En casi todos los aspectos cotidianos, encontramos el ritmo; a la hora de caminar, en el paso de los segundos en el reloj, los latidos del corazón. Sin que nos demos cuenta, el ritmo está en todas partes, incluso en el vocablo popular utilizamos frases como: ¡Siente el ritmo!, ¡Qué buen ritmo!.
Parece que es un elemento propio del ser humano, incluso hay quienes se dedican a trabajar con él, con un pulso constante que marca distintas instrucciones; los músicos, por ejemplo, que todo el tiempo deben de estar atentos al ritmo de una obra musical, de cuándo guardar silencio, de cuándo comenzar a tocar… ¡Es fundamental para un músico, ser guiado por el ritmo! Claro, eso parece evidente, sin embargo, en ocasiones, nos topamos con un problema recurrente y raro a la vez… “no tiene ritmo” dicen algunos, otros (con un poco más de conocimiento, y verbo tal vez) dicen: “Es arrítmico”.
Lo que muy pocos entienden es que este problema es, en realidad, una consecuencia de la falta de entrenamiento e interiorización, precisamente, del ritmo. Pero… ¿Qué no era algo propio del ser humano? ¡Sí! Sin embargo, como otras habilidades, el ritmo hay que potenciarlo.
El suizo Émile Jaques Dalcroze se topó con este problema, se dio cuenta de que sus instrumentistas poco mantenían el ritmo y, por tanto, en ocasiones se aceleraban o atrasaban; perdiendo así el sentido de la obra musical. ¿Cómo era posible que músicos experimentados, (que dominaban la armonía y otros elementos más complejos en la música) fallaran en algo tan indispensable para los instrumentistas? Ante esta situación, Dalcroze tuvo a bien el desarrollar un método, (fundamental en la enseñanza y práctica musical) el método Dalcroze, que se basa en la asimilación del ritmo, de su interiorización y posterior ejecución.
Pero... ¿Por qué es tan importante el método Dalcroze? En la pedagogía también se utilizan métodos que facilitan la enseñanza, que hacen que los conceptos se profundicen y tengan un alcance cada vez mayor, y la rítmica de Dalcroze es precisamente eso, un método con en el cual, los alumnos que aprenden música adquieren destrezas, habilidades y conocimiento, todo esto, simplemente jugando.
¡Cómo olvidar que el juego es el primer método de investigación que todos utilizamos! Así se comienzan a desarrollar las habilidades motrices, así asimilamos los conceptos elementales, así descubrimos los límites de nuestro cuerpo, y así, jugando, es como los niños desarrollan el ritmo a través del método Dalcroze.
Dalcroze desarrolló su método bajo el nombre “eurythmia” cuya traducción etimológica sería: "el moverse de forma armoniosa buscando la belleza", y eso, precisamente hizo Dalcroze: usar las marchas, secuencias rítmicas con pasos, subdivisión de notas mediante la corporalidad, la polirritmia (al principio por repetición, pero después por la propia creación de los estudiantes) sin olvidar el trabajo en equipo; todo esto de forma armoniosa, en completo control del cuerpo, de forma bella.
Todos estos elementos, provenientes del eros pedagógico de Dalcroze, hacen de su método, una de las herramientas más útiles, prácticas e indispensables para el inicio y desarrollo del aprendizaje musical.
Lamentablemente, en las escuelas “modernas” de música, poco o nada se utiliza el método de la euritmia de Dalcroze, y las consecuencias se siguen atisbando. Lamentablemente la falta de instrucción y el interés desmedido por la tecnología apaciguadora, hacen que poco se desarrollen estas habilidades en los jóvenes.
Debemos regresar al aprendizaje musical a través también de la apreciación y recursos sensoriales propios del hombre, ya que no se trata de hacer ejecutantes virtuosos solamente, sino, también, de grandes traductores de sentimientos a través de la música.
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