¿Qué es la abstracción?, ¿cuál es la diferencia entre pensamiento abstracto y concreto?, ¿por qué ambos tipos de pensamiento son importantes?, y, además, ¿por qué en el marxismo se habla con tanta frecuencia de estos conceptos? En este artículo trataré de responder estas preguntas de una manera sencilla y clara. Por lo mismo, el artículo no puede ser exhaustivo, sino introductorio.
I. ¿Qué es lo abstracto y qué lo concreto?
Definir qué es una abstracción puede ser bastante sencillo si nos atenemos a la definición más básica del concepto. Una abstracción es la acción o efecto de separar mentalmente un elemento o atributo del objeto del que forma parte. Si pensamos en una manzana, por ejemplo, podemos aislar mentalmente su color, tamaño o forma y hablar de estos elementos de manera separada. Todos estos elementos forman parte de la manzana real, pero no son todos los elementos de la manzana. La manzana real está conformada por una gran cantidad de otras características, como su peso, maduración, lugar de procedencia, si fue una manzana cosechada para ser vendida en el mercado o fue la manzana de mi huerto, si es dulce o ácida, etcétera. Cuando nosotros, mentalmente, tomamos alguno de estos elementos y lo consideramos de manera separada o aislada, estamos haciendo una abstracción de la manzana.
En este sentido, la definición de lo concreto también es sencilla. Si una abstracción consiste en tomar un elemento separado del objeto al que pertenece, lo concreto es el objeto con todas sus características[1]. Así, la manzana concreta sería la manzana que está sobre mi escritorio, que además es roja, de ocho centímetros de diámetro, que probablemente fue cosechada hace 10 días en Zacatlán, Puebla, que llegó al mercado de mi colonia por la mañana, que fui a comprar por la tarde y que se magulló porque cuando venía de regreso del mercado se me cayó y se golpeó contra el suelo, etcétera. La manzana concreta es la manzana real que existe sobre mi mesa, con todo lo que la hace ser esa manzana en específico y no otra manzana.
II. La abstracción y el pensamiento
Algo que es muy importante remarcar aquí es que la abstracción es una cualidad del pensamiento y de la actividad humana. En la realidad todas las cosas son concretas, porque existen siempre con todos sus atributos. Nada existe por partes y nada existe separado de las demás cosas. La realidad es un todo integrado, entrelazado, y que además está en constante cambio y movimiento.
El pensamiento humano, en cambio, puede hacer abstracción de las cosas, separando sus elementos en partes. Sin embargo, esto no quiere decir que el pensamiento empiece siendo concreto y sólo después vaya haciéndose abstracto. Nuestro conocimiento del mundo siempre es limitado[2]. Nunca tenemos la información completa de los objetos que nos rodean. Con la manzana que está sobre mi escritorio, por ejemplo, yo no sé en realidad de dónde vino, cuánto pesa, hace cuántos días la cosecharon, etcétera. Yo solo sé que la vi en el mercado y que me pareció lo suficientemente buena para comprarla y comerla. El pensamiento humano siempre empieza siendo abstracto porque tiene información limitada del mundo.
De hecho, nuestro pensamiento nunca llega a ser del todo concreto. La realidad es concreta. Pero nuestro conocimiento de ella siempre es limitado. En este sentido, lo que ocurre con nuestro pensamiento es que varía en grados de abstracción, algunas veces siendo más, y otras veces menos, concreto.
III. La abstracción en la vida cotidiana
Por lo general, lo que solemos llamar concreto en la vida cotidiana son solo abstracciones útiles y tangibles, palpables a los sentidos[3]. Así, por ejemplo, yo puedo sentir que mi idea de la manzana sobre mi escritorio es muy concreta porque sé que yo la compré, porque la veo y la puedo sostener. Sé que la manzana está ahí y que cumplirá una función, porque será parte de mi desayuno de mañana. Sin embargo, esto no es una idea concreta de la manzana, sino una idea abstracta, aunque útil y muy práctica.
En la vida cotidiana, de hecho, hay muchas cosas con las que interactuamos de manera práctica, aunque nuestras ideas de ellas sean muy abstractas. Con un automóvil, por ejemplo, yo no necesito conocer como funcionan todas y cada una de las partes del auto y cómo es que en él se aplican leyes de la física y la química, solo necesito saber manejarlo. Hay gente que tiene auto y ni siquiera sabe cosas básicas de mecánica, porque puede pagarle a alguien más para que haga este trabajo. Y así como ocurre con el auto, ocurre con muchas otras cosas: pagamos Impuestos al Valor Agregado (IVA), aunque no sepamos cómo funciona el sistema tributario; usamos el dinero todos los días, aunque no sepamos economía; vamos a emitir nuestro voto en las urnas cada tres o seis años, aunque no sepamos cómo funciona nuestro sistema político; cocinamos todos los días sin saber las reacciones químicas que ocurren en los alimentos, etcétera.
