La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece en su artículo 3º: "Toda persona tiene derecho a recibir educación. El Estado -Federación, Estados, Ciudad de México y Municipios-, impartirá educación preescolar, primaria, secundaria y media superior. La educación preescolar, primaria y secundaria conforman la educación básica; esta y la media superior serán obligatorias, derecho necesario y vital en la formación de los niños y jóvenes de nuestro país.
Hablar de la educación en la situación actual es un tema que ha trascendido para los diferentes agentes que intervienen en este proceso de formación: profesores, alumnos y padres de familia. Las instituciones educativas, considerando las disposiciones del gobierno federal, a través de la Secretaría de Educación Pública, no podrán abrir sus puertas hasta que el semáforo se encuentre en verde, lo que ha obligado a estos sectores a instrumentar la educación a distancia; sin embargo, las condiciones económicas y tecnológicas para desarrollarla difieren drásticamente de la "realidad virtual” del gobierno.
Para los estudiantes, tomar clases a distancia requiere de, al menos, dos recursos indispensables: equipamiento (computadora, laptop o dispositivo móvil) y conexión a internet para tener sesiones sincrónicas. Asimismo, requiere de conocer y dominar el uso de aplicaciones y plataformas educativas (Moodle, Zoom, Teams, Clasroom, Meet, etc.) para desarrollar las actividades y, con ello, lograr un aprendizaje significativo en cada curso. La realidad es otra: en muchos lugares ni siquiera cuentan con conectividad en sus pueblos o municipios, sobre todo en las zonas rurales; de igual manera, los estudiantes no disponen de una computadora para recibir sus clases; en el mejor de los casos, llegan a conectarse a través de un teléfono celular.
Por su parte, el sector de profesores puede contar con mejores condiciones para brindar sus clases: internet, computadora, plataformas, aunque, es importante decirlo, son recursos propios, pues hasta el momento ni las instituciones en las que laboran ni el gobierno les han brindado apoyo tanto material como de capacitación que les permitan desarrollar sus clases en las mejores condiciones para que, con ello, se pueda lograr una educación de calidad o, cuando menos, que esta no sea tan deficiente. Los maestros, en este aspecto, también se han visto obligados a modificar sus estrategias de enseñanza, sin obtener los mejores resultados y, por si no fuera suficiente, el desconocimiento o insuficiencia en el manejo de las herramientas digitales ha sido un factor determinante para no lograr con la eficiencia requerida la transmisión del conocimiento hacia los estudiantes.
Ante tales circunstancias, lo deseable sería contar con un programa gubernamental, puesto que la educación debería ser prioridad de los gobiernos en turno, que considerara medidas a corto y mediano plazo en dos sentidos: primero, en el terreno material; es decir, proporcionar a los profesores los equipos y herramientas necesarias para desempeñar bien y de calidad sus actividades, y el segundo, en el terreno intelectual, es decir, establecer cursos, diplomados, seminarios, etc., que ayuden al desarrollo de sus habilidades docentes en el proceso de enseñanza aprendizaje y, por tanto, puedan cumplir de mejor manera su misión social con la calidad que se requiere. Esto sería lo deseable, pero, desafortunadamente, no existe, o cuando menos no en lo que el problema requiere. En el caso de los alumnos, la situación es peor, pues muchos ni siquiera cuentan en sus comunidades con internet y deben trasladarse a poblaciones cercanas exponiendo su salud y la de sus familias.
Por lo anterior, se debe exigir a las autoridades lo que les toca, pero la otra parte inevitablemente también es responsabilidad de estos dos sectores, por ello es necesario que asuman su compromiso social siendo factores activos. Este es el reto que nos impone la realidad.
Finalmente, ¿quiénes son los responsables de esta situación?
Para corregir este fenómeno, no es suficiente la voluntad de los individuos, es un problema estructural que tenemos como país, al que no se le ha dado la importancia debida y, por tanto, tampoco se han instrumentado acciones que corrijan el problema de raíz. La educación presencial o virtual requieren de una inversión financiera que verdaderamente resuelva las deficiencias del sistema educativo en México, que son históricas. Si los gobiernos en turno atendieran esto, los resultados en nuestra sociedad serían otros, pues "Un pueblo educado, es un pueblo libre" I. Kant.
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