, pues, no solo evitaron la muerte de la población, además, dieron paso a nuevas investigaciones en el campo de la inmunización -doctor Albert Sabin creó la vacuna oral trivalente antipoliomelítica-; gracias a estos avances la humanidad esta en mejores condiciones enfrentar las enfermedades y salvar así millones de vidas.
En medio de la crisis sanitaria que vive el mundo entero, la aparición de la vacuna para combatir a la covid-19 se convirtió en una luz en medio de la profunda noche; para los mexicanos, el anuncio de que el gobierno de López Obrador había ya adquirido millones de dosis a la farmacéutica Pfizer y al gobierno ruso, fue visto por la población como la luz al final del tunel. Sin embargo, el presidente de México -fiel a sus costumbre- convirtío esta esperanza en demagogia, y no solo eso, además, hizo de la vacuna un instrumento para ganar la simpatía y confianza de los potenciales votantes. ¿Son estas afirmaciones exageraciones? Veamos que dice la realidad.
En México el proceso de vacunación arrancó el 24 de diciembre, desde entonces y hasta el 18 de enero han sido vacunados 492,529; esta cantidad en relación con el tamaño de la población, a penas representa el .39%, ¿serán estas cifras motivo para celebrar o decir que que ya se ve una "lucecita” en el tunel? La respuesta es rotundamente no, empero, para López Obrador es un logro extraordinario y más aún, es motivo suficiente para declarar que su gobierno esta implementando la estrategia correcta en el combate al virus que antes, él calificó como menos grave que una simple gripa.
López Obrador ha declarado que él no usará los recursos publicos para hacer promoción de su partido o de su persona, sin embargo, ha aprovechado la llegada de la vacuna para inmunizar a su ejército de promotores- ese grupo de los mal llamados "servidores de la nación”- de su imagen y la de su gobierno, y sin mayor empacho reconoció que estos serían vacunados por la "importancia que tienen en la campaña de vacunación&rdquo, ¿realmente serán necesarios para vacunar a la población?, ¿acaso ellos seran los aplicadores o los que transporten las dosis? Cualquier ciudadano, sabe que estos seudoservidores no son un sector prioritario para que reciba la ansiada vacuna. ¿No será más urgente inmunizar a los adultos que padecen enfermedades crónico-degenerativas por ser estos más susceptibles de padecer covid-19? O, ¿no sería mejor iniciar la vacunación de los maestros en aquellos estados en los que las condiciones epidemiológicas lo determinen?
La vacuna no debe de ser usada para ayudar al gobierno de López Obrador a recuperar la popularidad que este ha perdido debido a su mal manejo de la crisis sanitaria y de los efectos de esta sobre todos los ámbitos de la vida social.
López Obrador debería de ver en la vacuna la posibilidad de que los mexicanos tengan más posibilidades para resistir esta horrible enfermedad, para que así haya mejores condiciones para reactivar la vida del país. López Obrador debería de actuar inspirado en lo mismo que inspiró a Carlos IV-la muerte de su hija Maria Teresa a causa de la viruela- o tendría que actuar como el doctor Sabin que renunció a obtener algún beneficio personal.
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