“Aunque se burle la oposición, tendremos sistema de salud mejor que Dinamarca”, volvió a asegurar, el pasado 26 de enero, el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien desde que asumió el cargo prometió que los mexicanos tendríamos un sistema de salud gratuito y de cobertura universal.
Durante los cuatro años y cinco meses que López Obrador ha estado en el gobierno –incluida la etapa de la pandemia por covid-19 en que dejó morir a por lo menos 700 mil mexicanos, aunque las cifras oficiales digan que fueron 330 mil, pero de todos modos son muchos muertos–, el presidente López Obrador no ha dejado de repetir que su gobierno “sí garantizará el derecho a la salud de los mexicanos” y que: “en México se tendrá un servicio médico de primera, similar al de países como Inglaterra, Dinamarca o Suecia”.
Luego de un año de no haber dado ni un paso concreto para alcanzar ese sueño, por fin en enero de 2020 nació el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), el cual desplazó al Seguro Popular que creó el ex presidente Vicente Fox, en 2003, para dar servicios de salud a los no afiliados al IMSS o ISSSTE, y perfeccionó Enrique Peña Nieto, con quien alcanzó el 80 por ciento de cobertura y garantizaba el acceso a consultas médicas preventivas y tratamientos especializados, cirugías y medicamentos a través de las unidades médicas de los servicios estatales y federales de salud.
El Seguro Popular era un buen programa que cubría muchas de las necesidades médicas de los más desprotegidos, pero como López Obrador dijo que había “mucha corrupción” porque lo hicieron los gobiernos federales anteriores al suyo, decidió acabar con él y lanzar un improvisado Insabi: desde que nació se mostró muy inferior al Seguro Popular porque no tenía objetivos claros ni presupuesto suficiente, como lo detectó la Auditoría Superior de la Federación (ASF) al señalar que el Insabi no tenía claro cuál era su población objetivo y sólo pudo cubrir el 60 por ciento de los medicamentos que le solicitaron los estados; o sea, hubo desabasto de 40 por ciento.
Al contrario de lo que buscaba el mandatario, el Insabi dejó a 15.6 millones de mexicanos sin servicios de salud. De ahí las protestas que protagonizaron padres de niños con cáncer, las mujeres con el mismo mal y las personas con VIH, quienes fueron abandonadas por el gobierno federal cuando en 2022 recortó el presupuesto a la institución; por eso ya no suministró sus medicamentos y, en consecuencia, miles perdieron la vida: en septiembre de 2020, la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer (AMAC) publicó que en tan solo nueve meses, perdieron la vida 1,602 menores de edad. Entre los factores que provocaron esos decesos, aunque no fue el único, se encontró el desabasto de medicamentos del sistema de salud de López Obrador.
La explicación es muy sencilla, el presupuesto del Insabi siempre fue menor que el que se ejercía en el Seguro popular: para atender a la población sin seguridad social pasó de 31.8 por del gasto total en salud en 2017 (gobierno de Peña Nieto) a 28.6 por ciento en 2021 con el INSABI (programa de López Obrador).
En resumen, el Insabi fracasó, no solo porque dejó a 15.6 millones de personas sin servicios de salud, incluido el momento complicado como fue el inicio de la crisis sanitaria por Covid-19, sino porque nunca logró la cobertura universal en salud. El Insabi, pues, ha sido deficiente y tuvo consecuencias negativas a los más vulnerables.
El pasado 25 de abril la Cámara de Diputados aprobó reformas a la Ley General de Salud, ahí quedó estipulada la extinción del Insabi y su objetivo de lograr la cobertura universal en salud se trasladó al IMSS-Bienestar, el cual en agosto de 2022 se convirtió en un organismo autónomo colaborador de la Secretaría de Salud. La ley dice que las personas que no tengan acceso a servicios de salud podrán acudir al IMSS-Bienestar para ser atendidos y tener acceso a medicamentos sin costo alguno.
Eso dice la ley, pero todos sabemos que desde hace muchos años el servicio del IMSS no solo es lento, sino que también está en crisis y que hay desabasto de medicinas.
El Plan de Salud IMSS-Bienestar nació en agosto de 2022 en el estado de Zacatecas y, según el director del IMSS, Zoé Robledo, morenista e incondicional del presidente, el IMSS-Bienestar “ha permitido avanzar en la cobertura de servicios médicos para personas sin seguridad social, mediante la contratación de personal médico, mejoramiento de infraestructura, equipamiento y abastecimiento de medicinas”. ¿Será cierto? Seguro que es un vil engaño si lo dice un morenista.
Lo que sí sabemos es que, desde hace muchos años, el Seguro Social presenta problemas estructurales que dificultan la atención óptima a los derechohabientes, quienes diariamente sufren las consecuencias: falta de personal médico, citas muy distanciadas en el tiempo, reducción en el Presupuesto de Egreso de la Federación, el sistema de pensiones está a punto de colapsar; desabasto de medicamentos al grado que pasan uno, dos, tres meses sin que se le entregue a la gente, hasta que por fin los encargados de farmacia informan que ya no los surtirán y que los pacientes tendrán que comprar por su cuenta, por lo que estos se ven obligados a adquirir medicamentos similares en detrimento del control de la enfermedad o tengan consecuencias alérgicas.
No obstante que todo mundo conoce la crisis que sufre el IMSS, ahora el presidente López Obrador le apuesta a que con esa infraestructura pueda llegar a la cobertura universal de salud para que “en México tenga un servicio médico de primera, similar al de países como Inglaterra, Dinamarca o Suecia”.
Mi mayor deseo es que lo logre porque así los mexicanos menos favorecidos tendrían una preocupación menos en sus complicadas vidas debido a que siempre les falta dinero a pesar de las terribles jornadas de trabajo a las que se someten con tal de llevar alimentos a sus hijos. Pero no bastan los buenos deseos, lo que se requiere es que las ideas se concreten y en la práctica den resultados, no como el Insabi, con el cual el presidente prometió mucho, pero que fracasó estrepitosamente y tuvo que ser desplazado por el IMSS-Bienestar.
Ahora que anda en campaña la candidata de Morena a la gubernatura por el Estado de México está ofreciendo la luna y las estrellas en torno al acceso a los servicios de salud. Pero, al ver lo que sucede con el Insabi y el IMSS, la gente ya no le cree.
Los asesores de marketing de Delfina la engañan y tratan de engañar a los electores diciendo que va arriba en las encuestas com respecto a la candidata de la alianza “Va por el Estado de México”.
Personalmente dudo que sea así: no creo que voten por ella los padres a los que se les murió un hijo porque no tuvieron dinero para comprarle las medicinas que requerían; no creo que voten por ella los familiares de las mujeres que fallecieron por cáncer o porque han sido víctimas de violencia y feminicidios y que el gobierno federal no ha hecho nada para hacerles justicia. No creo que voten por Morena las familias a las que les quitaron el Seguro Popular y dudo que voten por ella los miles de trabajadores a los que el Insabi no les resolvió los problemas de salud por los que atravesaron sus familiares.
El Insabi fracasó como han fracasado todos los planes del Mandatario para desarrollar al país: ahora hay más pobres, menos empleos y menos servicios de salud. Ya no queremos promesas, lo que queremos es saber cuáles son las vías de solución, las tácticas, estrategias y planes de acción que nos lleven a tener un sistema de salud como el de Dinamarca, que es lo que requiere el país, pero aunque el Presidente presente todo eso, no creo que López Obrador pueda lograrlo en un año siete meses que le quedan de gobierno. Veremos.
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