MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La vigencia de la Revolución Mexicana hasta nuestros días

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Hace unos días se conmemoró un año más del levantamiento armado conocido como Revolución Mexicana, y como todos los años, personas de derecha y de la parte oficial rinden homenaje a ese hecho histórico tan importante en nuestro país, lo cual demuestra la vigencia que se conserva de las banderas revolucionarias en el seno de todos los mexicanos, aunque desgraciadamente se ha tratado de ir borrando las causas que dieron origen a este estallido social allá por noviembre de 1910.

Hoy, pesar de ese levantamiento armado, podemos constatar que la agricultura nacional vive una crisis permanente, porque no es capaz de satisfacer las necesidades nacionales y esto es muy grave ya que el campo de todo país es de esencial necesidad porque de ahí se obtienen tanto las materias primas para la ganadería y la industria, así como alimentos para toda la población que continúa creciendo a pasos agigantados y esto preocupa en verdad que el campo mexicano siga en declive y que a los gobiernos simple y llanamente no les importe sacarlo de ese hoyo en el que se encuentra, a pesar de que si no se pone un freno a esta crisis agrícola, resulta difícil creer que los esfuerzos por reactivar la economía nacional tengan algún éxito.

Ya lo dijo el Maestro Aquiles Córdova, líder nacional del Movimiento Antorchista, que en otros términos, una auténtica y efectiva política anticrisis tiene que comenzar, necesariamente, por una enérgica acción en el ámbito de la agricultura, tendiente a modernizarla y llevarla a índices de productividad a la altura de los requerimientos nacionales, pero, desgraciadamente la tierra, aquí como en el mundo entero, como fuente generadora de riqueza, está condenada a la concentración en unas cuantas manos.

Pero qué con la lucha revolucionaria de noviembre de 1910, en donde también se luchó por la distribución de la tierra entre los campesinos, siguiendo la frase de "la tierra es de quien la trabaja", algunos datos históricos:

La Revolución Mexicana ha sido probablemente el proceso histórico de mayor importancia de la historia de México desde la conquista española. Fue un enfrentamiento de gran complejidad. Distintos grupos sociales con demandas y objetivos muy diferentes se aunaron en la rebelión contra el Porfiriato, es decir, contra el gobierno de Porfirio Díaz que se sostuvo durante más de 30 años y con una clara diferenciación de clases.

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La Revolución Mexicana se inició como una rebelión contra el control del país por parte de Porfirio Díaz. El General Porfirio Díaz había asumido en 1876 el poder en México. Luego, se afirmó de manera ininterrumpida en el poder por medio del fraude electoral durante décadas. Este periodo es conocido como el Porfiriato, periodo que nace como un tiempo de prosperidad y de ilusión pero que pronto se convierte en una realidad en la que gran parte de la población mexicana sufre las consecuencias de la pobreza.

De este modo podemos decir que en el comienzo o primeros años del Porfiriato, la economía mexicana se consolidó. Las principales beneficiarias de esto fueron las compañías extranjeras, los empresarios y los hacendados (propietarios de grandes extensiones de tierra). Las tierras comunales indígenas pasaron a manos de estos terratenientes. Así, el 5% de la población llegó a poseer el 97% de la propiedad de las tierras cultivables.

Durante 1908, el conflicto se agravó debido al aumento de la movilización de trabajadores urbanos y comunidades indígenas que reclamaban sus tierras. Ciertos grupos de la elite reclamaban una democratización del régimen. Su principal figura era Francisco Madero.

En las elecciones de 1910, nuevamente mediante el fraude y la violencia, triunfó Porfirio Díaz. Madero fue el candidato opositor, logrando un importante apoyo en las urnas. El gobierno le encarceló, pero Madero logró huir hacia Texas (EE. UU.) donde elaboró el Plan de San Luis Potosí. En él, instaba al pueblo mexicano a tomar las armas y rebelarse contra el régimen del Porfiriato.

Madero y sus seguidores no sólo sostuvieron las reivindicaciones de la elite norteña, como ser una mayor participación política. También supieron incorporar los reclamos del campesinado. Gracias a esto, Pascual Orozco y Pancho Villa (importantes líderes de las masas de campesinos del norte), se sumaron a las fuerzas encabezadas por Francisco Madero.

Al defender las políticas de los campesinos, se sumó al alzamiento el creciente movimiento agrarista del Sur de México. Entre ellos se destacaba Emiliano Zapata, líder de los rebeldes de la zona de Morelos. La victoria de Madero y sus aliados fue rápida. Lograron el control de Chihuahua, Baja California, Veracruz y Ciudad Juárez. El 21 de mayo de 1911 los maderistas y los representantes de Díaz acordaron el fin del conflicto.

Pocos días después renunció Porfirio Díaz y el gobierno provisional hizo un llamado a elecciones generales. Madero ganó y se convirtió en presidente. Así terminaba la larga dominación del régimen porfirista sobre la política de México. El objetivo inicial de la Revolución Mexicana estaba cumplido. Pero los profundos conflictos socioeconómicos que habían salido a luz durante la rebelión contra Porfirio Díaz, seguían presentes.

Fue así que la llegada a la presidencia de Madero no fue el fin de la Revolución. Simplemente la apertura de una nueva etapa. En esta nueva fase de la Revolución Mexicana, los distintos grupos revolucionarios entraron en lucha entre sí, en la defensa de sus intereses particulares y hasta la fecha.

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