Este 21 de junio fue destituida la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, quien será sustituida por Roberto Salcedo. A diferencia de otros cambios en el gabinete, donde se dijo que los funcionarios habían renunciado, aquí el presidente Andrés Manuel López Obrador fue claro en decir que él había decidido cesar a la funcionaria pública; asimismo, en un tweet el mandatario manifestó que “se continuará con una política de cero corrupción y cero impunidad”. De esta manera, termina la etapa en la Secretaría de la Función Pública de la también esposa de John Ackerman, una de las plumas más conocidas al servicio del régimen de la 4T.
Más allá de que hay quienes aseguran que se trata de un ajuste de cuentas por el boicot de Irma Eréndira Sandoval y de su hermano Pablo Sandoval, quien intentó fallidamente ser candidato a gobernador de Guerrero por Morena, a la campaña de Felix Salgado Macedonio y de su hija Evelyn, que finalmente ganó la contienda, lo realmente importante de este fenómeno es que la funcionaria y la secretaría a su cargo hicieron una persecución selectiva de la corrupción, por no decir una cacería política en contra de los enemigos de la Cuarta Transformación. La misma Irma Eréndira fue exhibida por la cadena LatinUs, ya que se demostró que había comprado cinco propiedades en apenas nueve años y que le habían cedido un terreno por parte del gobierno de la Ciudad de México en tiempos de Marcelo Ebrard. La ex secretaria jamás pudo aclarar cómo obtuvo dichas propiedades con sus ingresos y los de su esposo John Ackerman, y menos pudo desmentir el regalo del terreno.
Pero no solo eso, también están los casos de Manuel Bartlett, Felipa Obrador, Pío López Obrador y Ramiro López, a quienes no se les tocó, aunque había elementos de corrupción o, en el mejor de los casos, conflicto de interés. Para los amigos y familiares del presidente se aplica una justicia distinta a la que reciben sus críticos. Y en esa manera doble de aplicar la vara de la justicia estuvo involucrada Sandoval; sin embargo, no nos engañemos, pues en esos niveles nadie actúa sin la aprobación del mandatario.
La salida de Irma Eréndira Sandoval nos sirve también para señalar que la política de aparente lucha contra la corrupción no es tal; que, más bien, se trata de una manera sistemática de descarrilar a los enemigos del régimen o a los indeseables. Nadie está de acuerdo con la impunidad ni con el saqueo de los recursos públicos, que al final no son patrimonio del gobierno en turno, sino del pueblo mexicano. Pero una verdadera lucha contra la corrupción debe ser pareja y severa. Ya lo dice la sabiduría popular, “el buen juez por su casa empieza”. El mismo caso de Irma Eréndira Sandoval demuestra que, aunque te despidan, te puedes ir tranquilamente a tu casa y a tu antiguo trabajo en la UNAM, como si nada hubiera pasado, porque tienes lo único que se necesita para que la justicia no te alcance: ser partidario cercano del presidente Andrés Manuel López Obrador.
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