Los deseos de felicidad y prosperidad que se expresan cada fin de año para augurar un mejor porvenir a todos los amigos y familiares, hace mucho tiempo quedaron como una simple frase de cortesía, desfasada de la realidad en la que se encuentran inmersas las familias de millones de trabajadores en nuestro país.
Para que estos deseos, expresados en los convivios decembrinas, se conviertan en una realidad, se requieren ciertos elementos y condiciones; satisfactores que permiten la felicidad humana. Estos elementos no se obtienen fácilmente y, mucho menos están garantizadas las condiciones que se requieren para que el pueblo sea feliz.
A lo largo de estos cuatro años bajo el gobierno de la 4T, la cúpula en el poder no ha querido reconocer que la afirmación de que, “el pueblo está feliz, feliz, feliz”, expresada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, días previos a su primer informe de gobierno, ha resultado una mentira más. No será necesario un análisis muy profundo ni muy abstracto para descubrir que la felicidad no se obtiene mágicamente por la simple expresión demagógica del mandatario, ni por lo que él se imagina, ni por los recursos retóricos que emplea cotidianamente para mantener engañado al pueblo mexicano.
Para demostrar que el producto de la imaginación de los miembros del malogrado proyecto autodenominado Cuarta Transformación está muy lejos de ser cierto, sólo debemos compararlo con la realidad. Simplemente eso. Lo que encontraremos al realizar la confrontación, nos dará un dato mucho más exacto del verdadero estado de satisfacción que tienen los millones de pobres en nuestro país.
Para el año 2020, a casi dos años de gobierno de la autoproclamada 4T, la pobreza total en nuestro país pasó del 41.9 de la población, en 2018, a 44.9 por ciento, porcentaje que representa un incremento de 3.8 millones de personas; de 51.9 millones de personas en situación de pobreza al iniciar el periodo de gobierno, se incrementó a 55.7 millones. En cuanto a la pobreza extrema, también se registró un aumento de 2.1 millones, de 8.7, pasó a 10.8 millones de personas.
Estos datos, que el mismo gobierno acepta por medio de las publicaciones del Coneval, no son un invento, sino una demostración palpable de la cruda realidad: del incremento de la pobreza en este periodo de gobierno. Aun más, para la Cepal, institución perteneciente a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), esta cantidad de pobres no disminuirá; al contrario, al finalizar el año 2022 se esperaba que la cifra de pobres aumentara hasta alcanzar los 58.1 millones de personas.
Estos millones de personas que han pasado a incrementar las filas de los pobres, según las cifras gubernamentales, ¿estarán felices, como sostiene el presidente, de su nueva condición económica?
La realidad de nuestro país nos demuestra, a cada momento, que existen pocas personas que tienen todas sus necesidades satisfechas y, en cambio, millones de mexicanos tienen dificultades para alcanzar a cubrir todos los elementos que la familia requiere para vivir sin carencias; o sea, hay unos pocos que viven sin mayores preocupaciones y millones que se encuentran absorbidos por las preocupaciones para encontrar trabajo seguro, para encontrar el dinero necesario para la comida, la escuela de los hijos, en general, para cubrir satisfactoriamente las necesidades de los suyos.
La incertidumbre de tener el dinero suficiente para pagar los servicios médicos, la hospitalización o las medicinas de los familiares con algún padecimiento que ponga en riesgo su vida, no proporciona felicidad al hombre.
Y así, junto con la falta de certeza en el futuro, en el presente, miles de trabajadores y sus familias, no tienen garantizados los servicios médicos, de educación, trabajo, vivienda, ropa, calzado, comida, agua potable. Como ejemplo, tenemos el incremento notable en la carencia de acceso a los servicios de salud que creció de 16.2 a 28.2 por ciento en sólo los primeros dos años de la Cuarta Transformación.
El bienestar espiritual está relacionado intrínsecamente con la satisfacción física. Lo primero que ha hecho el ser humano es procurarse el alimento para mantenerse vivo, posteriormente, satisfechas sus necesidades elementales, satisfacer otro tipo de necesidades, como las espirituales y aquellas que tienen que ver con la profundización del conocimiento. En nuestro país, la preocupación principal del gobierno debería ser garantizar el conjunto de elementos que contribuyen a que los habitantes alcancen un estado de bienestar físico y espiritual; sin embargo, como él mismo acepta, se trata de administrar la pobreza para obtener resultados políticos que continúen manteniendo a su camarilla en el poder.
La felicidad en el capitalismo, en un país como el nuestro, se conquista con la lucha; no puede provenir como un regalo de la burguesía, que busca siempre la obtención de la mayor ganancia con el mínimo desembolso, con la mínima inversión de sus capitales. Históricamente ha sido la única manera de acceder a mejores condiciones de vida.
El amo, dueño de los esclavos y señor de las grandes extensiones territoriales, nunca se preocupó por el bienestar y la felicidad de quienes se sacrificaron, sin más opción que trabajar o perder la vida, para que él tuviera cosechas y ganado para servirse de ellos.
En México, el gran hacendado latifundista, dueño de las vidas de los pobres campesinos necesitados de sustento para sus familias, que dejaron su energía y su vida en las grandes plantaciones de henequén o de tabaco, jamás tuvieron la más mínima intención de proporcionar los elementos indispensables para el bienestar de quienes con su sufrimiento, su hambre y su dolor, sostuvieron su lujosa vida en las grandes capitales y la saciedad de su familia, ¿puede el burgués, el gran empresario, proporcionar desinteresadamente todos lo que un trabajador necesita para vivir sin privaciones?
Para hacer realidad el derecho a un nivel de vida adecuado, que asegure a los mexicanos, la alimentación, salud y bienestar, vivienda, vestido, asistencia médica y a los servicios sociales establecidos en la carta magna, no hay más alternativa que la lucha; sólo a través de ella, los pobres, podremos construir las condiciones de bienestar, las condiciones que permitan a nuestro pueblo no pasar privaciones que lo sumerjan en la angustia cotidiana y le proporcionen, en cambio, la posibilidad de ser feliz.
Que el presente año que comienza, sea de estudio, organización y lucha consciente, para construir un mejor presente a todos los pobres de nuestra patria y una sociedad más justa para el futuro de nuestras familias. El Movimiento Antorchista les hace la invitación fraterna, para construir juntos, una patria mejor para todos. Organízate y Lucha.
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