Estamos en un país en el que la mayoría de nuestro pueblo tiene una memoria muy corta, pues hay funcionarios y gobernantes que hacen un pésimo trabajo cuando tienen el cargo, otros más quienes fueron acusados de delitos de corrupción y luego en un corto tiempo se cambian de partido o de cargo, y ahora según ellos vuelven “blancos” y “puros”.
Muchas de las clases populares están despolitizadas, no conocen bien las relaciones de poder, su origen y cuáles son los mecanismos de dominación que utilizan los que tienen el poder para someterlos y explotarlos.
La mayoría de ellos ve la política como algo sucio, como una manera de trepar al poder y enriquecerse rápidamente y todos los que andan en la política se vuelven mentirosos y abusivos. Muchos de ellos abusan de su poder y se vuelven prepotentes y maltratan al pueblo. Todo esto ha generado que el pueblo vea mal la política y a los políticos, de ahí que los niveles de votación siguen bajando y aumenta el abstencionismo en las elecciones.
El instinto del pueblo para captar todo esto es bueno, pero es insuficiente porque no hay solución a la falta de servicios, de escuelas, de atención médica, de seguridad, de apoyo al campo, etcétera, el pueblo sigue desorganizado, y por lo mismo sigue siendo víctima de esos políticos arribistas.
Sin embargo, si vamos a los antecedentes históricos de la palabra política, ha sido considerada por los grandes pensadores como una actividad humana fundamental en esta sociedad dividida en clases sociales y sectores en la que cada una de ellas pugna por el poder.
Debemos educar al pueblo políticamente, tenemos que hacer que entiendan que la política en sí no es mala, son los gobernantes, los funcionarios los que la envilecen, pero que en las manos correctas la política se convierte en un instrumento para luchar por el progreso social, por la justicia, por un reparto más igualitario de la riqueza, porque todos los hombres tengan trabajo, pan y comida, y la posibilidad de educarse, atender su salud y la se los suyos.
Al respecto Antonio Gramsci, político, sociólogo y periodista italiano señaló que el pilar de la política “es el que existen realmente gobernados y gobernantes, dirigentes y dirigidos. Toda la ciencia y el arte político se basa en este hecho primordial, irreductible […] ciencia política significa ciencia del Estado y Estado es todo el complejo de actividades prácticas y teóricas con las cuales la clase dirigente no sólo justifica y mantiene su dominio, sino también logra obtener el consenso activo de los gobernados”. Sin embargo, los ideólogos de la burguesía han suavizado el concepto, convirtiéndolo en sólo “participar en los asuntos públicos”, en términos puramente administrativos, encubriendo así su esencial carácter de clase.
Nos guste o no, la política aparece en todos los ámbitos de nuestra vida, en la escuela, en el deporte, en la Iglesia, en los sindicatos, entre maestros, etcétera. El estudiante que se da cuenta de las deficiencias que hay en su escuela y quiere encabezar a sus compañeros, está haciendo política; un médico que aspira a ser director del hospital, está haciendo política; un cura o pastor de una iglesia cuando aconseja a sus feligreses a no apoyar o asistir a alguna manifestación o apoyo a un político, está haciendo política; también entran dentro de la política, todos aquéllos personajes que se dedican a difamar, hacer acusaciones en los medios de comunicación en contra de algún personaje, funcionario o gobernante con el fin de desacreditarlo, o hace lo mismo a un grupo o partido político, no dejando claro cuál es su verdadero interés.
Existen otros que se dicen apolíticos, ciudadanos “sin partido”, para buscar la aceptación de los votantes que están hartos de los malos políticos, como si cambiándole el nombre desapareciera todo lo malo y lo podrido, pero en los hechos lo único que buscan es luchar por el poder.
Todo esto ha provocado que muchos jóvenes vean la política con repugnancia, no se dan cuenta que a donde vayan, cuando salgan de la escuela y busquen un empleo se vuelven a encontrar con la política, en todos los poros de la sociedad está presente, y lamentablemente ellos no estarán preparados para orientarse en ella. Debemos educar al pueblo políticamente, tenemos que hacer que entiendan que la política en sí no es mala, son los gobernantes, los funcionarios los que la envilecen, pero que en las manos correctas la política se convierte en un instrumento para luchar por el progreso social, por la justicia, por un reparto más igualitario de la riqueza, porque todos los hombres tengan trabajo, pan y comida, y la posibilidad de educarse, atender su salud y la se los suyos.
Nosotros podemos negarnos a participar en política, pero la política no se va a olvidar de nosotros; mientras los pobres no conozcan qué es el poder, ni quiénes y cómo lo ejercen; nunca podrán liberarse de sus explotadores y menos podrán influir en el desarrollo del país. Analicemos nuestra sociedad, veamos cómo funciona, cuáles son las principales fuerzas políticas que existen en el municipio, el estado y el país, solo así lograremos influir verdaderamente en las decisiones importantes de nuestro país, solo así podremos luchar por nuestros derechos y encontrar el camino del progreso.
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