De acuerdo con el portal de internet Cluster Minero de Chihuahua (CLUMIN), “en el estado de Chihuahua hay 139 pueblos mineros; el más longevo es Santa Bárbara, donde se descubrieron los primeros yacimientos en el año de 1565. Santa Bárbara fue la primera villa poblada que hubo en el territorio chihuahuense. Para 1635 había nueve minas activas; para 1646 eran 24, y en 1655 hay un ascenso hasta 79; y culmina en 1655 con 139 minas en plena producción. Lo que precipita la despoblación de Santa Bárbara es el descubrimiento de la mina de Parral.
Desde entonces, a la fecha, Chihuahua es un estado minero. De acuerdo con cifras del Inegi, “el valor acumulado de 2022, a septiembre, ascendió a 37 mil 047 millones de pesos, lo que representa cuatro por ciento del PIB estatal. La producción minera del estado de Chihuahua ocupa el tercer lugar nacional en valor de producción de plata y plomo, tercer lugar en la producción de zinc, cuarto en la producción de cobre, y la quinta posición nacional en la producción de oro”.
Es bien sabido que el trabajo minero es de los más pesados porque provoca gran agotamiento a los trabajadores, también es un gran causante de enfermedades respiratorias debido a las condiciones de los obreros dentro de las minas donde inhalan todo tipo de sustancias, como gases.
De acuerdo con un informe denominado “Carbón Rojo”, elaborado por la organización Pasta de Conchos, dice que “de 1883 al 2017 se han registrado al menos 310 eventos mortales con al menos 3 mil 103 muertos. Refiere que el registro más antiguo de una catástrofe en la zona carbonífera de Coahuila es de 1889, cuando un estallido de gas metano en la Mina El Hondo, mató a 300 hombres, quienes no fueron rescatados y que se quedaron desde entonces bajo tierra”.
Otro accidente de gran magnitud se registró en Pasta de Conchos, cuando el 19 de febrero de 2006, en el que 65 mineros murieron sepultados a 400 metros de profundidad. Lo más grave fue que a cinco días del siniestro Grupo México declaró muertos a los mineros sin haber instalado un equipo de monitoreo que permitiera una ubicación precisa, y, con base en un supuesto informe técnico y científico, señaló que no había posibilidad de alguna supervivencia tras la explosión de metano, por lo que la búsqueda se suspendió.
En lo que va de este año, se ha registrado la muerte de tres mineros en diferentes minas del estado de Chihuahua. El primero se trató de un trabajador de una mina en Santa Eulalia, que falleció al quedar prensado por tubería que le cayó encima mientras realizaba maniobras en la mina; el segundo caso se registró en una mina de Santa Bárbara, el 27 de enero, en el que un trabajador de los denominados gambusinos cayera de una altura de 120 metros de altura, luego de que se soltara el arnés al que estaba sujeto; y el tercer caso se registró el pasado 3 de febrero en la mina La Mesa, en el municipio de San Francisco del Oro, en donde otro gambusino falleció mientras fue alcanzado por una explosión dentro de la mina.
Todos estos hechos refieren lo altamente peligroso que resulta la profesión minera; la manipulación de maquinaria pesada al interior de las minas, la falta de ventilación, de alumbrado, de material de protección, hace que ese trabajo sea aún más peligroso; además de no olvidar las quejas de los familiares de los fallecidos quienes han puesto de relieve las malas condiciones laborales de los mineros, así como las omisiones de las empresas, quienes no desconocen de las precariedades, y aun así, arriesgan la vida de cientos y miles de trabajadores.
También se tiene que agregar la omisión del Gobierno federal, que no se ha tomado la molestia de exigir a las nacionales e internacionales mejores condiciones laborales para los mineros mexicanos. Mientras el gobierno de la 4T no muestre verdadero interés por la vida de los trabajadores, los accidentes por omisión y los muertos por accidentes seguirán ocurriendo, y quedarán como su sello de presentación.
En la medida de desinterés de la 4T, los trabajadores mexicanos tienen que elevar la protesta, como consecuencia de la pasividad del gobierno federal ante la clase empresarial de México y del extranjero, que mantiene la vida de los trabajadores en un hilo.
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