Hubo un tiempo en la historia de la humanidad donde las mujeres jugaban un papel de primera importancia en el desarrollo de la sociedad, en el matriarcado; debido al desarrollo económico de la humanidad hemos pasado por la sumisión absoluta y llegado a este punto de aparente libertad y reconocimiento del rol que juegan en la sociedad las mujeres, pero ¿Qué ha pasado realmente?
Después de que la mujer perdió su posición privilegiada ante la sociedad se vio enormemente sometida económica e ideológicamente, y desde entonces han existido diversas luchas de mujeres por lograr libertades y el reconocimiento de su papel en la sociedad. Así podemos recordar la lucha dada por la revolucionaria Klara Zetkin, por la conquista del derecho de las mujeres a votar, mismo que en México se logró en 1953. También por la vía de la lucha se conquista el derecho a la educación y el trabajo, entre otros, pero en pleno siglo XXI la liberación real y plena de la mujer sigue pendiente.
Aquí unos breves ejemplos a raíz de la pandemia. Se redujo la participación femenina en el mercado laboral, de un 45 por ciento (que de por sí era poco) a un 41 por ciento actualmente. Según nuestro secretario de Hacienda, Arturo Herrera, el salario promedio para los hombres es de seis mil 900 pesos al mes, mientras que para las mujeres es de cinco mil 400 pesos. Las labores del hogar que realizan las mujeres para sus familias no son remuneradas y no son pocas. El número de feminicidios se ha elevado constantemente en los últimos años. El acoso sexual contra las mujeres es más frecuente de lo que revelan las estadísticas. Por otra parte, se han logrado “conquistas” que tranquilizan a algunas mujeres y que son usadas por los gobiernos como pruebas de buena voluntad, entre otras el derecho al voto, el reconocimiento del género femenino al referirse en masculino y femenino, el acceso a puestos de dirección, el derecho a tener cargos de elección, etc., pero esto de ninguna manera es suficiente y no remedia efectivamente la opresión sufrida por las mujeres.
Pero en estos días que se celebró el día internacional de la mujer nos conviene analizar que no se trata de una lucha entre sexos, y que las injusticias que viven diariamente las mujeres, aunque son ciertas no son las únicas que padecemos en la época que vivimos. Y que por tanto la solución, de ninguna manera podrá ser total y efectiva solo tomando en cuenta a un sector de la población que en este caso son las mujeres. Para que estas y todas las injusticias de la sociedad se terminen, es necesario modificar el modelo social, la verdadera liberación de la mujer solo será posible cuando se termine la opresión y que exista un país donde la enorme riqueza producida se reparta de forma equitativa entre todos y no se permita la sumisión, la ignorancia ni la injusticia contra nadie.
La tarea de los miles de mujeres que se sienten inconformes con la sociedad en que nos tocó vivir, por no sentirse realizadas y plenas, debe ser luchar por cambiar esta sociedad de raíz y no conformarnos con sacar nuestras frustraciones quejándonos o peor, vandalizando cada año las calles de nuestras ciudades, esa es una lucha estéril. Debemos ser parte activa en la transformación profunda de nuestra sociedad organizándonos bajo un programa de lucha que tome en cuenta a los diferentes sectores de la población para un cambio radical en la repartición de la riqueza ya que es la base del bienestar de toda sociedad, y de ahí partir para lograr un cambio de mentalidad más respetuosa, humanista, culta y solidaria. Donde se respete y valore las aportaciones de las mujeres, pero no solo de ellas, sino de todo aquel que con su trabajo diario haga posible un mundo mejor.
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