El fenómeno de la migración de personas que buscan encontrar en un país, diferente al suyo, una mejor vida, cada vez va en aumento. En efecto, son miles de personas de África, Asia y del sur de América que abandonan el lugar que los vio nacer para buscar mejores oportunidades de vida en los países del primer mundo, en los que se emplean realizando diversos trabajos, muchas veces sin prestaciones mínimas. A nivel global, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el número de migrantes internacionales supera los 272 millones de personas. Para darnos una idea, tan solo en nuestro país, según la Organización de Naciones Unidas, (ONU) viven 1 millón 60 mil 707 inmigrantes, lo que representa el 0.84% de la población del país. Según el Instituto Nacional de Migración, en lo que va de 2022 se ha logrado identificar y retener a 115 mil 379 inmigrantes, entre los cuales el 15% son menores de edad. Según datos de la Organización para La Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) los tres países con el mayor número de migrantes en el mundo son la India con 12.3 millones, México con 12.3 millones y Rusia con 10.6 millones
Para los guerrerenses, la causa fundamental de la migración es la pobreza de sus habitantes. Las difíciles condiciones de vida que se manifiestan en la falta de servicios de todo tipo, desde salud, educación, vivienda, servicios públicos, comunicación, pero, sobre todo, la falta de empleo, el motivo de que familias enteras se desplacen a otros estados, principalmente al norte para trabajar medio año y regresarse a su tierra en la época de siembra. Guerrero ya superó a Oaxaca como el principal expulsor de jornaleros agrícolas por la falta de oportunidades. Otro destino es Estados Unidos, donde buscan realizar el “sueño americano”, según el INEGI, en este país viven más de 1 millón 400 mil guerrerenses. Desde luego que la migración no se realiza sin riesgos, la muerte de 53 centroamericanos, entre los que se encuentran 27 mexicanos, asfixiados dentro de un tráiler sin ventilación, es la última tragedia de una serie de muchas que han sufrido quienes se proponen llegar a Estados Unidos. No hay duda que desde siempre la migración ha sido un jugoso negocio para los traficantes de personas de ambos países, pues no puede darse sin la participación de las autoridades, ya que a raíz del último acontecimiento se vienen denunciando una serie de anomalías ante las cuáles ninguna autoridad mexicana o estadounidense hace algo para frenar los riesgos de los indocumentados. Son millonarias las utilidades que genera esta actividad ilícita. Según algunas estimaciones, los polleros ganan alrededor de 12 mil 300 millones de pesos al año. Cada indocumentado, según datos proporcionados por familiares de quienes en los últimos meses han emigrado, “los coyotes” cobran de 12 mil 500 a 15 mil dólares por persona, lo que equivale a 250 mil pesos aproximadamente, cantidad que recuperan después de año y medio de trabajo, en jornadas extremas, cuando bien les va, porque muchos son estafados y abandonados a su suerte.
El gobierno de la 4T, al igual que los gobiernos pasados, sigue sin atender el problema de la migración en nuestro país, mientras no combatan seriamente las causas que la originan, seguiremos viendo tragedias como la de San Antonio Texas, seguiremos escuchando, por un lado, que las remesas son un logro del gobierno y que los programas sociales están generando condiciones de arraigo, pero por otro, miles de mexicanos abandonando sus pueblos y familias para encontrar en otro país, lo que el suyo, gobernado por farsantes y oportunistas no les da, arriesgando la vida en el trayecto.
Si ponemos atención a los familiares de los migrantes mexicanos que perdieron la vida asfixiados en el tráiler, todos dicen que la decisión de los fallecidos para irse a Estados Unidos fue porque la pobreza en la que vivían ya era insoportable, y se fueron para darle a sus familiares una vida mejor. Este hecho, como muchos otros que suceden diariamente en nuestro país, debe preocupar a todos los mexicanos que aspiramos a vivir dignamente en nuestro país, y si los actuales gobernantes no se proponen actuar consecuentemente con sus compromisos, construyamos un camino propio, que contemple el fortalecimiento de la unidad del pueblo, su organización y educación política, para que por la vía democrática desplace a la clase que nos gobierna, y tome el poder político de la nación y se apreste a construir un sistema económico que privilegie el empleo con buenos salarios y que se aplique a mejorar la vida material y espiritual de todos los mexicanos. Se puede, en el mundo hay ejemplos de esto, pocos, pero los hay.
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