La educación es un derecho de todos los niños, niñas y adolescentes independientemente de la contingencia de covid-19. Ya han pasado poco más de 1 año desde aquella conferencia de prensa y con ella han aparecido nuevos retos y se han reafirmado otros que estaban en la mira desde hace años, a los que de una u otra manera se les han intentado hacer frente y dar posibles soluciones. Dicho sea de paso, estas han sido un tema de discusión del que nadie ha quedado excluido, pues alumnos, padres de familia, maestros, especialistas en educación y organismos internacionales han puesto la mirada en ellas.
Estos retos a los que se enfrenta el Sistema Educativo Mexicano varían de acuerdo con el rol que tienen los involucrados. Cierto es que lo que está aquejando a un estudiante, no es lo mismo con lo que se está enfrentando un maestro y directivo de una plantel; sin embargo, hay líneas en las que convergen esos problemas. Uno de los principales retos que enfrenta la educación en este país hoy en día es el de las desigualdades sociales-educativas que imperan. Una situación que pareciera en su momento no fuera del todo considerada por todos. Tan sólo en 2018 el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) afirmaba que en México existían 52.4 millones de personas que se encontraban en situación de pobreza y otros 8.6 millones en pobreza extrema. Prácticamente la mitad de la población estaba y sigue en un estado de vulnerabilidad que ha condicionado las nuevas formas de llevar la educación a las familias mexicanas. Entre los factores que condicionan el acceso a una educación de calidad en línea, posteriormente hibrida en algunas instituciones, Aprende en casa 1 y 2, pero sin ninguna medida de apoyo, opción a la que se apostó como primera instancia para llevar educación a los alumnos, se ve reflejada en la clase social, la raza, la etnia, el género, la ubicación geográfica y el tipo de institución al que pertenecen. Aquí se presenta una de las mayores desigualdades en donde los estudiantes más pobres son los más imposibilitados para poder seguir su estudios por que el estado al no proveer de los recursos necesarios ni materiales como: Tv, internet para todos, tabletas, computadoras o celulares y tampoco implementar medidas necesarias adicionales, automáticamente expulso a más de un millón doscientos, todos ellos a no continuar con sus estudios. La cifra más cercana del abandono escolar es la de este siclo 2020-2021 la cual haciende a 2 millones 900 mil estudiantes; es decir, casi se triplico el abandono en el periodo en esta pandemia.
Por lo tanto podemos decir que ante esta contingencia sanitaria no se han tomado medidas y decisiones adecuadas ante esta problemática y ahora resulta que en este nuevo ciclo sarán abierto las escuelas y todos los alumnos regresan a clases presenciales. Así lo anunció el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, el sábado pasado, que habrá regreso a clases presenciales «llueva, truene o relampaguee» pese a la tercera ola de covid-19 que aqueja al país y al recelo de algunos maestros”. ¿Pero realmente es el momento oportuno? Cuando vemos que nuestras escuelas están carentes de materiales y las necesidades son mayores. Así lo demuestra la estadística que en su tiempo dio a conocer el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, acerca de las condiciones materiales en la que estudiaban niños y jóvenes mexicanos, en donde las escuelas primarias muestran
Por lo tanto si los estudiantes y maestros regresan a clases es necesario crear condiciones adecuadas para garantizar la seguridad de cada uno de ellos y de tal modo no se contaminen. Cosa que el gobierno actual no cuenta con un plan para garantizar la seguridad en nuestra salud.
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