En la vida cotidiana, el pensamiento empieza siendo abstracto por defecto, porque solemos pensar las cosas solo desde la experiencia de nuestros sentidos y desde la utilidad que encontramos en ellas. Con mi manzana, por ejemplo, lo más común será identificarla por su forma, su color y porque es una fruta comestible. Por eso, la idea del color de la manzana me parecerá más concreta que la idea de su diámetro o la idea de su precio de compra. Sin embargo, estas tres ideas son igualmente abstractas si las consideramos de manera aislada.
IV. El desarrollo del pensamiento abstracto
Nuestro pensamiento empieza siendo abstracto por defecto. Pero este pensamiento, como ha demostrado la psicología genética[4], se va desarrollando. Desde que somos niños y a lo largo de nuestra vida, nuestro pensamiento aprende a operar poco a poco con las abstracciones que conforman nuestra conciencia. Aprendemos a encontrar regularidades en el mundo, como que las sombras de los objetos por lo general indican profundidad. Por eso, usando sombras, somos capaces también de generar la ilusión de profundidad en un dibujo, aunque este sea solo de dos dimensiones. Aprendemos a inferir relaciones causales, como que, si arrojo un plato de porcelana contra el suelo, este se romperá, o que, si elevamos la temperatura del agua hasta cierto punto, esta comenzará a hervir. Aprendemos que hay cosas que existen, aunque no las veamos directamente, como las bacterias o las células de nuestro cuerpo. Aprendemos conceptos nuevos, aunque no conozcamos directamente el objeto al que hacen referencia, porque somos capaces de imaginarlo de manera creativa.
Todas éstas, y otras habilidades, son el resultado del desarrollo de nuestro razonamiento abstracto. Es este razonamiento el que, paulatinamente, nos permite aprender un lenguaje o nos permite aprender matemáticas o ciencias naturales. Si no desarrolláramos este razonamiento, seríamos eternos prisioneros de nuestros sentidos. El pensamiento abstracto, cuando se desarrolla, nos permite ensanchar nuestra concepción del mundo y razonarla; nos permite pensar en el futuro y en lo posible; nos permite hacer planes y proyectos. El razonamiento abstracto es la base del conocimiento científico y es uno de los pilares de la creatividad y la innovación.
Volviendo a la manzana, un niño pequeño solo podría hablar de ella en términos muy limitados, por ejemplo, señalando su sabor o su color. Un niño bastante pequeño, incluso, no sería consciente de que esa manzana fue comprada en el mercado y tampoco podría hacer planes para comerla mañana en el desayuno. Un adulto, en cambio, ya con un pensamiento abstracto más desarrollado, puede hacer otras cosas. El agricultor de un huerto de manzanas, por ejemplo, podría pensar la manzana como parte de su cosecha, haciendo el cálculo de sus costos de producción y evaluando los precios del mercado para saber en cuánto puede venderla. Un cocinero, por otro lado, podría pensar en hacer mermelada de manzana para sus pasteles, por lo que tendría que calcular cuántas manzanas más necesita en su receta para poder cumplir sus objetivos.
Sin embargo, para el agricultor la manzana es sólo una mercancía y para el cocinero es solo un ingrediente de su receta. Es cierto que, como el niño, ninguno de los dos es ya prisionero de sus sentidos más inmediatos. Ambos razonan ya en otro nivel, operan de manera lógica, piensan en el futuro, elaboran planes y son capaces de crear. Sin embargo, en ambos casos, el pensamiento sigue siendo abstracto[5].
Por supuesto, el pensamiento abstracto no es en sí mismo malo. A veces es incluso benéfico. Si tuviéramos que detenernos a analizar con detalle y a reflexionar cada una de las cosas que hacemos y pensamos a lo largo del día, tratando de considerar todos sus factores, no tendríamos tiempo de vivir. Seríamos como Funes, el memorioso[6], que para recordar todos los detalles de un día necesitaba invertir todo otro día completo. El pensamiento abstracto suele ser práctico y útil. A veces, incluso, habría que decir que es practicista y utilitario, porque sus razonamientos y creaciones son unilaterales. Al agricultor de manzanas solo le interesan las manzanas como negocio y al cocinero solo le interesan para su mermelada. En este sentido, aunque el pensamiento abstracto puede ser conveniente y creativo, siempre es limitado. La diferencia es que, con el desarrollo del razonamiento abstracto, las personas se vuelven capaces de expandir su pensamiento y realizar operaciones mentales. En este sentido, el razonamiento libera a las personas de la cárcel de sus sentidos, aunque su pensamiento siga siendo unilateral.
