Se suponía que con la llegada de la tan cacareada 4T vendría la prosperidad para todos, y claro, primero los pobres, así como el destierro de la odiada corrupción de los gobiernos anteriores, pero a poco más de cuatro años del gobierno morenista, ni la prosperidad llega ni la corrupción se va.
Hoy, México ha entrado a un estado de grave crisis porque los verdaderos males del país se han agudizado, los servicios de salud deficientes, un desprecio evidente a la educación, salarios por los suelos, desempleo y crecimiento del empleo informal, aumento al precio de la canasta básica, la inseguridad imparable, en pocas palabras, nada detiene el crecimiento de la pobreza.
Los salarios son tan bajos que cuatro de cada 10 trabajadores (39.4%) no pueden adquirir la canasta de alimentos mínima, según cifras del Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social), la crisis económica por la que atraviesa nuestro país ha provocado un aumento en el precio de los alimentos.
Además, la baja en el poder adquisitivo, aumenta la brecha de la desigualdad y se nota más entre las mujeres y la población indígena como los grupos más vulnerables en términos laborales. El incremento en el ingreso laboral promedio de las trabajadoras fue menor que sus pares hombres.
La política económica morenista es neoliberal, por lo que uno de sus fundamentos es reducir las estructuras del gobierno o en palabras del gobierno actual, aplicar una política de austeridad.
Tanto los gobiernos como los defensores de los poderosos, siempre han manejado que los creadores de empleos son los que arriesgan sus fortunas, de acuerdo con ese punto de vista, sería contraproducente exigirles que paguen impuestos justos por las enormes ganancias que obtienen como premio a su esfuerzo de invertir en la creación de empleos. Pero se olvidan de que el fin de toda empresa es la generación de riqueza y por lo tanto de ganancia, pero solo se puede producir contratando mano de obra asalariada, que es la verdadera productora de la riqueza.
La corrupción se ha convertido en el distintivo del gobierno morenista: millonarios contratos y grandes obras sin licitación; confabulación de funcionarios federales con grandes proveedores y con ello el crecimiento de las fortunas de los principales personajes de la 4T. La alianza del gobierno morenista con los grandes capitales es evidente, el primero, hacer como que apoya al pueblo, para que los segundos sigan engordando sus bolsillos.
La agudización de la crisis en todos los rubros, dejará una huella imborrable, pues en lo que lleva López Obrador en el gobierno, ha demostrado su incapacidad para ofrecer un mejor servicio a la patria, perdió lastimosamente su oportunidad histórica, pero por esa misma razón se vislumbra la necesidad de plantear otra forma de gobernar, no se puede continuar dividiendo a la sociedad, las erradas políticas de hostilidad, sólo nos hace más vulnerables como nación y se vuelve tarea difícil remontar la crisis actual. Es necesario que el gobierno desempeñe un papel importante en el manejo de la economía, que además la ley le faculta.
El camino para salir de esta crisis social y económica es la organización del pueblo, no son confiables los gobernantes que defienden a los grandes capitales, debemos crear una poderosa organización popular que le dé un nuevo rumbo a nuestro país, que todos los trabajadores y sus familias tengan la posibilidad de vivir con dignidad.
Se necesita del equilibrio en la toma de decisiones entre el sector privado y los responsables de la política económica del sector público, para que se tomen las medidas necesarias, tomando en cuenta dos temas, uno, el desarrollo económico; y dos, incluir el bienestar de los trabajadores y sus familias, sino se dan estos dos ingredientes nunca podremos pensar en acabar verdaderamente con la desigualdad.
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