“En nombre de quienes lo único que tienen
es hambre, explotación, enfermedades,
sed de justicia y de agua,
persecuciones, condenas,
soledad, abandono, opresión, muerte.
Yo acuso a la propiedad privada
de privarnos de todo”.
Roque Dalton.
Con relación a la magnitud y el valor de la producción anual de bienes y servicios, México está posicionado en el lugar 16 de un total de 196 países que se toman como referencia. La riqueza que se produce en México podría hacernos pensar que el hambre y la miseria deberían estar desterradas de nuestro país, ya que el volumen total de lo producido alcanzaría para que todos los mexicanos pudieran acceder a los satisfactores que necesitan para la vida diaria.
En los Estados Unidos (EE. UU.), considerado hasta hace poco tiempo como el primer lugar en la economía mundial, miles de personas deambulan por las calles, a todas horas del día, en busca de alimento y techo. Se calcula que por lo menos 38 millones de personas se encuentran viviendo en la pobreza en ese país. Que conste que este fenómeno sucede en un país en el que algunos ultraricos del planeta tienen sus hogares
En México existen 55 millones 700 mil personas en pobreza. Se considera que de cada 10 habitantes, 4 viven en condiciones por debajo de la línea de bienestar. ¿Por qué sucede este fenómeno en un país que se caracteriza por poseer una gran cantidad de recursos naturales y en el que los trabajadores producen mucha riqueza?
México y Estados Unidos comparten características económicas y sociales que nos ayudan a comprender la razón de esa contradictoria situación: ambos ocupan los primeros lugares en la economía internacional con relación a su Producto Interno Bruto (PIB), en los dos, una gran cantidad de personas vive en la pobreza; los dos desarrollan su producción bajo un modelo capitalista que está sustentado en la propiedad privada de los medios de producción y lo que se produce está destinado al intercambio; es decir, su economía es fundamentalmente mercantil.
En ambos casos resulta difícil comprender cómo en medio de una gran cantidad de productos elaborados, de tanta riqueza generada, existan personas que no tienen las posibilidades para adquirir alimento, vestido, educación, acceso a la salud y todos aquellos elementos indispensables para vivir. Todo eso se da por el modelo económico que es capaz de crear enormes cantidades de bienes, pero al mismo tiempo, engendrar una gran cantidad de pobres.
Como si se tratase de un absurdo, el capitalismo produce riqueza, mucha riqueza, pero la concentra sólo en los dueños de las grandes empresas, industrias y monopolios, y al mismo tiempo genera una gran masa desposeída hasta de la imposibilidad de adquirir los productos que ella misma ha creado. La abundancia para unos, se traduce en escasez para otros.
A nivel local, considerando las características de nuestro municipio, ese fenómeno característico del modelo económico imperante, tiene un impacto que se ve reflejado en las condiciones sociales y económicas en las cuales desarrollamos nuestra vida cotidianamente.
El informe anual sobre la situación de pobreza y rezago social 2022 que emite el gobierno de México a través de la Secretaría de Bienestar, reconoce que en Nicolás Romero existe una población formada por 208 mil 129 personas que viven en pobreza moderada y, de estos, 38 mil 338 están en pobreza extrema. O sea, 246 mil 467 habitantes se encuentran en situación de pobreza, 57.23 por ciento del total de la población de Nicolás Romero. Como se ve, en Nicolás Romero los pobres somos mayoría.
Además, habitan en el municipio, 58 mil 507 personas vulnerables por ingresos y 91 mil 524 vulnerables por alguna carencia social. Esta última cifra representa un porcentaje mayor (19.1 por ciento) que el que se reconoce para todo el Estado de México, el cual es del 18.1 por ciento.
El otro rubro en donde el municipio supera al promedio estatal es en el de la pobreza moderada: 43.4 por ciento contra 40.7 por ciento, lo que claramente indica que somos uno de los lugares con un porcentaje importante de marginación social.
Debemos tener presente que, con respecto a la población con algún tipo de rezago, las cifras también son de consideración: por ejemplo, 151 mil 355 personas en el municipio, el 31.6 por ciento, no tienen acceso a los servicios de salud y 245 mil 662, el 51.2 por ciento tienen dificultades para acceder a la seguridad social. Estas condiciones que lastiman a un sector importante de la población, son una consecuencia inmediata del modelo económico imperante y se ven agudizadas por las acciones que realizan los gobiernos que lo defienden.
Es necesario que los gobiernos, en sus diferentes niveles, realicen acciones para disminuir los efectos que el modelo económico ocasiona en la población, sobre todo de la más vulnerable. Esto no solamente es posible, sino que es una obligación de las administraciones hacerlo, ya que se supone que son el resultado de la decisión de la mayoría de los ciudadanos y esa mayoría, como ya quedó demostrado, está constituida por personas que viven en condiciones de pobreza.
Los hechos, las acciones que implementan estos gobiernos, constituyen la base para catalogarlos como administraciones realmente comprometidas con el bienestar de su pueblo o como defensores y benefactores de aquellos que sólo se preocupan por el acrecentamiento de la riqueza de los ya de por sí ricos, pero a costa del hambre y del sufrimiento del pueblo.
En el discurso pueden pregonar lo que su imaginación indique; sin embargo, no es ahí donde se identifica su verdadero carácter. Habrá que tomar en consideración que en estos tres años de gobierno de la autodenominada Cuarta Transformación, los únicos que han acrecentado su riqueza han sido unos cuantos: Carlos Slim, Germán Larrea, Ricardo Salinas, Alejandro Bailléres y otros cinco más, mientras la inmensa mayoría de la población trabajadora ha visto alejar, cada vez más, la posibilidad de acceder a mejores oportunidades de vida.
Para eliminar estas desigualdades y las injusticias que ocasionan que quienes más trabajan son los que menos disfrutan del producto de su creación, es necesario transformar el modelo económico vigente. Para ello, es preciso que se le identifique como el verdadero causante de las condiciones económicas y sociales imperantes y que se forme un gobierno del pueblo, con el pueblo y para el pueblo; es decir, que los desposeídos tomen el poder para usarlo verdaderamente en beneficio de todos los humildes trabajadores de nuestra patria.
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