El imperialismo es la fase superior del desarrollo capitalista (Lenin, 1975), periodo en que el capital se constituye, esencialmente, en monopolios que controlan la producción y distribución de mercancías a escala planetaria. Este concepto, que fue estudiado seriamente a principios del siglo XX por marxistas como Rudolf Hilferding, Vladimir Ilich Lenin y Nicolás Bujarin, actualmente se encuentra relegado como si no fuera vigente, como si el fenómeno que describiera hubiera desaparecido. La burguesía, sus teóricos y pregoneros prefieren sustituirlo, indistintamente, por “globalización”, “nuevo orden mundial” o cualquier otro eufemismo, con la intención de confundir a la sociedad sobre el statu quo vigente.
Los estudiosos marxistas de principios del siglo XX del imperialismo no inventaron el concepto, pero sí caracterizaron con precisión qué era, sus mecanismos de operación y las consecuencias de éste para la humanidad. Esta labor teórica ayudó a fundamentar la lucha del proletariado en contra de la burguesía en sus países y se intentó llevarla al plano de la lucha internacional con poco éxito. Resultado de la lucha entre proletariado y burguesía es que en la historia hace su aparición la Revolución de Octubre de 1917, evento que conduce al primer gobierno proletario del mundo que subsistió en casi todo el siglo XX. Si bien la teoría del imperialismo marxista irrumpe durante la primera guerra mundial para explicar la situación imperante, esta no ha dejado de tener vigencia hasta los días que corren. A pesar de que existió la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URRS), el capitalismo en su fase superior de desarrollo no dejó de existir, más bien, adquirió nuevos métodos para perpetuar su esencia: el acrecentamiento del capital.
Dado que el imperialismo sigue siendo vigente, en este trabajo abordaremos tres aspectos: una caracterización clásica del imperialismo; después, cómo al final de los años dorados del capitalismo aparece la transición a una economía liberalizada; finalmente, una breve caracterización del capital financiero que resurgió después de la década de 1970; este proceso es ampliamente conocido como financiarización.
I. Imperialismo clásico
Estudio del imperialismo de J. A. Hobson (1902) y El capital financiero de Rudolf Hilferding (1910) son dos obras que aparecieron antes de que el marxista ruso Vladimir Ilich Lenin escribiera su folleto sobre el imperialismo. Hobson hace una descripción detallada de las particularidades económicas y políticas del imperialismo británico de su tiempo y cómo éste exporta el exceso de capital a otros países, lo que lleva a que busque nuevos mercados para la expansión del imperio. Hilferding argumenta la evolución del capital industrial hacia el dominio del capital financiero, pues en la fase superior del capitalismo logra tener un papel fundamental en la organización de la producción y la apropiación de la riqueza social producida, este es resultado de la fusión de los intereses del capital bancario e industrial, lo que conduce al monopolio de la economía en un puñado de bancos y corporaciones que emplean de manera común la sociedad por acciones.
Entre enero y junio de 1916 Lenin escribió El imperialismo, fase superior del capitalismo, para explicar la fase monopolista del desarrollo capitalista. En esta obra distingue cinco características: la concentración de la producción y los monopolios, la nueva función de los bancos y la dominación de la oligarquía financiera, la exportación de capitales, el reparto del mundo por las asociaciones capitalistas y el reparto del mundo por las potencias imperialistas. En el imperialismo la libre competencia ha sido relegada de la escena económica para dar paso libre a los monopolios. Éstos, con el gran poder económico, son capaces de elevar el nivel de producción de bienes y servicios a niveles extraordinarios; además, en el menor tiempo posible. Este aumento de la producción logra satisfacer la demanda de la sociedad, pero, a partir de ahí, el exceso de producción se convierte en un problema, pues obliga al capitalista a buscar mercados más allá de las fronteras nacionales para vender las mercancías.
La dinámica económica del capitalismo, que consiste en aumentar constantemente el volumen del capital, conlleva a los monopolios de los países a buscar nuevos mercados más allá de sus fronteras nacionales. En todo este entramado el papel de los bancos es fundamental.
En este punto del desarrollo los bancos han evolucionado a un grado en que han dejado de ser los “modestos intermediarios que eran antes y se convierten en monopolios poderosos que tienen a su disposición casi todo el capital monetario de todos los capitalistas y pequeños hombres de negocios, así como la mayor parte de los medios de producción y de las fuentes de materias primas de uno o de muchos países” (Lenin, 1975: 20). Es decir, no solo hay monopolio de la industria, sino también del sector bancario. La centralización de la banca abarca a todo un país; se centralizan los capitales e ingresos monetarios, dando paso a que miles y miles de empresas desperdigadas en el mercado se conviertan en “una empresa capitalista única, nacional en un principio y mundial después” (Lenin, 1975: 22). En un mundo de monopolios, el grado de importancia que va cobrando el sector bancario sobre la industria se vuelve fundamental en este periodo, pues al dejar de ser un simple intermediario y convertirse en un agente que tiene en sus manos una gran cantidad de capital y que es el que dispone de los recursos para que el capitalista industrial pueda producir (allende del hecho de que el capital bancario conoce a detalle y completamente la situación económica de sus cliente) el capitalista industrial se convierte, cada vez más, en un dependiente de la banca.
De la innegable tendencia al monopolio y a la dominación de los monopolios bancarios sobre la economía industrial, Lenin afirma que el viejo capitalismo está llegando a su fin para asistir a una etapa donde una parte cada vez mayor del capital industrial ya no pertenece a los industriales que lo utilizan, sino que este se le pone a disposición a través del banco, lo que va convirtiendo a los banqueros en organizadores de la producción industrial. A este proceso donde “el capital bancario -es decir, capital en forma de dinero- que se convierte de esa manera en capital industrial es lo que yo llamo ‘capital financiero’ (...) El capital financiero es el capital controlado por los bancos y utilizado por los industriales” (Lenin, 1975: 29). Este proceso conduce al dominio de una oligarquía financiera en el mundo. Esta oligarquía financiera es la que obtiene beneficios a través de ejercer el monopolio mediante la creación de sociedades en Bolsa, emisión de valores, préstamos a Estados, es decir, el capital dinerario moviendo a la sociedad en beneficio de la oligarquía financiera, pues “el monopolio, una vez formado y con el control de miles de millones, inevitablemente penetra en todas las esferas de la vida social, independientemente del régimen político y de cualquiera otro pormenor” (Lenin, 1975: 35).
*Con autorización del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales
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