V. El ascenso de lo abstracto a lo concreto
El pensamiento concreto descansa sobre el razonamiento abstracto. Es un nivel superior y más complejo. Por eso los marxistas dicen que para alcanzar este tipo de pensamiento debe haber un ascenso desde la abstracción. Cabe recordar que el pensamiento concreto no es el pensamiento práctico de la vida cotidiana. Ese pensamiento también suele ser abstracto, aunque sea útil, necesario y conveniente. Pero ¿en qué consiste el pensamiento concreto? La respuesta breve es que el pensamiento concreto consiste en comprender, de la manera más íntegra posible, más completa y multilateral, la esencia de un objeto de conocimiento o alguna de sus manifestaciones.
La respuesta extensa implica que demos un pequeño rodeo y consideremos los siguientes tres puntos. En primer lugar, hay que recordar que nuestro pensamiento siempre varía en grados de abstracción. Un panadero, por ejemplo, conoce mejor que muchas personas el oficio de hacer pan. Sabe más cosas sobre el negocio, las recetas, los procedimientos de trabajo e incluso puede tener conocimientos técnicos sobre la química de los alimentos. En este sentido, un panadero tendrá un pensamiento más concreto sobre su oficio que cualquier persona ajena al gremio. Y así con todo. Las personas que viven en la ciudad tienen un conocimiento más concreto sobre la vida urbana y uno más abstracto sobre la vida en el campo. Los arquitectos tienen un conocimiento más concreto sobre el diseño y la construcción de edificios, aunque no sepan nada sobre ser panaderos, y viceversa.
Pero nadie puede saberlo absolutamente todo. Este es el segundo punto que debemos considerar. Por eso, la única manera de elaborar un pensamiento concreto es suscribiéndolo a un objeto de conocimiento particular o, como Marx (2008) lo denominó, a una totalidad concreta. Un objeto de conocimiento, en este caso, sería solo una parte de la realidad, un fenómeno particular del mundo[7]. Este objeto, entonces, tiene que estar bien delimitado, pero además tiene que ser un objeto de relevancia para el conocimiento. Volvamos a la manzana. Probablemente a nadie le interese conocer la realidad concreta de la manzana de mi escritorio. Y está bien. Es solo una manzana. Pero probablemente esta manzana sea importante para un genetista de las frutas. Para él, esta manzana no es su almuerzo y tampoco es una mercancía. Para él la manzana sería solo un caso particular de las frutas que estudia. ¿Podríamos decir que entonces este investigador tiene una visión abstracta de la manzana? Sí. Pero su visión abstracta de la manzana es voluntaria y tiene un objetivo. Para él, la manzana que está sobre mi escritorio sería solo un caso muy específico, entre muchos otros, y todos estos casos le interesan porque le sirven para estudiar y comprender las variaciones genéticas de las frutas. Su objeto de conocimiento no es la manzana de mi escritorio, sino la variación genética. Por eso, él elige hacer abstracción de una gran cantidad de aspectos de la manzana, pero para construir una comprensión más integral y concreta de otro objeto: las variaciones genéticas[8].
Ahora bien, puede haber muchos objetos de conocimiento para distintas ciencias. Sin embargo, ningún biólogo conoce ni puede conocer todo sobre su ciencia u objeto de estudio. Ningún médico sabe ni puede saber todo sobre el cuerpo humano. Ningún economista comprende ni puede comprender todo sobre la producción, distribución e intercambio de la riqueza. Incluso si juntáramos los conocimientos de toda la humanidad hasta nuestros días, nuestro conocimiento sobre cada objeto sería limitado. Este es el tercer punto que debemos considerar. Y es que, ni siquiera delimitando un objeto de estudio es posible conocer todos los aspectos de dicho objeto[9]. Por eso es necesario conocer sus elementos esenciales y hacer abstracción de todo lo que no es relevante. Sin embargo, para que el científico sea capaz de distinguir lo central de lo accesorio, es necesario que conozca de manera muy concreta su objeto de estudio y que sea capaz de aplicar la abstracción de manera voluntaria para elaborar conceptos y explicaciones.
