En el sistema capitalista lo importante es la acumulación de la riqueza en pocas manos, aunque para ello, se destruyan los recursos naturales, el medio ambiente e incluso se afecte la vida de los seres humanos. Para ello se utiliza la explotación del trabajo asalariado, el préstamo de recursos con intereses de por medio y la renta de una propiedad o servicio.
Debido a una producción descontrolada de productos, la basura se ha vuelto un negocio muy redituable, debido a que su confinamiento representa la obtención de grandes riquezas.
En México, cada hora se generan cinco millones de kilos de basura que dan un total al día de 120 mil 128 toneladas de residuos sólidos urbanos; de ellas, la Ciudad de México produce más de 13 mil toneladas diariamente, que debido a la clausura del Bordo Poniente en 2011, envía por día 10 mil toneladas de desechos a los municipios de Ixtapaluca, Cuautitlán Izcalli y Naucalpan, de acuerdo a Nancy Merary Jiménez Martínez, especialista del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM.
En el caso de Cuautitlán Izcalli, desde 2010, miles de habitantes de las comunidades de Lomas de San Francisco, Lomas de Cuautitlán, Las Cruces, El Rosario y Los Ailes, así como de la Libertad, de la demarcación de Nicolás Romero, son afectados en su salud por la empresa Tersa del Golfo, quien en ese año instaló el relleno sanitario Bicentenario, que funciona, de acuerdo con los mismos vecinos como basurero a cielo abierto, en 47 hectáreas del Ejido Santa María Tianguistengo, con el aval y concesión del gobierno municipal y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) por 30 años.
Desde enero de 2012 el relleno sanitario Bicentenario recibe en promedio, para su aislamiento, 2 mil 800 toneladas diarias provenientes de la Ciudad de México, así como de los municipios mexiquenses de Nicolás Romero y Tepotzotlán, según datos del CRIM.
En 2021, el gobierno de la Ciudad de México a través del presupuesto ejercido para el manejo Integral de Residuos Sólidos Urbanos (IRSU), destinó 2 mil 211 millones 562 mil 464 pesos de acuerdo a la cuenta pública; de ellos se destinaron 106 millones 38 mil pesos a Tersa del Golfo. Asimismo, en 2022, tan solo en el último trimestre del año la empresa se adjudicó un contrato por 106 millones 642 mil pesos.
Sin embargo, para los vecinos de los Ailes, comunidad que colinda físicamente con el basurero a cielo abierto, Tersa del Golfo recibe por hacerse cargo de las 2 mil 800 toneladas de desechos diarios la cantidad de 10 millones 80 mil pesos, ya que la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) recientemente en su página de Facebook publicó: “llevar la basura a un relleno sanitario en el Estado de México nos cuesta a las ciudadanas y los ciudadanos $360 por tonelada”.
Un negocio redondo para los dueños de Tersa del Golfo, pero un desastre ambiental, ecológico y de salud para los 2 mil 368 habitantes, 700 de ellos niños, de la comunidad de los Ailes, localidad que solamente la separa una barda del basurero a cielo abierto.
“El olor es insoportable, muchos vecinos han abandonado sus casas, los demás nos hemos quedado, no tenemos a donde ir, hay fauna nociva, abundan las ratas, los perros y seguido los niños se enferman de las vías respiratorias o de enfermedades de la piel; ya nos quejamos con el municipio, con la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y la Procuraduría del Medio Ambiente del Estado de México e incluso se ha restringido el acceso de los tráileres, nada ha pasado, las autoridades nada han hecho”, denuncia Iván Ramírez Huerta.
Los colonos de los Ailes, además, por no estar sus calles pavimentadas, viven entre grandes polvaredas y lodo, en tiempo de lluvias, sin agua potable, sin drenaje, sin un centro de salud en el que puedan atender sus enfermedades, sin áreas verdes y sin escuelas.
Por un lado, pocas personas acumulan grandes riquezas al administrar el relleno sanitario, por el otro, miles de personas viven en la pobreza, conviven con el daño ambiental, la contaminación del subsuelo por los lixiviados, con la probabilidad de padecer cáncer y sufrir una muerte lenta.
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