“Siempre es cosa del demonio levantar cosa tan vil, pero cuándo un alguacil no levanta un testimonio”. Dice un verso del célebre negrito poeta, que vivió en nuestro país en la época colonial. Y tenía razón, tanta, que hoy lo mismo podemos decir con respecto al presidente López Obrador que, prácticamente desde que inició su mandato, sin motivo alguno, no ha parado, (salvo cuando la gente acudió a sus actos a exigirle cesaran sus ilegales ataques arteros contra los ciudadanos humildes y su organización) de lanzar calumnias en contra del Movimiento Antorchista Nacional. Amén de todas las mentiras y falsas acusaciones, contabilizadas por expertos y vertidas a raudales en cada una de sus mañaneras, que él justifica simplemente con su tristemente célebre frase de “yo tengo otros datos”, contra quienes él considera sus adversarios políticos.
En su reciente visita por Chiapas, no pudo ser la excepción y volvió a arremeter en contra nuestra, fiel a su estilo, obviamente con una calumnia, que por lo mismo no respaldó con alguna prueba; y a pesar de que recibió un rotundo y preciso mentís, por boca del vocero nacional de nuestra organización, simple y sencillamente se quedó callado y tan fresco como una lechuga, lo que evidencia, una vez más, su exacerbada arrogancia y su enfermedad de poder, seguramente porque ha olvidado el precepto constitucional que literalmente establece que la soberanía, es decir la autoridad política, reside en el pueblo, lo que equivale a decir que la verdadera autoridad la tiene el pueblo y que el mandatario en turno es eso, quien recibe un mandato, una orden, de parte del mandante. Por lo que, ante eso, por mandato de la ley de leyes debe respetar al pueblo y su organización que, en ejercicio de su sacrosanto derecho a la libre organización y manifestación de las ideas, ha decidido darse.
Bien vistas las cosas, el enemigo del presidente y su 4T no sólo es el auténtico pueblo y su genuina organización, sino también el estado de derecho y las instituciones de todo tipo que nos rigen, porque siente que ese marco no le permite “libertad de acción a su antojo” y por eso, violándolo flagrantemente de manera constante, y modificando a sus contentillo las leyes por medio de su mayoría en el poder legislativo, viene haciéndole parches a su conveniencia, lo viola cuando quiere y destruye sistemáticamente para hacer aún más directa y abierta la dictadura de los poderosos sobre los débiles, aunque mediática y propagandísticamente él trate de disfrazarlo de su contrario, diciendo que por el bien de todos primero los pobres, aunque éstos vayan en acelerado aumento tanto en número como en su pobreza. Así se explica su desastrosa política de salud, de economía, de seguridad, de educación, y de todo. También es una mentira, un engaño, una burla sangrienta y una agresión contra el pueblo; situación que solo cambiará cuando este comprenda a cabalidad el poder de su número y de su cohesión; es decir, la necesidad de organizarse, concientizarse y decidirse a tomar el poder por la vía democrática e institucional, para desde ahí, componer todo garantizando el desarrollo del país, pero también una distribución justa y equitativa de la renta nacional. No hay de otra.
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