Sintetizando los tres puntos antedichos: el pensamiento concreto consiste en aplicar el razonamiento abstracto para delimitar un objeto o totalidad concreta y elevar nuestros conocimientos en torno a él. Esta comprensión más concreta del fenómeno nos permitirá discernir entre sus elementos esenciales y accesorios, de manera que podremos conceptualizarlo y dar cuenta de sus tendencias y lógica interna. Así, tendremos una visión sobre nuestro objeto que será multilateral e integral y, al mismo tiempo, general y aplicable a los distintos casos o manifestaciones particulares de nuestro fenómeno. El pensamiento concreto es el pensamiento científico por excelencia.
VI. El análisis concreto de la situación concreta
El pensamiento concreto descansa sobre el pensamiento abstracto y puede definirse como la acción y efecto de estudiar a fondo y de manera multilateral un fenómeno de la realidad. En este sentido, el pensamiento concreto supone que las personas hayamos desarrollado ya nuestra habilidad para razonar abstractamente, pues este es un requisito indispensable. Sin embargo, el pensamiento concreto no emerge por simple maduración, sino que es el resultado de una labor de investigación. Aunque esta investigación no está forzosamente circunscrita al ámbito académico. También en la vida cotidiana y en otros ámbitos de la realidad social, como en la política, se puede aplicar el pensamiento concreto.
Probablemente la mejor forma de aplicar este pensamiento a otros ámbitos distintos al de la ciencia académica sea el del análisis concreto de la situación concreta. Este tipo de análisis, como su nombre lo indica, también supone una investigación. Sin embargo, esta investigación no estará centrada en la construcción del objeto general de conocimiento o totalidad concreta, sino que estará centrada en un caso o situación específica. Para que este análisis pueda hacerse, es necesario que los analistas tengan claridad sobre los distintos factores que deben incluir en su análisis y para eso deben tener claridad sobre el objeto de conocimiento al que pertenece la situación que intentan analizar. En otras palabras, el análisis concreto de la situación concreta requiere un conocimiento muy amplio de la situación específica, así como de la teoría que permite comprenderla y explicarla.
Ya en este punto, el ejemplo de la manzana es un poco caricaturesco. Sin embargo, puede servir para ilustrar el punto. Recordemos a nuestro genetista de las frutas. Él se dedicaba a estudiar las variaciones genéticas y la manzana de mi escritorio no le interesaba más que como caso particular de su objeto de estudio. Sin embargo, si a este genetista le encargaran un proyecto para desarrollar una variante de manzana que se adaptara mejor a climas cálidos, él podría hacer un estudio de caso sobre cierto tipo de manzanas, de manera que el investigador pueda descubrir si entre estas manzanas hay posibilidad de conseguir alguna variante con las características que busca. El análisis concreto de la situación concreta es, en alguna medida, un diagnóstico muy bien informado de una realidad particular. Este diagnóstico puede estar orientado a desarrollar una nueva variante de manzana, a perfeccionar los viajes al espacio o a transformar la realidad económica de una sociedad.
VII. Importancia del pensamiento abstracto y concreto
El pensamiento concreto es siempre el resultado de un esfuerzo deliberado por conocer la realidad. No es un producto espontáneo de la experiencia. Pero, si como ya dijimos antes, el pensamiento abstracto es útil para la mayoría de las cosas de la vida cotidiana, entonces, ¿para qué queremos el pensamiento concreto? El pensamiento concreto es un pensamiento científico que busca aproximarse a la verdad, a la realidad concreta de las cosas. Para elaborarlo se necesitan grandes esfuerzos, aunque muchas veces dicho conocimiento no sea inmediatamente aplicable. Sin embargo, el pensamiento concreto es lo que permite la realización de las grandes transformaciones e innovaciones humanas. Si el pensamiento abstracto permite pensar el futuro y lo posible, el pensamiento concreto permite elaborar planes realistas, científicamente orientados, para la realización de grandes proyectos. Si el razonamiento abstracto nos permite liberarnos de la prisión de nuestros sentidos, el pensamiento concreto nos permite liberar nuestro pensamiento de sus propias limitaciones, de sus propios sesgos y unilateralidades.
El pensamiento abstracto es importante no solo porque es la base de muchas de nuestras actividades cotidianas, sino también porque es el origen del pensamiento concreto y este último es importante porque con él podemos aspirar a dos de las grandes metas de la humanidad: encontrar la verdad y transformar la realidad.
*Con autorización del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales
Referencias
Engels, F. (1968). Anti-Dühring. la suversión de la ciencia por el señor Eugen Dühring (M. Sacristán (ed.)). Grijalbo.
Kosik, K. (1967). Dialéctica de lo concreto. Grijalbo.
Lenin, V. I. (1974). Materialismo y Empiriociricismo. Ediciónes en Lenguas Extranjeras.
Marx, K. (1975). El Capital: Crítica de la Economía Política. Libro Primero: el Proceso de Producción del Capital (P. Scaron (ed.)). Siglo XXI.
Marx, K. (2008). Introducción general a la crítica de la economía política (1857). En J. Tula (Ed.), Contribución a la crítica de la economía política (9a ed., pp. 281–313). Siglo XXI.
Piaget, J. (1991). Seis Estudios de Psicología. Ediciónes Labor.
Piaget, J., & Inhelder, B. (2007). Psicología del Niño (17a ed.). Ediciónes Morata.
Vygotski, L. (1979). El desarrollo de los procesos psicológicos superiores (M. Cole, V. John-Steiner, S. Scribner, & E. Souberman (eds.)). Grijalbo.
Vygotski, L. (2013). Pensamiento y lenguaje. Teoría del desarrollo cultural de las funciones psíquicas. Quinto Sol.
[1] En palabras de Marx (2008, p. 301): “Lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad de lo diverso.”
[2] En palabras de Engels (1968, p. 76): “Si alguna vez llegara la humanidad al punto de no operar más que con verdades eternas, con resultados del pensamiento que tuvieran validez soberana y pretensión incondicionada a la verdad, habría llegado con eso al punto en el cual se habría agotado la infinitud del mundo intelectual según la realidad igual que según la posibilidad; pero con esto se habría realizado el famosísimo milagro de la infinitud finita.”
[3] En palabras de Kosik (1967), el mundo de la vida cotidiana es el mundo de las pseudoconcreciones.
[4] Esto es bastante notorio en los trabajos de Vygotski (1979, 2013) y Piaget (1991; 2007), donde precisamente se estudia el desarrollo del pensamiento conceptual y la inteligencia en los niños, y cómo esto permite ampliar su capacidad para razonar y resolver problemas.
[5] Aquí hay una aclaración que hacer. Como se verá más adelante, el pensamiento concreto supone la capacidad de analizar un fenómeno o situación de forma integral. El cocinero o el productor de manzanas, entonces, solo están sujetos al pensamiento abstracto en la medida operan sin un análisis de esta naturaleza, por ejemplo, cuando el cocinero se limita a repetir una receta o el productor a seguir una fórmula, pero sin un involucramiento mayor.
[6] Cuento de Jorge Luis Borges.
[7] Por supuesto, los conocimientos de las distintas totalidades concretas podrían ser articuladas en una comprensión más integral y unitaria del mundo, lo cual permitiría tener una visión de conjunto, menos parcializada, aunque nunca acabada ni definitiva, sobre la realidad conocida por el ser humano. Esta comprensión más genérica, sin embargo, y aunque constituiría una aproximación más multilateral de la realidad, también tendría que suponer un grado mayor de abstracción para poder realizarse. Elaborar una concepción del mundo implica esto.
[8] Este ejemplo solo nos sirve para ilustrar nuestro punto: el objeto de conocimiento no necesariamente es un caso particular. Marx (1975), por ejemplo, definió su objeto de conocimiento como el modo capitalista de producción y no como el capitalismo concreto de Inglaterra. Es verdad que estudió mucho el capitalismo inglés, pero lo hizo solo para poder comprender su objeto de estudio principal.
[9] Una aclaración importante aquí es que esta imposibilidad del conocimiento absoluto es solo una imposibilidad práctica y no de principio. Si la imposibilidad fuera de principio, entonces el conocimiento en su conjunto no sería posible y solo tendríamos una multiplicidad de narrativas ad hoc, pero sin valor y sin peso veritativo. Pero este no es el caso. El conocimiento es posible. Solo que, en la práctica, sólo podemos realizar aproximaciones a él. En palabras de Lenin (1974, p. 363): “todos los límites en la naturaleza son convencionales, relativos, móviles, expresan la aproximación de nuestra inteligencia al conocimiento de la materia, pero esto no demuestra en modo alguno que la naturaleza, la materia, sea en sí un símbolo, un signo convencional, es decir, un producto de nuestra inteligencia.”
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